SILENTE
FORMA
por: Alonso Quintín
Habrás visitado
ciudades luminosas
construidas sobre
grandes precipicios.
Te habrás inventado
en otros rostros,
en otros que parecían
sabios.
Visitarás lugares
exóticos,
borrados por el
tiempo,
recordarás que en un
parque de Lima,
alguien dejó
la historia de
Atahualpa
para que la recogiera
un caminante hecho de
humo.
Te habrás
acostumbrado a banquetes
donde los mendigos
dan gracias al cielo
por su menesterosa
condición.
Sabrás que nadie
quiere saber de Pizarro
y sin embargo muchos
llevan
ese apellido infame.
Te habrás
acostumbrado al desprecio
y al olor de los
jazmines
cuando las muchachas
bailan despacio
midiendo sus deseos.
Habrás partido muchas
veces
sin encontrarle
fin a los caminos
semejantes a milagros
en la niebla
y sin embargo insistes
en purgar tus penas
en invisibles ocasos.
Viajas en trenes
repletos de
nostalgias
pero tú sonríes
como diciendo “Aquí
comienza el día”.
-A veces se come una
o dos veces,
a veces nada. Todo
depende
de cómo nos ven
y quién entiende
nuestra sed”.
Te habrás acostumbrado
a perfilar mañanas
a la sombra de oscuros
monasterios.
Estarás en las pampas argentinas,
viendo a los apostadores de caballos
cantarle preses al
dios del vino.
Mas tarde irás por
los corredores de Valparaíso,
a sumarse a las
labores infinitas
de alabar algún
cantante colombiano
extraviado en sus
laureles .
II.
Se te antoja meditar
en torno a Buda
o del clásico Falstaff
de Shakespeare
y de los sufrimientos
del joven Werther.
Pero es más fácil
pensar en Ulpayata
o Mendoza, o en ese
pueblo gris de La Paz
donde se saborea la
“media luna”
después irás a
Mendoza, a Capilla del Monte
donde el fuego arde
despacio
para el que sabe
esperar.
Más allá, en Santa
Isabel,
te habrás
acostumbrado
a ver pasar la vida
detrás de los
vitrales del silencio.
En San Esteban,
hallarás las huellas
de los Comenchingones
diestros
en domesticar el oro,
así, hasta llegar a
San Marcos
pueblo de alhajas y
metales preciosos,
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