(Nerón o la réplica de la locura)
Teatro
Por: Alonso Quintín Gut iérrez Rivero
ACTO I
ESCENA I.
Nerón, ensaya el último discurso, gesticula, abre los brazos, danza, en busca de un equilibrio interior, imposta la voz, hace genuflexiones…. Elabora el hilo del destino, mancillado con sus felonías, humillado con sus extravagancias. El parpadeo de las luces, señala, el camino de la desolación. La eterna contradicción entre la vida y la muerte. La ofrenda de un cortesano arrebatado por la euforia. ¿Rige el hombre su destino, o está trazado desde siempre por manos invisibles? Nerón vive el sinsentido de una existencia de la que no es dueño… ni siquiera de sus extravagancias.
Náyade.- Su majestad el emperador de Roma. Preferido de los dioses. Defensor furibundo de la alcurnia romana. Soberbio declamador de las gestas de Eneas, sobre las graderías del monte Palatino. Héroe trágico de la poesía. Domador de caballos y autor de encendidos discursos en el senado. Egregio espadachín de la ciudad y creador de hermosos versos a la admirable condición humana…. Sus labios son sensualidad y poesía.
Nerón.- Estrellas rutilantes, alumbrad mi camino decidme ¿Quién atraviesa como asaltante de la noche, el lago de los sueños? ¿De qué están hechos los anhelos de mi reino? La poesía es el silencio de los seres y las cosas…. Mi mano traza versos para el olvido….no, para la eternidad. Viviré por siempre en el corazón de los romanos… Roma, mi amada Roma, tan amada y repudiada por sus gentes ¿No soy acaso precursor de su destino?
Náyade.- Disculpad la interrupción venerable emperador. Los jinetes del monte Antonio traen noticias de movimientos extraños y los legionarios mueren de hambre y sed.
NERON.- Náyade. ¿Osas interrumpir mis meditaciones con tan lúgubres y vulgares informaciones? Dejad ese oficio a los soldados. Ellos se ocuparán de semejante artificio de la imaginación. Roma es indestructible.
Náyade.- Así es señor.
Nerón.- - Bella e indestructible.
Náyade.- Roma será tan altiva y sacra como vuestros deseos.
Nerón.- El templo de los dioses.
Náyade.- Los siete arcos del triunfo para el divino emperador.
Nerón.- El triunfo es un impostor que nada tiene que ver con los mortales.
Náyade.- y de los misteriosos movimientos del Monte Antonio…
Nerón.- Quiero ver el vaivén de vuestras caderas….
Náyade.- ¡Perdón señor?
Nerón.- Vamos Moved las caderas. Que la música embriague los sentidos. Dejadlo todo cambio de este instante único.