VIAJERO
Por: Alonso Quintín.
Esa noche te fuiste
pensando,
quizás, que alguien
adivinaría tus pasos
que alguien tocaría
tus puertas,
algún desconocido
extraviado
en las penumbras del
pensamiento.
Tu rostro risueño,
tocaba las ataduras
de un místico
embeleso,
un destino inconcluso
pregonando aventuras.
Te habrás estremecido
en famélicos regazos,
y no habrás advertido
la presencia del otro
que llevas
adherido a la piel como
un recuerdo
de lo mucho que
viviste
junto a jóvenes
silvestres
tatuados de insomnios.
Volverás y entonces
serás otro,
Como Ulises a su
regreso a Itaca,
Como el imberbe
Bolívar desde el monte sacro,
Como tus primeros
sueños
Hechos sangre y
poesía.
Volverás, estoy
seguro,
en la oculta memoria
de los dioses
y de la ofrenda que
llevabas
nada queda,
pues te fuiste
haciendo
un hombre infinito
por doquier,
como si en todas
partes
te vieran llegar
con las gaviotas de
ultramar,
como si de tanto
caminar,
te hubieras inventado
otra vez,
como si en tu rostro
florecieran las orquídeas
y en tus manos
un mundo sin abismos.
Como ves, perdido
estoy en tus caminos
y no acierto a saber
de tus sonidos
ni de las leyes que
inventan tus sandalias;
en tu rostro risueño,
se detuvieron
las palomas del
olvido?
O alguien te indujo
por rumbos imprecisos,
por senderos de plata
y barandales de diamantes?
Recuerda nada brilla
tanto
como el esplendor del
alma
IRREDENTO.
El encanto de otro
siglo
de otros pueblos y
ciudades
regresa a tu memoria
mientras ves pasar
el fantasma del
olvido.
Hombres de negro
Inventan otro siglo
el enigma
de una sociedad
esclavizada.
Ves pasar egregias
civilizaciones
y héroes colosales
pendones
de tremolantes
banderas
y no aciertas a
entender.
Bajo las anémonas
el tiempo se ha vencido
al sueño del verano
y tú pequeño hacedor
de dioses falsos,
te pierdes en
paraísos
trepidantes de
aromas.
Nada es igual a tu
osadía,
de inventar viajes
esotéricos
donde una joven necia
partía en dos los
milagros de la ciencia.
Creo que sabías de
Confucio y de Chaucer
o del gran demoledor
de mitos,
el que luchó hasta el
amanecer con Iaacov
lo sabías desde
siempre
porque eras parte de
sus planes,
quizá menos sabio
pero prudente
te enseñó el camino
del exiliado judío,
hasta perderse en las
llanuras argentinas
y ver de regreso tus
sueños,
con la nostalgia romana
de otros años,
como los que vivió
Kafka
al desnudarse ante sus propios fantasmas.
……………………………………..
“En todo hablar hay
una pizca de desprecio”
decía el hacedor de
infiernos, tras la muerte de Dios,
pero no lo decía por
él ni por sus devotos:
lo decía porque al
brotar las palabras,
se envilecen al no
reflejar el pensamiento.
Somos el arco por
donde pasan
las trivialidades de
la razón
al manuescrito de la
verdad,
aunque esta esté
hecha de rescoldos
a trazos de
humanidad.
Estamos hechos a
pinceladas de perfección
y un mundo de equivocaciones,
pero el relato del
alma, amigo mío,
es la perfección de
la síntesis,
el vértigo del arte
danzando
sobre las languideces
del espíritu.
Recuerda que en todas
las obras de genio
descubrimos nuestros
propios pensamientos,
decía Wilde y tenía
razón:
no se describe la
vida con un soplo imaginario;
el caos nos habita y
nos lanza
al torbellino de la
incertidumbre;
en eso radica el
dolor de ignorar.
Basta ya de
incongruencias:
distinguir el rostro
de la naturaleza humana
es un arte difícil de
imitar
y no quiero hacerme
la misma pregunta al final:
¿En dónde vi lo que
vi, si fue que vi?
Apacigua tu mente y
ve por buen camino,
no mires hacia atrás,
pues el cielo está enlutado
y si lo haces
desaparecerá el sendero
que habías inventado
para tu próxima jornada.
Camina despacio bajo
los árboles
y si encuentras las
huellas que dejaste un día
será porque las
borrascas de la vida
te llevaron a lugares
insospechados
No se vuelve al mismo
lugar dos veces
como Heráclito,
entonces sabrás
que uno puede andar
en círculos
por la frondosa
hierba, pero la vida y sus aromas
se esfuma en pequeñas
languideces
como no es posible
engredar
dos veces la misma
idea.
Ve por buen camino y
no mires hacia atrás.
Cuéntale al manzano
lo que viste
desde la roca ennoblecida de tu voz;
no te enojes contigo
ni detestes a nadie
que en el pulso de
cada golondrina
un nuevo invierno
asoma.
Te habrás aprendido
de memoria
la música del viento
en esas latitudes
donde se oye una
quena y una flauta llora,
evocando historias de
reyes monolíticos
hechos ayes en los
picos de los Andes.
Cuénta tu historia,
de libélulas
prehistóricas
y héroes descalzos
atravesando
horizontes.
Dile al caminante
que atraviesa
llanuras de cuarzo
que hace tiempo
buscas
tu otro yo en la
intrincada maleza
y solo encuentras
huellas
del que jamás pasó,
como si de tanto
desandar
te hubieras
multiplicado
en los ojos de la
noche.
Cuenta cuanto viste
al que navega en tu
interior.
Hay pueblos perdidos
en la niebla;
pueblos dibujados por
el fulgor de las estrellas;
pueblos sumidos en
silencios profundos,
de extrañas realezas
mancillados,
cocidos con el barro
de la ausencia,
como si de tanto
irse,
las gentes
prefirieran
su eterna
condición de
fantasmas.
Esa música, es en
realidad
una escalera para
bajar los sueños
que nadie soñará;
se empeña en ser
fuego
que arderá en la
oscuridad.
Las miradas se parecen
sobre pasaje bíblico
del faraón
crean puentes
por donde pasan los
herejes
a blasfemar
por aquello
que ellos mismos
inventaron.
He visto agitarse mi
alma
por la senda que
pisaste
y no encuentro tu
osadía
por ninguna parte,
como si de repente
te hubieras ido a
jugar
con el viento
y el tiempo
te hubiera llevado
a un paseo lunar.
Mi alma impresionada
por tu partida,
recoge retazos de tu
sonrisa
para consolar
el fragor de tus
recuerdos.
Casi siempre me dices
que regresas
de Tandil, después de
pisar barro
y pañetar paredes,
de una hilera de
casas
que termina en el
horizonte
y empieza en el
infinito.
Vuelves con los ojos
cansados,
cuando la brisa
levanta las hojas
secas del parque;
intuyes las quejas
del viento
entre las hojas
y te resignas a
recoger los pasos
que esta mañana
parecían felices.
Cada amanecer es así
desde cuando te
fuiste.
¿Qué distancia hay
entre Valparaíso y Sorrento,
o esas playas donde
se bañaba Ulises?
Quizás no lo sepas, o te resignes a pensar
que es lo mismo ir de piedra en piedra
detrás de algún
objeto, o de una mujer malévola.
Dime: cuando regresas
cansado
de mirar atardeceres
y en tus manos crecen los almendros,
te acuerdas de tus
dones
y sonríes en silencio
como diciendo: aquí
estoy de más
porque mi casa es el
mundo
y mi poesía el fuego
que arde en mis
entrañas.
Volver a tus primeros
pasos
es la consigna y de
esa no escaparás.
Vuelve cuando
quieras,
aquí te esperamos
con tus pequeños
mundos
y tus grandes
anhelos.
Dijiste que vas para
Mar de Plata.
debe ser una mala
jugada
del tejedor de
secretos
que se esconde en
ruinosos rituales
para invocar los
frágiles deseos
de los hombres
y en la plenitud de
la palabra
construye palacios
dorados
y laberintos
siniestros
por donde pasan los
deseos.
Si vas a Mar de
Plata,
cuenta la leyenda
de aquel que obedeció
la orden del cielo
y se paró al frente
de colosales imperios
y diosas de piedra.
Diles que aquí
el viento dibuja nubes
con lápices de
colores
y se embriaga de luz
en las montañas.
Cuéntales que una
lágrima
es un episodio de
pájaros abatidos
por el silencioso
leñador
que desata misterios
en cada amanecer.
Diles que en Colombia
los dioses presagian
generaciones
subterráneas e
innumerables cuerpos
borrados por cuervos
invisibles.
Hasta podrías
decirles
que aquí el fuego
abraza las paredes
y se aferra al
infinito
con obstinada
premeditación.
Deja correr la
imaginación
por las calles
indecisas
con caminantes
imprecisos,
de este pueblo
soñador de músicas
y sacerdotes
indefensos
cantando di profundis
en las colinas
blancas.
Si vas a Mar de
Plata,
recuerda la timidez
del agua
tocando las rodillas
de una muchacha
y el reflejo azul de una tormenta de luceros,
antes de naufragar en
las torres de Orion.
Si vas a Mar de Plata
no olvides el
cancionero
que dejastes al
partir.
El olvido es
implacable.
No dejes que lo
dioses renieguen de ti.
Arregla tu maleta de
sueños,
y, ve por buen
camino.
Acaso encuentres a un
transeúnte
ensimismado en su
derrotas,
no te preocupes.
Él sabe ofrendar sus
dominios
y fraguar el barro, como
si fuera vidrio.
La belleza como el
viento pasa,
si quieres pregonar
tus dones,
no injuries a nadie,
no vituperes,
no hables con el
hombre
de tremolante casco,
que lidera la batalla,
no sea que formes
parte del imperio
que esclaviza y
somete.
En la ruta del tiempo
hallarás al bebedor
de vinos
al misántropo pregonero
vestido de monje
benedictino
que asomaba más allá
de los astros
despojado de sus
sueños.
La belleza es navío
sin nombre
que extravió el
horizonte
en un horizonte de perlas y diamantes.
La vida no pasa de un
golpe hijo mío,
la vida es una
constante elaboración
de dioses falsos y
extremas verdades
alguien se asomará y
tocará tu vanidad,
y tú, iluso ejecutor
de consabidos sueños,
serás un desconocido
en otros brazos,
mientras la noche
ensaya tenues danzas
y el cielo se
adormece en tus pestañas.
“Cuando durmiereis en
medio de peligros
seréis como alas de
paloma plateadas
cuyas plumas por la
espalda
echan brillos de oro”
así dijo el poeta a
su discípulo.
Y tú escuchabas al
sabio
que hablaba con
palabras simples.
Ahora, en medio de
tus dudas,
no sabes descifrar el
paso de la sibilina,
ni el conserje
vestido de monje
que asusa los
caballos.
Ves el mar, vestido
de oro y plata
y no aciertas a
entender
el arte de la
naturaleza
cuando asoma
caprichosamente
por las fauces de una
ballena
o a al trasluz de un
sauce
embelesado en sus
abismos.
Algo va de tus dudas
al extraño que llevas
contigo
y te da codazos para
no ceder
a las cosas fáciles y
te diviertas
con gráciles danzas
y sutiles músicas.
Cuando vayas al
mercado,
no te acuerdes de los
días pasados,
pide prestada la
moneda falsa de la modestia
y pide lo que
quieras,
te verán como un
extraño
que olvidó su camino
y no sabes consumir
langostinos
en banquetes
millonarios.
La vida no pasa de un
golpe hijo mío.
Cada golpe en la vida
es el resultado de un
largo peregrinaje
de inciertas
pesadumbres
y equivocaciones
mortales.
Cuida tus pasos hijo
mío,
en tierra extraña,
serás
un pequeño aprendiz
de soledades
un auscultor de
falsos profetas
un hacedor de
villanías,
un cazador sin caza,
un artista sin
público.
Cuida tus pasos hijo
mío
en medio de la noche
de ese país sin
nombre.
Que tu virtud brille
en mi
como el ala fugitiva
de un encanto;
ayer hablaste de las
maravillas de Cuenca
y de las doce casas
construidas
sobre absurdos
precipicios;
decías que las casas
son bellas
pero las gentes
hurañas,
¿De qué le sirve a un
pueblo
tener casas y parques
adornados
de perfumadas flores,
si sus gentes,
olvidan las batallas
que les dieron la
libertad
y osaron posar los
pies
en palacios divinos?
Cuando vayas al
teatro,
acuérdate de los 12
apóstoles,
que impregnados de
miseria y devoción
ungieron sus almas en
el rostro del profeta
y no supieron
regresar
porque sus pasos se perdieron
en el mar de Galilea.
No sé si miras
montañas
o largas planicies
en ese país sin
nombre
donde habitaba Borges
con sus tiempos
cíclicos,
pero donde estés
acuérdate
que hay brumas en el
alma más pura
y que una libertina te
hace bailar
la danza de la vida
en impensadas noches
de sosiego.
No lastimes a nadie,
ni al necio que de ti
se ríe
ni al cobarde que
decide marcharse,
hay en cada ser la
huella del arte divino
y en cada rostro una
estación de amor.
No olvides tus
alforjas
cuando entres a la
tienda
y una muchacha decida
marcharse contigo.
A muchos les place
cantar a medias,
busca en ti la
melodía perfecta,
la que conjuga tus
llantos y tus alegrías,
y ve por buen camino,
sin mirar atrás,
teniendo por guía tu
pensamiento
y por horizonte tu
alma en armonía.
Si decides venir a
Colombia,
este país, te dolerá
un poco,
pero tranquilo uno se
acostumbra
y con los días
todo parece normal
como si todos
saliéramos al unísono
por la misma puerta
convencidos
del mal de los
vencidos.
Si te quedas allá,
no olvides tus
canciones
ni tu morral de
emociones.
Ve por buen camino
hijo mío.
Si te queda el
silencio,
unge tu cuerpo con
vino
y déjate llevar de la
cítara
que pulsa una
muchacha lejana,
déjate llevar por las
impresiones
y el oleaje de tus
pensamientos,
quizás encuentres la
sosegada playa
donde alguien olvidó
una tonada
y te dediques a
repasar
la estrofa que un
héroe
abandonó en la arena
al salir de prisa
a conquistar a
Grecia.
Bajo esos cielos
de cíclopes y princesas
te vuelves viajero
del tiempo
te enfrentas a mares
embravecidos
y en noches de
tormenta,
elevas tus preces
con los lobos a la
luna.
Piensa en los navíos
anclados
en la arena, que no
sabían
de quién eran las
manos
del viejo capitán
y te dejaban pasar
por entre multitudes
infames.
Al final de esta
playa,
hallarás los lazos de
los mirmidones
con los que
arrastraban los caballos
muertos después del
combate.
Se austero, muéstrate
como eres
dale rostro a la
belleza
y encárgate de tus
duelos.
Algún viajero se
acordará de ti
y de las generaciones
tempestuosas
que te precedieron
en este largo viaje.
Cuando vuelvas a
Tandil,
olvida los trazos en
la circunferencia del tiempo,
toma unos sorbos de
cute
mira las calles por
donde pasaste
acompañado de esa
bella mujer
venida de mares
bravíos,
imagina con qué
pasión,
pasaba la brisa
trayendo milagros
en las alas de los
pájaros.
Aún eres un niño,
condenado a descifrar
los mensajes del
viento
y a fraguar el barro
de las casas
que otros construían
en tierras desoladas.
Aún no sabes quién
pregunta por ti,
cuando alzas la voz
en medio de las
multitudes
y pasas desapercibido
en medio de sabios y
sastres.
Tal vez busques
la eternidad en un
grano de maíz
pero eso es solo el
principio
porque al final
sabrás que eres parte
de esa eternidad.
Entonces sabrás
qué es ser humano.
Cuéntale a la abuela
lo que viste,
cuando partías hacia
Mar de Plata,
cuéntale que viste un
adivino mirando el cielo,
y una bailarina en el
murmullo del viento;
cuéntale que un barco
ebrio
trajo los mercenarios
del trópico,
y en las irisadas
nubes
un ladrón de
Siracusa.
Cuenta de los veinte
capitanes
sin rostro que
entraron a la isla caribeña
y ataron a Cristobal
Colon
hasta que el designio
de los dioses,
capturó la belleza
suprema
de las danzantes eritreas
y despertó al otro
lado del mundo
en los mármoles de
Abisinia.
Cuéntale, que viste
mujeres preciosas
desandando el mar de
tus sueños,
y tu espíritu
encantado,
navegó sin entender
la distancia que
media
el delirio y el
pensamiento.
Haz de tu camino
un sendereo donde la
brisa
inventa voces al
pasar,
y en un altar de
mármoles y piedras,
encuentras tu destino
conversando con la
eternidad.
Cuéntale a la abuela
cuanto viste,
en esa tierra de
Borges y delfines;
cuenta las doce casas
por donde entraste
y no te dejaron
salir;
cuenta tus dones
cuando algún gendarme
charlatán
pregunte tu documento
de identidad
y te veas obligado a
responder
que eres un
colombiano indocumentado
en el país austral
donde los caballos
mitológicos
corren para complacer
a los apostadores
y el espíritu
descifra las aventuras de los dioses.
Cuenta cuanto vieres,
en ese país de
Anabeles y faisanes
hasta que en los
secretos de tu alma
comprendas que la
gloria de este mundo
es ser colombiano.
Atravesarás puentes
de oro,
en la augusta perpetuidad
del viajero,
y cuando la tarde
decline,
traducirás la línea
azul del horizonte
una moraleja, un
chiste
un cuento a medio
terminar.
Por lo callejones por
donde deambulan
los gritos del
guerrero clamando libertad,
pasa la multitud,
murmurando cosas quedas.
Al llegar al teatro,
aumentan los murmullos
cada quien quiere
entrar primero,
sosegado, disponer su
aliento
al aleteo del primer verso.
Una luz desciende
al fondo de la escena
y levitando entre las
sombras
la silueta de un
arcoíris.
Una voz tremolante,
se alza en seráficas
cadencias,
hurtando a la noche
sus encantos.
El declamador en trance
escribe la historia
del mundo con sus labios,
las miserias de
Musset, la lujuria de Baudelaire
las cadencias de
Nerval, los sueños de Verlaine.
Un oleaje de ensueños
y epopeyas,
atraviesa el recinto.
La voz ondula,
en péndulos de amor y
se desborda en cascadas
con rugidos de
tempestad.
Una atmósfera de
misterio
y salutación
salvífica
se cierne sobre la
consternada multitud
Cada verso es el
enigma de las cosas terrenales
y en cada ser palpita
el misterio
del espíritu.
¡Oh diafanidad,
divino ensueño!
¡Con cuánta levedad
el hombre absuelve
al vil asesino y a la
mujer malvada!
Las carreras del
hombre a sus abismos.
Las bajas diatribas del espíritu.
Los condenados
desfilan
por caminos malditos,
los libertinos,
platican con la muerte
y un coro de
Euménides,
apacienta el fragor
de las estrellas.
Los imperios se
levantan y sucumben
en tardíos
cementerios;
los dioses esgrimen
mortíferas sonrisas,
y el hombre, vil
criatura,
se enternece
contemplando sus desdichas.
Un soplo de niebla
invade el espíritu.
La nada nos rodea.
La voz salmodia
pesares,
los avatares de la
triste humanidad
el nombre de la
lluvia
el trágico esplendor
del imperio inca,
la caída de dioses
colosales,
el alzamiento de
Aquiles
y la risa de
Holofernes.
Los pechos heridos
por el zar de la palabra,
buscan refugio a las
desdichas
y la niebla herida
por el fuego
regresa de un mar de arenas movedizas
al sepulcro donde
habitan secretos ocultos.
Un tizón atraviesa
las tinieblas del entendimiento
Y tizna de cenizas la
razón.
El declamador,
levita sobre efímeros
palacios
calcula las
distancias
entre la muerte y el
ser
y entra a la mansión
de los astros
con bastón de sabio,
con un pregón de
egregio paladín.
La multitud
sobrecogida
por el licor amargo
de las verdades
eternas
tiembla ante la
impudicia
de los versos
que ciernen sobre el
gran salón
su vaivén sin
regreso,
su pulida nostalgia.
Cuando al fin cesa la
tormenta,
aparece un vago celaje,
como de estrellas en fuga,
como extraña
floración de labios,
como erguidas maderas
sosteniendo
una larga sucesión de
olvidos.
El poeta calla.
El declamador
extiende los brazos
extenuado y vacío
como un miércoles de
ceniza,
Silencio repentino,
como si nadie
quisiera respirar
del fondo se alza un
aplauso atronador
como si intentara
rasgar
todas las rabias
contenidas.
Las gentes van al
teatro,
se saben diferentes y
sin embargo,
buscan la perpetuidad
de sus dudas
en la gloria de un
aplauso.
El declamador
resucitado
acude a la música del
alma
para entender que en
estos tiempos de secuaces,
alguien fragua para
el alma
divinos tesoros
y en la ondulación de
su voz
suenan campanas
para esclavizar
doncellas
y libar por la vida
en la música de un
verso.
PARA ALQUIEN QUE SABE
QUE SABE
A UN DECLAMADOR
Cúbrete de esencias,
modera tu lengua
perfuma con sándalo
tu cuerpo,
ensaya delante del
espejo,
y deja rodar cada
palabra
con extremada
suavidad.
Has de balancear los
ritmos
y tocar el cielo con
las manos,
que tu carta a jugar
sea la moderación
y el sacrificio,
no mires a nadie más
que ti,
en la encrucijada
de tu puesta en
escena;
busca el tono
en los sentimientos
y corteja las enseñanzas
de los sabios;
ve por buen camino
sin mirar al necio,
saca tu alma a pasear
y no te entretengas
ni en el místico
ni en el retórico;
a la hora de la
verdad
estarás solo,
en la aventura,
ve por buen camino,
asalta los navíos del
entendimiento
con la sola intensión
de hacerte dueño
de sus tesoros
ocultos,
no te embriagues
con el halago inocuo
ni con la lisonja
barata,
solo has de entender
que el triunfo es un
impostor
y la gloria efímera.
Cuenta cuanto viste
en la aventura humana
sin exagerar,
no cantes victoria
antes de empezar,
templa tu espíritu
serena tu rostro,
saca tus naves,
y viste de corsario
o de murciélago
cuando así
lo exijan las
circunstancias;
señala a los
arquitectos del mundo,
con pasión y
desenfreno
y cuando te
encuentres con villanos,
interpreta sus vicios
y aventuras,
pues ellos son
retratos
de la triste
humanidad.
Y cuando debas
viajar con tus
cadencias
al país de los virreyes,
se prudente, emplea
el juicio,
¡cuántas veces el
poder envilece
y la ternura languidece
en manos de un
rufián!
No te fíes de nadie,
pues en el camino de
tu andar,
estarás solo.
Aléjate de los reyes
del hastío
y no malgastes el
tiempo
en elegantes
caballeros,
aprende del humilde
segador
pues la virtud es un
don
y la hipocresía una
afrenta.
Traspasa los muros
del silencio
y mira dentro de ti,
el hombre se envilece
al contacto con la
riqueza
la espiga se doblega
al impulso del céfiro.
Aprenderás a ser
sabio
si obras con justicia
y un perfume
angelical
bordará tus palabras
en la escena.
Busca la música
sumérgete en
sus divinas formas,
camina presto
al borde de tus
sueños.
Y cuando todo acabe,
cuando el pueblo te
alabe,
detén el paso,
mírate por dentro
declamador ignaro,
sé prudente con el
elogio
y riguroso en la
corrección,
los dioses
visitarán tus naves
y a cielo abierto
expandirás tu
espíritu.
EL HACEDOR DE
INVIERNOS
¿Recuerdas al hombre
que descifraba
horizontes en la
niebla
palacios de jazmines
y torres inclinadas?
¿Recuerdas su memoria
perdida en las
ruletas del tiempo?
Lo veías pasar con su
presencia múltiple,
construyendo caminos
haciendo alarde de
una fuerza formidable
para adelgazar
distancias.
Solía pasar como el
viento,
borraba la memoria de
los árboles
contaba historias con
las manos,
y platicaba a solas
con los misterios
de la noche.
Solía adivinar las
formas de las nubes
y presagiar
tormentas.
Una tarde se dio a la
tarea
de inventar casas de
adobe
y construyó casas
hasta el infinito
hasta donde la mirada
alcanzaba
y no contento con
eso,
les enseñó a mirar
despacio
a entender los
suspiros de Dios
en los cálices
ocultos del destino.
El hacedor de
inviernos
se adelantaba a
todos.
Se volvió un misterio
su presencia,
medio humano, medio
divino,
solía hablar con los
jueces de la lluvia
y hacer que las casas
se levantaran
por toda la eternidad,
con un pregón de
trueno,
con una voluntad de
estatua.
Convertía en adobe la
tierra baldía
y hacía mil casas a
la vez
así hasta que la
tierra se llenó de casas
y los otros constructores
se fueron
a dibujar barquitos
de papel
porque él
se había inventado la
fórmula precisa
para poblar el mundo
de casas y más casas.
Una tarde se durmió
bajo un almendro
y soñó que habitaba una
patria desconocida
que debía regresar a
sus inviernos
entonces la lluvia
desató torrentes sempiternos.
La tierra se pobló de
inviernos
y las casas flotaron
para siempre
perdidas
en el
tiempo.
Cuando despertó,
se acordó, que él, solo era,
un puñado de barro
en las casas
de adobe.
EL CONSTRUCTOR
CANSADO
Acuden a mi mente tus
palabras:
“a veces siento el
cansancio de los días,
me duelen los
músculos
y duermo a medias
pensando
en la jornada que me
espera”
“en cada martilleo en
cada azada,
tengo la vaga
impresión de haber vivido
un siglo de ausencia
sin los niños.
Entonces vivo triste
en esta tierra
absuelta de pesares”
mido en tus palabras
la soledad de Dios,
las dudas de la
ausencia
y empiezo a recordar
tus afanes de niño
consentido,
tus locuras
y tus largas jornadas
a los páramos
donde solías hablar
con duendes y
princesas
eras el rey de la
casa
campeón de ajedrez
y silenciador de
madrugadas.
Llenabas la estancia
con tu risa
y le contabas a los
dioses
tus proyectos.
No te duelan tus
ausencias
ni los cantos
que no pudiste entonar
Perséverate, se
valiente,
No lastimes tu cuerpo
VIVES EN MI
.
Como un papel al
viento,
así es la vida,
los años pasan
y con ellos los
encantos
que dejaron
en ese pasar
profundas huellas.
Dibujas en la sombra
del ocaso,
la pequeña
luz que nos alumbra,
la tersa
piel de una caricia,
el dulce
calor de aquel abrazo
que en tu inocencia
fue
la embriaguez de mi
alma,
la dulce ensoñación
de tu belleza.
SENSATEZ
¿Dónde está esa luz
que alumbraba tu
sendero?
¿Acaso, se quedó en
tu pecho
y resignada
ya no saldrá jamás?
Buscarla toda la vida
será tu grata tarea
al final
comprobarás
que tú eras la luz
y sin hallarla
estuviste iluminando
con tu abrazo
todo aquel
que se acercó a ti.
Busca la luz
dentro de tí
búscala.
EL TARDÍO VISITNTE DE
TANDIL
Tandil es ahora tu
ciudad,
habrás aprendido su
elaborada geografía,
tallada por algún
dios
de iluminación
perfecta.
Te habrán contado la
historia
de la piedra ladeada,
la misma que caía a
los abismos
y de allí se
levantada
en oleadas colosales
para impresionar
a los viajeros.
Serás extraño en esas
tierras,
te valdrá recordar
que Argentina y
Colombia
respiran la patria de
América
y en sus héroes
la libertad es un
estandarte
para atravesar la
eternidad.
Tandil es un emblema
para adornar la
tierra
de arte y de belleza.
No serás extraño en
esa tierra
y de allí regresarás
con la aguerrida
forma
del tango y la
milonga,
y si una cortesana
de ofrenda una
sonrisa,
a Tandil regresarás
y de allí no querrás
salir nunca.
Se paciente,
mientras Tandil
te vuelve a enamorar.
18 DE MAYO
Algo esquivo
queda temblando
en la lejanía.
Algo parecido
al misterio
de unos pasos
perdidos en la
sombra,
o la oblicua forma
de un sinsonte al
pasar.
Tu voz suena metálica
y perfecta,
en medio de la noche
de ese mar
embravecido
de eternas lejanías.
De repente,
tu voz se eleva
traspasando el
continente:
el dieciocho de mayo,
ese día
partiré para
Colombia,
OTRO HOMENAJE A LA
CURSILERÍA
José Emilio Pacheco
(México)
Me preguntas por qué
de aquellas tardes
en que inventamos el
amor no queda
un solo testimonio,
un triste verso.
(Fue otro mundo: allí la primavera
lo devoraba todo con
su lumbre.)
y la única respuesta
es que no quiero
profanar el amor
invulnerable
con oblicuas
palabras, con ceniza
de aquella plenitud,
de aquella lumbre
OBJETOS DE SILENCIO
Rafael Courtoisie
(Uruguay)
En una reunión, en
medio de una conversación animada cae, de pronto, una piedra invisible que provoca
la interrupción del diálogo. Los rostros se miran incómodos y alguien
carraspea.
La tensión dura apenas
unos segundos, hasta que alguien decide recoger el objeto y reanudar el diálogo
con una frase común. Pero en la habitación queda una marca indeleble que las
palabras no pueden ocultar.
ARS POÉTICA
Rafael Cadenas
(Venezuela)
Que cada palabra
lleve lo que dice.
Que sea como el
temblor que la sostiene.
Que se mantenga como
un latido.
No he de proferir
adornada falsedad ni poner tinta dudosa ni añadir brillos a lo que no es.
Esto me obliga a
oírme. Pero estamos aquí para decir verdad.
Seamos reales.
Quiero exactitudes
aterradoras.
Tiemblo cuando creo
que me falsifico. Debo llevar en peso mis palabras.
Me poseen tanto como
yo a ellas.
Si no veo bien, dime
tú, que me conoces, mi mentira,
Señálame la
impostura, restriégame la estafa.
Te lo agradeceré, en
serio.
Enloquezco por
corresponderme.
Sé mi ojo, espérame
en la noche y divísame, escrútame, sacúdeme.
PRECISIÓN
Con indeleble grafía,
la noche escribe
pesadillas
sobre
la piel
del destino.
MEDITACIÓN A DESHORAS
Los devotos entran al
templo
vestidos de
nostalgia,
sin percatarse
de su limitada
sabiduría.
En ese lugar de
húmedas cenizas
brilla el espíritu en
agitadas consignas,
y nos llama a visitar
mansiones celestes
en cada oración que los labios pronuncia
para calmar la humana
decepción
el porte imaginario
de las culpas
que hacen mella en la
frustrada desolación
del alma en
sus abismos.
Pero tú entras con la
prestada sonrisa
de otros tiempos a limpiar la conciencia
como si alguien agitara una consigna,
como si de tanto
pensar en cosas vanas
te hubieras detenido
en divinos presagios
y dejaras al mundo
sus menudas falacias.
Al salir serás otro,
tal vez ese
que imaginabas
a solas
cuando
el mundo
perecía
en su
nobleza.
Vuelve a empezar
todos los días
cuando de ti
te despidas
y encuentres
tu otro yo
jugando
a ser
divino.
CUENTA CUANTO QUIERAS
.
Oye pequeño aprendiz
¿Quién adivinar pudo
tus íntimos deseos,
si a nadie le
comentas
tus desdichas
y pasas indiferente
por las puertas
del olvido?
¿Quién envidia tu
porte de galán
en las pampas
argentinas?
¿Acaso caminas
descalzo por las playas
repasando las canciones
que olvidaste,
o los poemas que nadie escribirá?
¿Te acordarás de las
pequeñas cosas
que te hicieron
saltar de alegría
ante el pocillo
blanco
donde veías en escena
tu última invención?
¿Te acordarás que
aquí estuviste
declamando por
doquier,
como si quisieras
arrebatarle a los poetas
su tono musical?
Esta casa espera por
ti
pequeño aprendiz.
Vuelve cuando
quieras,
pero eso sí,
ensaya antes
de empezar a contar
tus aventuras
pues nadie regresa
ileso
de un recuerdo.
A veces el timbre de
una voz,
se parece al tono
familiar de una tormenta,
porque nos pone a punto de zozobra.
Vuelves a la ciudad
de las murallas
y palomas encendidas,
a contarnos de alguna
fiesta ebúrnea
maquillada con tambores
ultramarinos.
Buenos Aires, es el
reflejo
de mares de diamantes
y parques de próceres
eternos
eso te da la
dimensión de tus plegarias
y las cosas que Dios
ha hecho
en los parques argentinos;
eso te magnifica por
dentro
para decir:
qué ciudad tan hermosa,
cómo hizo Dios
para soñar tanto!
Serás otro cuando
regreses del lugar
de los sueños.
Ve por buen camino
hijo mío
y no mires hacia
atrás;
ni las velas que
alegraron tu viaje,
ni los rostros que te
amaron;
lo pasado, pasado
está;
no te detengas a
contemplar
tus emociones;
mantén la cordura
y el ojo atento
a cuanto pueda
suceder
hoy, en este
instante.
Es todo cuanto
tienes.
La vida se hace de
retazos de ilusión
y un poco de verdad.
Mira con dulzura la
ciudad que habitas
y a la mujer que a tu lado suspira;
mira con ojos de
libertad el mundo
y si a Tandil
regresas,
diviértete, sé niño,
echa a volar
tu
imaginación;
sé benigno
contigo mismo
y no vuelvas
donde una vez
lloraste;
derrota a la
tristeza;
ríe de buena gana
ríe cuanto puedas
ya habrá tiempo
para la piedad
de tus nostalgias.
En Tandil
las casas le levantan
al compas de algún
suspiro,
y los rostros son
tatuados
con truenos y
relámpagos;
advierte hijo mío
que en esas tierras
las gentes sueñan
cementeras
en los predios de
Dios
y se levantan airosos
a destronar auroras
para alquilar
balcones
que dan al infinito.
Sé prudente
feliz hijo mío,
Tandil te lo dice de nuevo.
CANCIÓN DEL AFILADOR
Juan Manuel Roca
(Colombia)
En las viejas piedras
del jardín
he visto brotar
estrellas al contacto del cuchillo.
Se que en la punta de
un puñal
cuelga un grito
y que hay puñales que
evitan las heridas,
que redondean la
silueta
de una bella mujer en
un panel de circo.
He visto en un
grabado
una daga huyendo
clavada al lomo de un venado
o, en un sueño,
quizás
una navaja
recorriendo el cuello de una dama.
Oigo un lejano
tintineo de metal
por las calles que
conducen a la noche,
pues los cuchillos se
desbandan
en noches de luna,
se agitan en la
pretina del ladrón
o en la mirada oculta
del guerrero.
Pero ningún puñal de
sombra tan hiriente
como la larga
ausencia de tu cuerpo.
ARTE POÉTICA
Vicente Huidobro
(Chile)
Que el verso sea como
una llave
que abra mil puertas.
Una hoja cae; algo
pasa volando;
cuanto miren los ojos
creado sea,
y el alma del oyente
quede temblando
Inventa mundos nuevos
y cuida tu palabra;
el adjetivo, cuando
no da vida, mata.
Estamos en el ciclo
de los nervios.
El músculo cuelga.
Como recuerdo en los
museos;
mas no por eso
tenemos menos fuerza:
el vigor verdadero
reside en la cabeza.
Por qué cantáis a la
rosa /¡poetas!
Hacedla florecer en
el poema;
solo para nosotros
viven todas las cosas
bajo el sol.
El poeta es un
pequeño Dios.
LA CERTEZA DEL
CAUTIVO
Puede que te hayan
cautivado
las puestas del sol
o la cabelleras
de las argentinas;
puede que las
borrascas de la mente
te hayan tendido una
trampa,
y amanezcas
sojuzgado,
por algún dios
enfermo,
pero estás en
libertad
para izar banderas
sobre campos de
opresión
y esclavitud.
Puede que te
desprecien,
y profanen tus
templos,
“puede la tierra
deslizarse hacia la muerte”
puede brillar el sol
en tu morada
y sin embargo
sentirse abandonado
por los dioses y los
astros;
nadie
cruzará en vano tu
camino
para entonces, habrás
aprendido
la humildad
en un grano de maíz.
ESTAMPIDA
Por los cuatro
costados del mundo
llegaban derribándolo
todo
como una horda
milenaria
barrida por el
viento;
destruían cementeras
y quebradas,
y a cielo abierto
entonaban
épicas faenas
de guerreros
invisibles
que consternaban sus
mentes:
llenaron las
planicies,
y los acantilados,
y en un silencio
que pareció eterno,
espiaron por el ojo
del mundo
los cuatro del
concierto;
se encendieron las
luces,
y una guitarra
rasgó la multitud
con un lamento;
la voz del ídolo
partió en dos los
tiempos
de la espera,
rugió la multitud.
De repente algo
cambió para siempre,
el aire se enrareció
y el cielo se tiñó de
rojo;
la multitud
enrarecida
desató la estampida,
salían gritos de
aquel
campo de batalla,
el hemisferio se
inclinó
y de aquel lugar
incierto
solo quedó
la voz del índio
SOLARI
enhebrando la
tragedia.
Todo lo viste desde
lejos,
como una visión
apocalíptica
como un tizón al
viento
destrozado por un
gigante.
De regreso a la vida,
el cielo era azul
y azul la mirada del
relámpago
que atravesó las
fronteras
de la verdad y la
mentira,
eso que deja la
inconciencia humana
rescoldos de ese algo
que se pierde después
del acto solemne
de las bromas de
Dios,
jugando los dados de
la muerte.
Ya no sabes
a dónde van tus pasos,
cuando intentas
relatar la historia
que quedó en el campo
de batalla
y los rescoldos
del fragor humano,
cenizas
de gritos,
fragor
de soledades
atravesadas
por el tiempo.
Cuénta la historia
que viste
rodar por los abismos
de las pampas
argentinas.
Haz de saber
que en este trajinar
por la vida,
se desproteje la
conciencia,
ocasionando males
así nadie sabe
del cielo que anuncia
los infiernos.
Antes de viajar
asómate al mar,
cuénta lo que viste
en tu interior,
no malgastes el
tiempo
en pesares
o malas jugadas del
destino;
antes de viajar
limpia tu alma
echa volar
tu imaginación.
UN VESTIDO PARA TU
PARTIDA
Si has de partir
que sea primero
de tus viejas
convicciones;
el río bebe sus
sombras
y el mar se embriaga
de ausencias;
muchas estrellas
se multiplican en tus
ojos
y el necio resplandor
de alguna idolatría
te protege;
si has de partir
que sea primero
del lebrel de tus
pasiones;
de tus sienes
ardientes,
pasarás
a alguna puerta
olvidada
a alguna aldaba sin
sol,
o acaso algún penacho
abandonado
en el templo de
dioses
plausibles de
silencios
y salutríferas
canciones;
si has de partir,
que sea primero
de tus verdades
eternas
y tus ideales
precarios;
el invencible
infinito
te protege;
antes de partir,
ve primero
al lugar de los
vientos,
busca los sonidos
ocultos,
aprende a tocar
alguna melodía,
antes de partir;
una ave dormida
triunfará en tus
predios
y tocarán a vuelo las
campanas
cuando decidas
recuperar
los mármoles del
silencio
y adviertas
el vacío de los
cuerpos
que golpean tus
ventanas;
antes de partir,
revisa
tus pasajes internos
aléjate de augurios
y torrentes
monstruosos.
LA INAUDIBLE VOZ
Ayer oí al otro lado
de la línea
una voz que a tramos
se perdía
en los intervalos del
tiempo;
era la voz inaudible
de tu acento
pugnando por salir de
alguna lucidez
o de algún laberinto,
no sé, fue tan
simple:
de repente… silencio,
y el que estaba, ya
no está.
Me pregunté si
alguien
te arrebató la risa
o un turbión de
niebla
te arrebató las
palabras.
Al otro lado
silencio,
un temblor de
geranios
perfumó mi alma
con la dulce esencia
de la resignación.
Callé y ya nada fue;
Te habías ido
de mi,
a veces pienso
que eso no es raro,
casi siempre
se van de mi los
seres amados
como si no soportaran
mi presencia,
como si nada
los atara
a mis locuras.
Ahora me consuelo
pensando
que fue
una simple
ilusión,
tu voz
venida de tan lejos,
donde no sé qué harás
y dónde reposan tus
sueños.
Cuida tu acento hijo
mío,
no sea que en esa
lejanía,
alguien te arrebate
el silencio
y tengas que aférrate
a las palabras
para poder vivir.
ITINERARIO DEL DESEO.
Dicen que cada quien
vive la vida
como quiere y así ha
de ser,
pero tú te empeñas
en vivir otras vidas
en tu vida
y soñar
lo que otros sueñan
en tu afán
de reflejar
en los espejos de tu
alma
los despojos
de otros sueños
cuando nadie
se inclina
a recogerlos.
Deben ser tus
pensamientos
obligados al rigor
de las pasiones,
o alguna forma
indecisa
brillando en la
penumbra.
No olvides que la
poesía
“vuelve como la
aurora en el ocaso”,
dijo el buen Borges,
y se dispuso
a claudicar
en los espejos.
Regresa del milagro
de los sueños,
vuelve a la vida
simple
la que siempre te
dijo,
que pensar solo es el
reflejo,
de alguna herrumbre
de lo eterno,
alguna forma sutil
de hacer dos veces el
camino
en las cenizas del
deseo.
Vive la sencillez
de un grano de
mostaza,
fabricando los tronos
de Dios
ENTRE EL AMANECER Y
TÚ
Otro amanecer
y otra lucidez.
¿Cuántas veces
habrás pensado
en la trasparente
lluvia
de la ausencia,
en las cosas
que van y vienen
y nos consuelan
y pasan
sin dejar
ninguna huella,
ninguna cicatriz para
el olvido.
La vida amanece en
cada ser
y en cada pétalo se
renueva la flor;
¿Qué es la vida sin
ese amanecer?
Una simple gota en el
vacío,
Aléjate de déspotas y
sabios
que pretenden
transformar el mundo,
si alguien predica la
humildad
aprende el artificio
para tolerarlo,
asiste al banquete de
los cortesanos,
mas no te fíes,
ellos suelen ser
pulcros con sus legionarios
y sofistificados
hipócritas.
Se paciente, no te
distraigas en pequeñas contiendas,
y no malgastes el
tiempo en conciliábulos de cantina;
comparte tu vida con
mujer virtuosa,
antes que con su
belleza
no olvides
“que de la red de oro
cuelgan arañas repugnantes”
Dices que el frío del
otoño empieza,
eso te hará bien,
hay que saber contar
los relatos de la naturaleza,
para vivir bien,
eso, y dejarse llevar
de alguna lumbre
que perfume tu vida
de dorados soles.
INALCANZABLE
He decidido escribir
para ti
pensando quizás
que al escribir,
puedo arrebatar de mi
memoria
el día que te fuiste,
tu mano levantada
y tu sonrisa ingenua
casi sumisa
ante la partida.
Todo en vano,
cuanto más intento
nada alcanzo;
algo me dice
que estás más allá
de mis palabras.
IDEARIO DE LOS
ESPEJOS
Dicen que Pitágoras
escribía en un espejo
y los hombres leían los
reflejos,
esas son argucias de
Borges,
amante de lunas y
aguas transparentes;
creo que sabía que
alguien nos mira por dentro
y no atinamos a saber
de quién se trata,
pues somos reflejo de
otro espejo,
o de alguien que se
mira sin piedad
y se arrepiente.
Yo por mi parte
pienso en ti,
con la dulce devoción
de los espejos
que copiaron tu alma
en mi memoria
y de tanto repasar
esta historia
se volvió asunto de
mi diario transcurrir.
LA NOCHE
INDESCIFRABLE DE TU SER
Alguien escribe
jeroglíficos en el aire
y copia músicas celestes,
deben ser las manos
de Dios
adivinando tu presencia
en tierras argentinas.
Habrás aprendido a
ver el mar
en la trasparencia de
tu espíritu;
serás el otro que
esperabas,
en el dintel de
puertas invisibles;
te habrás imaginado
en otro rostro
en otras soledades
en otras playas
olvidadas.
Tallar tu rostro en
cada experiencia,
y en cada mirada,
en cada rostro amado
o en un simple
transeúnte,
es trabajo de un
instante
o de toda la vida.
Cada árbol y cada ser
te multiplican
en los estrados del
destino.
Aprende a tallar
estatuas de silencio,
ve por buen camino y
no malgastes el tiempo
en las pequeñas
trampas de la vida,
no se vive dos veces
la misma ilusión,
el cuerpo zarpa
y nosotros navegamos
a la deriva
sin entender las huellas
de los
acontecimientos.
Somos un poco fervor,
un poco traviesos
duendes,
perdidos en un mar de
incertidumbres.
Alguien escribe
historias detestables
en amargas noches,
saca a flote tu
lucidez
y ve con premura
donde el agua aprende
el oficio de la
simplicidad.
Mira ese cuadro
de invisibles flores
y tallos de silencio,
cuadro de rostros
diamantinos
y mares descubiertos
por bárbaros Atilas,
allí estarás,
calculando
la circunferencia del
tiempo
y tu osadía
de mirar lejanías
con los ojos
prestados
de la ausencia.
Se cauto hijo mío,
atiende las señales
en el cielo
cuando alguien
escribe
jeroglíficos de amor.
IDEARIO DE LOS ESPEJOS
Dicen que Pitágoras escribía en un espejo
y los hombres leían los reflejos,
esas son argucias de Borges,
amante de lunas y aguas transparentes;
creo que sabía que alguien nos mira por dentro
y no atinamos a saber de quién se trata,
pues somos reflejo de otro espejo,
o de alguien que se mira sin piedad
y se arrepiente.
Yo por mi parte pienso en ti,
con la dulce devoción de los espejos
que copiaron tu alma en mi memoria
y de tanto repasar esta historia
se volvió asunto de mi diario transcurrir.
PRECISIÓN
Hoy sé de ti por este cielo abierto,
por esta sinfonía,
hoy se de ti por esta sensación
de aprisionarlo todo
en un instante;
hoy se de ti
por esta transparencia,
por este lugar insólito
donde me habito
pensando en ti.
Hoy se de ti,
por el pájaro detenido en el aire;
no se si alguien escribe por mi
o me dicta desde secretas sombras;
como si alguien pulsara mi mano
mi mano detenida en el aire
como la tuya aquella noche de junio.
Hoy se de ti por
esta luz de errante cabellera
por este camino de esmeraldas,
por este canto indefinido
pulsando la nostalgia,
por esta
mirada detenida en el paisaje.
Hoy se de ti
porque alguien escribe tu nombre
detrás de los espejos,
y vuelve el coloquio
de los muros grises.
Hoy aprendo
que estar lejos
en la voz de los truenos,
es vivir
la epopeya del silencio
en la triste mirada de los sauces
y en esa melodía
que se pierde
en mitad de los cielos.
Hoy se de ti
por el corazón del agua
por las cosas repetidas
que revolotean sin cesar
en mi alma.
TENENCIA.
Quisiera caminar al lado de un poeta para decir lo que tengo que decir,
pues no encuentro cómo contarte que en
algún lugar luminoso donde se pierde el oro de la tarde, estás recordándome que
asisto al velamen de los sueños y
quisiera saber, dónde estás, si
tienes presente tus proyectos. Tus compromisos con la vida. Si en tus pasos se
repiten otros pasos, o simplemente caminas por las calles de Tandil,
repasando historias borrosas, pequeñas
contiendas de conserjes invisibles y
lápices odiosos. A veces pienso que cada instante se repiten los segundos y con
ellos nuestros actos, sin dejarnos pensar en lo efímeros que somos, en la
escasa partitura, que escuchamos de la gran sinfonía del universo. Debo
entender que cada día es un milagro y que en tu conciencia habrá combates,
imposibles de descifrar, mas no importa. Lo único verdaderamente importante, es
saber vivir, poniendo en cada instante todo nuestro ser, y aprender de los
demás cuanto nos pueden dar. Los seres humanos siempre tienen algo que enseñar,
de sus debilidades y grandezas. Emprender la jornada pensando que todo saldrá
bien y que nada cambiará por fortuitas que sean las cosas, nuestro estado de
ánimo. Cuídate hijo, se feliz.
ESCULTOR
Deja que tus actos modelen tu cara,
el viento de las emociones tallará tu rostro,
esculpirá tu cuerpo mientras el tiempo pasa
y se redime en tus ojos sedientos de luz.
El inventor de apriscos siderales,
moldeará tus facciones,
y tus cantos.
Cuando cantes,
alguien cantará por ti,
no es tu canto
otros cantan por ti
solo así aprenderás
un canto nuevo.
Escucha el paso silencioso de las estrellas
cuando alguien susurre a tus oídos;
en cada ser parpadea la eternidad,
mas solo adviertes su presencia,
en el rumor que dejan
tus pensamientos al pasar.
Deja al tallador su oficio,
dedícate a ser sabio,
consultor de antiguos monasterios,
descifra el enigma de tu vida,
en los ojos de quien te mira
y no comprende,
pues más allá del artificio,
todo regresa al misterio de la vida.
Deja que tus actos modelen tu rostro
con el sabio escultor;
con el tiempo descubrirás
para bien tuyo,
que la vida
es el mejor
escultor
de monumentos.
TRAVESÍA
Voy por lugares insólitos
buscando dónde hallar tu sonrisa ingenua
y tu ansiedad de niño sitibundo.
Tal vez alguien responda a mis preguntas,
en alguna fonda o en un salón
de ensortijadas hojas
y niñas de adorable belleza,
pero tu acento, tu mirada de niño bueno,
¿dónde está?
¿En un raudal o en los huracanes?
¿O en las pampas argentinas,
donde vives con prestadas frases,
la dicha de ser colombiano?
Voy preguntando por ti
a los cuatro vientos,
a los héroes somnolientos
que partieron en dos la tierra,
a los incautos transeúntes de Cuenca
a las bailarinas chilenas,
a los flautistas de Cusco,
y no hallo respuesta.
Tal vez si le pregunto a Dios
me sepa dar
una respuesta.
Tal vez cuando te alcances,
en esa
carrera invencible
que casaste al salir de casa,
encuentre la respuesta.
Se valiente hijo mío
cuando encuentres el camino.
INTUICIÓN
No puedo oir tu voz
es cierto
pero puedo intuir
tus apuros
en medio del asombro.
No puedo contar tu historia
porque la escribes
en lugares lejanos.
_______________________
EGÓLATRAS
DE VIDRIO Y TALISMÁN
Al otro lado del
mundo
los idólatras cantan ilusos himnos
a los dioses;
saben que los hombres
abren las
puertas
para que entre
la peste
y asesine a los
mendigos.
Al otro lado del
mundo
la gente entra a los monasterios
con ropajes
impecables
y rostros de
imperturbable expresión;
saben
que en las
montañas de Sión
las muchachas se
despojan
de sus
vestiduras
cuando
escuchan al profeta
repetir
imprecaciones
a los impostores
del reino.
Pero aquí, en
este lado del mundo,
ningún profeta
asoma,
y si lo hace es
por descuido
porque están
arruinados
de tanto
predicar en el desierto.
Escucha al profeta,
hijo,
no sea que de
tanta indiferencia
un día
despiertes
en un país sin
nombre
calculando el
vacío
por el que te fuiste
y no encuentres
la salida.
__________________________---
Solo escuchó el eco profundo
de un lamento,
algo parecido al misterio;
una incierta lobreguez de lejanías,
como el vuelo tronchado de un ave.
LA ENCRUCIJADA DE KAVAFIS
Lléva todo cuanto tengas a tu alcance,
lleva tus sandalias para el desierto
y no repares en el beduino
de tosca barba;
ni en la princesa azul
qué conquistó Malacia;
ni en los héroes de Damasco;
a tu destino has de llegar,
cuando el sol haga círculos de fuego
detrás de tu sombra;
si te detienes a recoger lisonjas,
perdido estás;
no los escuches
no malgastes el tiempo;
se valiente cuando
tengas que pasar ríos turbulentos
y en las murallas
de la vieja ciudad,
devuelve la sortija
al anciano
que grita improperios
a los traficantes de Abisinia;
se prudente
con los encantadores de serpientes,
que tienen un ojo mágico
y condenan al suplicio
el sonido de las flautas;
detente a conversar
con los compradores de camellos
pues ellos poseen en sus lenguas
las memorias del desierto;
si te da por entrar a alguna tienda
donde una bailarina
enseña sus cadencias,
relájate, piensa en sus ojos de arena,
y sus certeras audacias
para embrujar extranjeros;
ve por buen camino, hijo mío
y no mires hacia atrás,
ni las naves de los Zelotes,
ni el incendio de tu memoria,
postergando los días.
Son tiempos cruciales
y la tierra mancillada
por cíclopes y asaltantes
está a punto de perder
la línea imaginaria
de su inclinación meridional.
Ve por buen camino hijo,
y no pierdas la cabeza
por una cintura hechizada
ni por el brillo del metal,
a tu destino llegarás,
sin traje,
pero virtuoso
y condescendiente
contigo mismo.
Más allá de los cerros,
una nube asoma
a perfilar los senderos
por donde andará el cielo,
y tú, pequeño aprendiz
de siderales músicas,
¿qué harás a estas horas?
Mira los reflejos de tu alma
EN LA CASA DE LOS SUEÑOS
Por lo pronto estás a salvo
de minotauros y plagiarios;
de todo eso estás a salvo,
pero, de ti ¿Quién
te librará?
Mira a tu alrededor:
al vendedor de baratijas,
la bailarina de los siete velos,
el lanzador de cuchillos,
el traficante de diamantes,
ellos darían sus vidas
por un instante,
con el hacedor de lejanías,
que una tarde se perdió
por los túneles del tiempo,
y desde entonces la tierra
está vacía de esperanza.
Fíjate con quién andas
y a quién confías tus secretos;
no sea que un día
encuentres vacía la casa de tus sueños,
y algún gendarme
te conduzca al laberinto
de los siete mares,
y te halles del otro lado,
habitando un mundo,
de inauditas princesas
y monarcas siniestros.
Todo puede suceder,
cuando estés despierto
y te halles a solas
con tus pensamientos.
ESPEJISMO EN BUENOS AIRES.
Es probable que hoy no esperes a nadie;
que incluso te olvides de ti mismo,
o, que pases desapercibido
en algún parque de Buenos Aires,
o que los habitantes de Tandil
te saluden y tú indeciso,
mires a la mujer
que llevas a tu lado
con las ropas ajadas por el viento;
es probable que las gentes no se den cuenta
que vas con una mujer invisible
cantando himnos de alabanzas en tu piel,
y tú poseído de heroísmo,
entones a los cuatro vientos,
canciones inaudibles;
muchos te creerán seducido
por el mal de los ocasos,
pero tú, fabricante de sonrisas,
te sentarás
a recordar la patria que dejaste
y amarás ser transeúnte del mundo
porque así nadie descubrirá
la nostalgia
que te asedia
en medio del populacho envilecido.
Cuando alguien te salude,
te habrás ido,
nadie sabrá
que en los parques de Buenos Aires
camina tu pensamiento
sin prestar atención a los vecinos,
ni a la mujer invisible
que a tu lado te acaricia.
ALTISONANCIA
La noche se diluía
como agua en los vitrales;
nadie veía por mí
la agónica despedida.
Dónde podré no verte,
si en todas los lugares
y a todas horas estas presente.
Esa noche de junio
te fuiste con la sonrisa fácil
y sin la voz trémula
dijiste “hasta pronto”
como si el adiós fuera un milagro
y cada puerta
dibujara la estatua del silencio.
No habrá
quién recuerde
tu mano levantada
presagiando
la memoria de la ausencia.
La ciudad quedó vacía de repente,
con un rumor de voces
con una sensación
de pasajes secretos
por donde se iban los recuerdos.
Ahora viene a mi memoria
la misma ventisca de esa noche,
la misma soledad
el mismo rece
de algo que se pierde
en las murallas del miedo y del asombro;
la misma complejidad
de un castillo de arena
arrebatado por el viento.
Esa noche te fuiste es cierto,
pero en mi
alma
vives con más
intensidad.
Sé bueno hijo
cuando la vida
repita en el círculo del tiempo
la misma canción
de aquella despedida.
SOLEDAD
Se ha quedado solo el campo
donde solía brillar el sol,
idealizando presencias.
Se ha quedado solo
en la lejanía del recuerdo,
como si nadie escuchara
ese acento olvidado.
Saber de la
esperanza
es un milagro que eterniza,
es saberse preso de la dicha
sin saber que en
ella te esclavizas.
INSISTENCIA
La brisa se
queda
en la ventana,
indagando
por alguien que se fue,
de tanto insistir
toca
algún recuerdo,
refugio
del misterio.
DILUCIDAD
Conversábamos asuntos cotidianos.
La tarde caía sobre la ciudad gris,
mojando las palabras.
Conversábamos
cualquier cosa,
cualquier cursilería
al azar del destino.
Caminantes de una ciudad desconocida,
matizada de fríos,
diluida en extraños murmullos,
íbamos sin prestar atención
al horizonte
que se desplomaba,
en las montañas vencidas
por densas neblinas.
Algo cambió nuestras vidas,
no sabíamos que una conversación
sin preludios,
nos regresaba a los primeros años,
al abismo existencial.
En tus manos soy
un rey
en tus brazos, esclavo,
en tus ojos refugio,
de eternos reflejos.
Algo sucede cuando pienso en la ausencia,
debe ser mi alma
buscando caminos
en la trasparencia del día,
o los simples sonidos
de las voces
perdidas en el viento
intentando
reconstruir
nostalgias.
Deben ser
los pasos
del olvido.
INCONGRUENTE DUPLICIDAD
Si nos has advertido
cuánta falta me haces,
asómate un instante ,
mira a tu alrededor,
los mismos rostros
la misma gente,
en todos,
soy el iluso transeúnte
que inventa tu sonrisa,
y se sorprende de ser tu mismo
cuando alguien te saluda
y no adviertes mi otra presencia,
la que pregunta por ti
en el fulgor de una mirada
o en el lejano espesor
de una azul lontananza.
TEJEDOR DE SUEÑOS
No sabría qué decir cuando alguien pregunte
por ti y se me nuble el pensamiento;
no podría decir por ejemplo,
que haces falta en esta casa,
que a la vuelta del camino
el viento inventa mariposas
y reconstruye tu mirada;
no sabría decir que estás en todas partes,
con tu mochila de chico ingenuo,
y de niño necio;
no sabría contestar cuando alguien pregunte,
por tu maleta de sueños,
cuando alguien indague
por la sombra que dejaste
en el dintel de la puerta,
y se quedó dormida
a nuestro lado.
No sabría qué decir
cuando pregunten por tus libros,
tus canciones
tus lazos
de enlazar ilusiones.
Me atrevería a decir,
que si eres el tejedor de silencios,
entonces sé por qué las noches hablan
de ti en los reflejos de la luna
y en la brisa que se detiene en las ramas.
Entonces puedo explicar
que estás ausente
pero no de mis pesares,
y de mis ganas de abrazarte otra vez
como cuando llegabas a decir
“Hola todos, cómo están?”
LAS NAVES DEL VIENTO
Esta música se acuerda de ti,
atraviesa montañas
y senderos,
como diciendo:
aquí estás,
y sin pensarlo
se instala en mi corazón.
A veces te imagino,
con los pies descalzos
recorriendo
las playas
de algún país lejano;
hasta creo que piensas
en las palabras que se quedaron
plantadas en mitad de una despedida;
a veces quisiera
pensar que el viento tiene alas
para perfumar tu frente
y consagrarte
al dios de los recuerdos;
a veces se me ocurre
que estás presente en mis manos
cuando intento acallar los sollozos
y descifrar
los por qués de la existencia.
Pronto el horizonte
tendrá luces nuevas
y cantos nuevos;
llegar es todo
cuando se espera todo,.
DIVAGACIÓN.
A manudo preguntamos
quien es el desconocido
que atraviesa el puente de la vida
y se introduce en
la casa
para poner en evidencia
nuestras precarias
formas de entender.
A veces pienso que la naturaleza
es injusta por la escasa equidad
entre el sabio y el ignorante,
pero esa es la realidad,
una realidad que tampoco entiendo,
porque nos pone en duda
frente a la imaginación.
Es cierto sucede a veces,
Pero en ocasiones
Es mejor no preguntar
ELUCUBRACIÓN SIN FUNDAMENTO
¿Qué es la eternidad
en el preciso
instante del recuerdo?
Una ansia de liberar la estéril nada,
una fugaz melancolía,
que nos advierte que el instante todavía,
perdura en la memoria,
cuando todo se ha ido
a los predios del olvido.
___________________________
A TU LLEGADA
Pasarás por una puerta grade,
veras tantos
rostros,
que no podrás identificar,
a cuál de esos te pareces;
quizás a ninguno,
quizás a todos,
en esa confusión
hallarás
el rostro que buscabas,
la otra pretensión
de tu afanosa búsqueda,
el desconocido
que siempre
te asedió.
Buscar, buscar siempre
más allá de lo posible,
buscar hasta
encontrarse algún día
de frente con la vida
y ser ese otro que buscabas
en palacios imperiales,
o en jirones de esperanza,
saber que en todo
lo vivido
se oculta el bien perdido
y en la vanidad o en la locura
no entendimos,
la realidad de esos
tesoros.
Demás está pedir
prestada una canción,
un eslabón de
sentimiento,
si en todo caso
la distancia repetida
es apenas
la pretendida senda
que guía el
pensamiento.
Preguntar, preguntar
siempre
de dónde nos vine eso
de asirnos a la vida,
es un misterio que
convida,
a esclarecer
de dónde nos viene
esa lejanía de
murmullos
que nos hace
habitantes
de un instante
de lucidez sombría.
¡Cómo nos duele
Causar algún dolor!
Quisiera uno olvidar
su humanidad
perderse en el mar
inaudito
que nos dio la
desgracia de sentir
y abandonar este
barco
que jamás debimos
abordar.
La estéril vida
que de culpas
engendra
males por doquier;
la sentencia
de mortales desafíos,
destrozando
la senda
que jamás
debimos
comenzar.
Tus ojos
Tus ojos son la patria
del relámpago y de la lágrima,
silencio que habla,
tempestades sin viento,
mar sin olas, pájaros presos,
doradas fieras adormecidas,
topacios impíos como la verdad,
otoño en un claro del bosque
en donde la luz canta en el hombro
de un árbol y son pájaros todas las hojas,
playa que la mañana
encuentra constelada de ojos,
cesta de frutos de fuego,
mentira que alimenta,
espejos de este mundo,
puertas del más allá,
pulsación tranquila del mar a mediodía,
absoluto que parpadea, páramo.
Tus ojos son la patria
del relámpago y de la lágrima,
silencio que habla,
tempestades sin viento,
mar sin olas, pájaros presos,
doradas fieras adormecidas,
topacios impíos como la verdad,
otoño en un claro del bosque
en donde la luz canta en el hombro
de un árbol y son pájaros todas las hojas,
playa que la mañana
encuentra constelada de ojos,
cesta de frutos de fuego,
mentira que alimenta,
espejos de este mundo,
puertas del más allá,
pulsación tranquila del mar a mediodía,
absoluto que parpadea, páramo.
Octavio Paz.
-________________________________________________________
Por este camino
alguna vez pasó
un joven apuesto,
buscando voces.
Aquí se quitó las
sandalias
y dejó el morral
para que lo pulsara
el viento.
Quería mirarse en el
espejo de la tarde,
revivir su niñez
en el vuelo de una
mariposa,
lanzar piedras al
viento
como lo hacía de
pequeño.
Ahí se quedó
petrificado,
intentando oir las voces de la estatua
que alguna vez
visitaran los
abuelos.
Bueno hijo,
quiero que aprendas
de memoria
esta historia:
el hombre que vive
allá abajo,
junto al río,
perdió la memoria
de tanto pensar en su
país;
creía en todo menos
en sus pasos,
soñaba con atravesar
el horizonte,
y partir en dos la
niebla,
no sabía que de todo
se regresa
menos del olvido
y se dejó llevar
de esa luz
incandescente
que iluminaba la
noche
y desterraba los
fantasmas;
cuando quiso volver
no halló la puerta
por la que siempre
entraba
a sonreírle a la
mujer
que siempre lo esperó
con los ojos
ausentes;
quiso gritar
pero su voz
se perdía en los ecos
del silencio
sintió que sus manos
flotaban
en la vaguedad de un
silencio de lunas,
entonces quiso hablar
con los vecinos,
pero todos se habían
ido,
y de esa luz, o de
esas luces,
solo quedaba el
fogonazo
que lo convirtió en
humo y ceniza
de un país
desconocido.
Ahora vaga
dando vueltas
en derredor de la
casa
que una vez
habitó el fantasma de
sus sueños.
No te apures hijo
mío:
El hombre del río
vendrá esta noche
a contarnos la
historia
que nadie escuchará.
Fuiste otra vez
el faro de un
recuerdo,
un instante detenido
en el miraje
de mis penas,
una luz
en mi oscura senda,
pero eso bastó
para vivir de nuevo
el confín de una
caricia,
la dicha plena de
decir de nuevo:
vida de mi vida
por ti
en la distancia
muero.
-__________________________________________
Si de algo te sirve
estar soñando,
sueña hijo mío cuanto
quieras,
quizás te encuentres
con alguien
que te sueña,
y en ese soñar estas
despierto,
quizás adviertas,
que en los sueños,
parecemos eternos,
dueños de hermosos
paraísos,
que somos nadie y
muchos a la vez;
y solo al despertar,
advertimos
que somos las hebras
de otro sueño
el suspenso que dejan
las palabras viejas,
las que nadie predice
cuando adviertes
que estás en esta
tierra,
predispuesto a morir
de risa
y si acaso te asedia
el llanto
a pasar de largo la
pesada carga.
No enturbien tus
pasos,
ni miedo ni el
desprecio,
ni tampoco la niebla
en el sendero;
a tu destino llegarás
con la moneda falsa
de los sueños
y la certeza de
vivirlos.
-________________________________________
Uno bien quisiera
incarse de rodillas
implorar si es
preciso,
la patria de los
versos
salir por un
instante,
a buscar la melodía,
que anda perdida
en los confines,
pero se advierte,
que nadie viene
en nuestro auxilio,
la tierra que
pisamos,
se mueve en la
imprecisa
noche del olvido,
la nada nos define
en los altares
eternos.
----_________________________________
LOS PASOS DE LA
NOCHE.
Toca el viento las
campanas
de un templo
invisible,
en tus ojos arde la
noche
como un recuerdo
triste,
no he de saber de
donde viene
esa ventana de
soledad
que lenta advierte
la presencia
inmaculada
de tu encanto,
perfumado de lentas
lejanías,
quizá tan solo fue la
noche
que pasó descalza
tanteando mi
nostalgia.
Esta breve nota
estremecida por la
niebla,
¿Salió de algún
pesebre
o se fundó en el
fondo
de una sacristía?
Esta breve pausa
envilecida
por los gritos de la
noche,
es el preámbulo
de algún suspenso
o del principio de
una pena?
somos el eco de un
sonido
la lejanía de un
hechizo,
el lebrel de una
partida,
la nostalgia
de un dios
meditabundo,
el cordel con que se
atan
los zapatos del
universo,
conversamos a solas,
con nuestra propia
soledad
y no sabemos a quién
culpar
de la impiedad,
si a los hilos de la
noche
o simplemente
a nuestra incapacidad
de razonar.
-__________________________________________
Ya estás en tierra firme
ya pisas la
tierra que tocaste
con tu aliento;
nadie habrá de
reprocharte
por andar con el pelo
suelto
y la camisa ajada.
Vienes del otro lado
de la ausencia,
a poblar las manos
que tejieron tu
destino,
a decirnos que el
mundo
es la sumisa
imperfección de los deseos;
que esas gentes
de costumbres raras,
sabían hornear el pan
y hermosear la vida
en cada frase;
ahora estás de
fiesta,
vuelves al país de
los metales
con la sonrisa presta
a una danza de promesas,
y el corazón
dispuesto
al trigal de la
esperanza.
Hijo: aquí las tardes
se vuelven cementeras
donde un hábil
segador
transforma en oro
los suspiros
y Dios se acuerda de
nosotros
en el encanto feliz
de las plegarias.
Ya estás en esta
tierra,
y en mis manos florecen
las anémonas,
de un invierno de
pesares,
que se volvió alhajas
y azahares
en medio júbilos
y gritos de
esperanza.
Se feliz, hijo en esta tierra
de encantos y
festejos.
__________________________________
Pienso al despertar
cosas extrañas:
una patria irisada de
metrallas,
un payaso en el solio
de Bolívar,
un frenesí de lobos y
asesinos
colmando las
graderías del pretorio,
unas fieras devorando
a otras fieras,
que en el puro festín
se van hundiendo
en cabalísticos
fracasos.
En nuestro afán por
conquistar la gloria
malogramos cada
instante de la vida
para hacer de oro la
existencia,
y en las volubles
páginas del viento
escribir la palabra
que nos dirá en
silencio
quién habita el otro
lado de los sueños
y quién indaga
nuestras dudas
cuando en los valladares
de la vida
el más sutil de los
recuerdos
nos regresa a la
perdida senda
y el alma extasiada
hizo retazos
de ilusión en cada
acto pensado
o presentido.
VIENTO EN FUGA PARA
DECIR ADIOS.
Qué es la vida si no
un viaje secreto del olvido,
una constante
despedida de los bienes de este mundo,
una feria de
vanidades y ostracismos.
Algo nos impide
alcanzar el bien soñado,
y lo que fue
artilugio de los años,
se vuelve vestigio de
un viento de cenizas.
Levantaste la mano en
un “hasta pronto”
y en ese instante de
solemne alcurnia,
sentí tristeza como
si en esa mano levantada,
volvieran de repente
los años infantiles
en los que solías reír a carcajadas
y llenar la estancia
de alegrías,
como si todo nos
volviera milagrosamente,
a recordar que somos
el misterio de las cosas
que se guardan en los
abismos de la nada,
y nos regresara a los
años predilectos
cuando hicimos de la
vida el milagroso encanto
de lo que fuimos y
seremos
tras los vidrios del
silencio.
Una voz se levanta ,
en medio del misterio
por un laberinto de
puñales
presagio de
invisibles arcanos.
Alguien se levantó en
la imprecisa moche,
LA PATRIA DEL DESEO
Podrá juntarse el
cielo con la tierra,
podrá, incluso rodar
por los abismos
cuanto te dieron para
tu viaje extremo,
pero nada, ni nadie
te robará los sueños,
ni las cartas
escritas en el viento,
donde leías airoso tu
destino,
ni la gracia de tus
manos,
inventando mariposas.
Todo puede suceder en
este día,
que un ángel se
levante y
te señale el camino,
es posible que no
adviertas
la espada encendida,
para limpiar ocasos,
ni la mirada limpia
sobre los trigales,
pero tú, artista del
fuego,
irás con los pies
descalzos
por parajes desiertos
y regresarás a la
añorada patria de deseo
con la misma justeza
de los primero años.
No. Este no es un día
para pensar auroras,
ni apagar las velas
con tu aliento,
es para cantar de
nuevo
el himno que dejaste
trazado en la cruces
del viento,
y en el fragor de los volcanes
de los astros,
te levantes airoso
a conquistar
luminarias en el
cielo.
__________________________________________--
Si escuchas un galope
o algo parecido,
no te inmutes, es la
vida que pasa a tu lado.
Si pudiera vivir este
día como quiero,
olvidaría el pasado,
recordaría canciones viejas,
los amigos, los que
se fueron y los que quedaron
idolatraría menos,
pensaría en los amos
del silencio,
pero no me quedaría
con ellos,
ensayaría caminar
bajo la lluvia,
le preguntaría al
vendedor de la esquina
por asuntos baratos,
como montar en bicicleta,
o ir a misa de
incógnito y soportar los cantos
de los ángeles,
postergar el ascenso
a las graderías del pretorio,
escuchar atento la
flauta de un menesteroso
y tras las vueltas de
un maniquí,
adivinar las formas
de una mujer divertida
en sus conquistas;
ir de transeúnte a
tus valles y montañas,
y regresar altivo
a preguntarle al dios
de las artes,
dónde vives
o si solo eres un
juego en mi memoria;
hablaría despacio
imitando a los sabios
tomaría el sol
cuando todos se
apresuran al trabajo,
preguntaría el
beduino de tosca barba,
por las calles que conducen
a tu casa
y si me pierdo,
empezaría de nuevo,
con el tesón de
Sísifo;
perdonaría a mis
detractores,
a los sacerdotes del
santo oficio,
indagaría por las
cosas simples
los 39 peldaños de
Bolívar
en el Pantano de
Vargas,
las once mi vírgenes,
los arcángeles del apocalipsis,
las momias de Ceilán
y las medias Marilin Monroe;
si pudiera vivir este
día como quiero,
perdonaría todos mis
pecados
sin el ascenso a
Monserrate,
abotonaría despacio
la camisa,
miraría el ocaso,
pensaría en el
milagro de la luz
y en las verdades
eternas,
que nadie sabe pero
que muchos
pregonan a los cuatro
vientos.
Indagaría por mis
perdido pasos,
le preguntaría al
cura del pueblo dónde está Dios
y al boticario cuál
es la cura para el mal de amor,
al maestro de
escuela,
por qué la sociedad
se pierde en sus
lamentos
y por qué estudiamos
tanto
y olvidamos todo;
dónde están las
fórmulas de Merlín
y dónde los secretos
de Satán;
me preocuparía menos
por el qué dirán
aprendería menos
lecciones de memoria,
edificaría sobre la
morada de mis palabras
un cuarto piso para
mirar el cielo,
le preguntaría al
vendedor de lotería,
por las tres
preguntas del diablo,
y de ser posible
andaría descalzo
por las nueve lunas
de Vulcano,
contra toda
previsión, dialogaría
con mis enemigos a cerca de Farsalia
y de Metrópolis,
pensaría menos en mis
culpas
y en las glorias
eternas,
o en los traductores
de Goethe
y las frustraciones
de Wilde;
iría a dónde nadie
pregunte por mís días y mis noches,
bueno eso a quién
puede importarle,
pero iría, para saber
si alguien se ocupa de Gonzalo Arango
o Guillermo Valencia,
creo que sería una
pérdida de tiempo,
las molineras se
mueven
al capas de sus
canciones
recuerdan con
nostalgia
la partida del
soldado desconocido.
A veces me pregunto
cuál es el secreto de la vida. Siento que no es mucho. El simple placer de
caminar bajo la lluvia, o reírse de las propias ocurrencias. Despertar los
gritos de los recién nacidos. O los aullidos de los perros. Escuchar atentos el
inaudible zumbido de las horas. Ver el paisaje y sumergirse en él, sin pensar
en fiambres o en costumbres malévolas. Cantar a solas tonadas milenarias. Saludar
desde la cima de una montaña al hombre aquel de la montura blanca y quedarse
pensando que quizás fue una visión, porque nadie más lo vio pasar. Encomendarse
a Dios cuando nadie escucha tus lamentos. Pensar que aquí en la tierra, somos
simples transeúntes que dejamos pasar los desafíos, y cuando volvemos la vista
atrás, todo lo ha borrado el tiempo. Echar a vuelo las campanas por el infinito
azul y regresar creyendo que todo fue
un simple sueño. Hacer que el cotidiano sentimiento de compasión nos vuelva
proclives a la desgracia ajena. Contar las alabanzas en un rosario de almendras
y caer rendido al atardecer pero feliz de haber contribuido a la tarea colosal
. Visitar a un amigo. Volver a la página olvidada y reconstruir la historia que
nadie contará. Sentir que la tempestad de los deseos nos abruma y regresar
intactos al territorio de la infancia. Rondar la estatua de la libertad y hacer
posible el sueño que nunca termina.
___________________________---------------------------------------
A veces me pregunto
si la diafanidad de una alma se mide por la ausencia de maldad, o por su intransigencia para pactar con la
injusticia . A veces pienso si un árbol
milenario, se acuerda de los que a sus pies murieron de amor o de
nostalgia. A veces recurro a cualquier pretexto para buscar en los escombros
humanos, cualquier vestigio de virtud, cualquier razón para pactar la vida. A
veces soy el autómata que recorre la inmensidad de la noche en busca de
respuestas. ¿Qué somos, después de todo, en la cima de esta
civilización perdida,
en esta sigla de intereses donde el hombre perece por cualquier cosa, cualquier
infamia, cualquier pretexto, cualquier bagatela, cualquier incertidumbre? ¿Qué
somos en esta lenta agonía que nos agobia y envilece? Tardías respuestas
congelan nuestra presencia en la tierra. El hombre es pasto de sus
contradicciones, y de una sociedad inventada por él mismo para destruirlo. La
democracia, el sigilo, el equilibrio mundial, la pobreza, la injusticia, la
soberbia de los gobernantes, son simples razones para rendirse. Qué hacer? Tal
vez nada. Solo asomarnos al balcón de las nieves perpetuas y desde allí lanzar
el alarido por el que vale la pena vivir. El amor glorioso, de los vencedores,
se proyecta sobre la alta roca y perfuma el milagro de la vida. Nos atamos a
manos invisibles, a un rayo de luna, al péndulo de la soledad donde el tiempo
medita con lentitud de sombra sin hallar
puertas o ventanas al paraíso.
Pasa lento el tiempo
en el vergel
de los lamentos
El libro del destino
cadalso
de sempiternas
guerras.
Cuando una mujer
cruza
hay un temblor
de estrellas en fuga
Se puede partir
pero el horizonte
define el adiós
Esa mujer mira
el retablo
de sus días.
Una discusión
es la moneda
falsa del absurdo
Camina
bajo un aluvión
de perlas falsas.
El mendigo
deja un suspiro
al recibir
Temblor de oro
es el canto
del pájaro
La voz
del anciano
presagio abismal.
Lluvia de suspiros
bajo el almendro
del cementerio
¿Qué se dicen
la montaña
y el río?
Esperaba
el beso
del olvido.
Miras pasar
el paso
de las horas.
La ceiba
estremecida
de vuelos
Alguien ronda
el territorio
de la infancia
¿Cuando vuelva
el guerrero
se quedará su sombra?
Acariciarte
con la simple mirada
El azul de la tarde
se pierde
en sus recuerdos
En las noches
se oye un rumor
de sauces ateridos de
frío
En los rituales
del silencio
palidecen las
caricias.
Para prologar la
belleza
se necesita
el libro de la
virtud,
La luna
habla de noche
al río.
En las afueras
preludia
el viento.
Volvió
a vestirse de sílabas
cuando halló el amor.
En la leyenda
de tus besos
leí una traición.
Este hombre
resucitó
en el tronco de un
árbol.
El rey
vistió el invisible traje
y se fue a visitar
una plebeya.
En la guerra
de los opuestos
pierde el miedo.
La libertad:
vestigio
de cadenas.
Cierra la puerta
para que pase
la niebla.
Un secreto
es el perfume
de quien lo vive y lo
cree.
Las nieblas
resucitan
a los muertos.
El fuego
es la memoria
del relámpago,
Escribe el verso
que dictó
el olvido.
La belleza
es el prólogo
de la tragedia.
Kavafis pensaba
en el
viajero sin destino.
En el
monólogo del viento
reside el miedo.
Quita el peldaño
descubre
el pie.
Quítale a la noche
sus anteojos
de vidrio.
El arroyo murmura
en los pasadizos
del viento.
Intimida
con su estatura
el silencio de las
cosas.
Los rostros
se multiplican
en el estanque.
Frente a la llama
azul
claudica
un lucero.
Cuando pasas
empieza
una ronda de
fragancias.
Alguien perdió
la voz
en este recinto.
En un oscuro
jardín
danza el viento.
Despreciad
la esclavitud
Ella bebía
el ánfora
de sus perdidos
sueños.
El amor
es una tristeza
que se canta.
En la extraviada mano
halló
la última caricia.
Un beso de piedra
es el abismo
del olvido.
Del árbol del bien
caen todos
los frutos del mal
La patria
del pesimista
es la ignorancia.
La materia
surtidor
de incertidumbre..
Poesía:
evocación
de eternidad.
El rostro
repite los gestos
del que jamás volvió.
La frágil niña
canta en secreto
su tonada estéril.
Visitaba
su lecho de muerte
antes de nacer.
Huye la tarde
en las voces
de la luna.
Cumplido el plazo
de los eternos sueños
regresó a la vida
BÚSQUEDA EN EL FANGO.
Te seguí por montes
azules
y no te hallé;
debí buscarte
en el canto de las
aguas;
más allá de las
murallas
donde el viento
juega con la muerte.
Debí buscarte,
en la calidez del
alba,
pero era tanta la
quietud
que no quise
interrumpir
ese abismo de
fragancias.
Aquí hay un sueño de
dioses abatidos,
acento de centauros,
lágrimas de furia,
y la infinita lanza
temblando con bravura,
.
Perdura el oficio de
la luz en las alturas,
una incierta soledad en cada piedra,
una inquieta
evocación de estatuas
en las hondas
vestiduras de los astros.
Eras una ausencia
de reinos escondidos,
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