ENCUENTRO


Punto de encuentro.

miércoles, 27 de julio de 2011

EL AIRE PENSATIVO DE LOS VERSOS




EL AIRE PENSATIVO DE LOS VERSOS

Por: Alonso Quintín Gutiérrez Rivero

Por entre arbustos de misterio y soledad, calculando la verdad de los cerezos, el poeta apura  el paso en busca de las huellas perdidas en el tiempo, que solían recordarle bellos rostros, y mujeres huidizas, vestidas de nostalgia y de un gris atardecer. 

Poeta, de encendidas auroras, aprendidas en el ágora. Poeta de anocheceres y luces de neón, acostumbrado al canto de la lluvia, a las emancipaciones amorosas, al tropel del licor, por los callejones de la decepción y a esa ingrávida  pasión por los senderos de la patria, donde encuentra héroes de cartón, asesinos de esmeralda, cortejos de desplazados, marginados de la vida y muñecas de trapo, donde escanciar su copa de anahuac. A los hombres inmensos los espera una pena, dice Dora Castellanos y el poeta ha de ser parte de ese cáos, donde duermen arcángeles de desamor e ingratitud.

Fernando Cely, el poeta de hoy, severo y pérfido, deambula por lugares enhiestos en busca de respuestas, pero en su afán solo deshojainterrogantes.. la desazón de la patria se siente en estos versos: “Quisiera un café/ sin comprender que al hacerlo/ bebo también la deshonra de mi patria/… Quisiera borrar brumas/ en los ojos de la mujer que amo”.

La poesía ha de ser la exultante esplendidez del espíritu, el vaso de oro donde se beben vinos raros: “Llueve/ cada gota/ es un canto/ de olvido/ sobre el ropaje/ inhóspito / del tiempo”, afirma en su soledad de sátiro abandonado, desposeído de su heredad: “ En el lecho./ recogeré  de ti/ tu desnudez dormida”. 


Para el poeta, atento a los torrentes  de la filosofía mundana, incursiona con Fernando Vargas Valencia, en eso que la aristocracia rechaza como los pregoneros del sigilo o de esos secretos mortuorios que viajan de incógnitos por los ríos  turbulentos de Colombia con nombres sin palabras: “Dialéctica de la evasión y el relámpago/ el río ignora la causa/ de su incendio… He inventado un país que no es tal/  que es tu cuerpo ensombrecido/ por mis ejércitos clandestinos”. El desangre de Colombia, “Es un rostro crepuscular/ que se sostiene en el aire/ como una gota de sangre/ cristalizada por el tiempo”. Otra estrofa lo precisa mejor “Sobre tus pétalos/ de adornada/ belleza clandestina/ solo se tejen/ ahora/ funerales de sangre”, con razón afirma que “Los diarios son el mustio reflejo del horror”.


El verso, tiene dos deberes: comunicar un hecho preciso y acercarnos físicamente como la cercanía del mar, sentencia Borges. En los recuerdos al padre, Fernando, se vuelve puro y simple como el agua de una fuente cantarina: “Me voy sin irme nunca/ a recorrer el mundo que me diste/ … a pasear tu mirada por los amaneceres” así en su nostalgia de la casa paterna: “El silencio émulo de la muerte/ se esconde en las paredes/ y avinagró los vinos”. Será porque como dicen por ahí, escribir un poema es una magia menor, o porque desde esas atalayas es posible descifrar los secretos de las cosas, el discurrir humilde de una conciencia vagabunda, o porque la mano traza versos para el olvido, nada se sabe de ese mundo inasible donde navega un sol doliente, precipitando abismos, remontando cúpulas, filosofando vuelos.  En un acto de sumisión y oficio, afina  el oído para decírselo al hijo: “Te di mi sangre/ en una noche extraña en que los astros soñaron tu presencia.. sigamos caminando / mientras tengo la dicha de mostrarle la luna con su corte de estrellas”. Para después decirle en sosegada paz y con voz trémula que eres “Un gorrión con alma de águila”. 

Rafael Maya, ese poeta de canto melodioso afirma: “Ese temblor llamado poesía/  que mide, como un péndulo infinito,/ el ritmo de la cósmica armonía”. Fernando, escanciador de lejanías, altivo soñador  del infinito, dueño de la ternura del poeta, incursiona en ese que para Baudelaire es “Estar quemado por el amor a lo bello… porque yo solo veo el infinito por todas las ventanas”. Por eso dice: “Sólo aquel que ha llorado/ alguna vez, la muerte de la primavera”. En un aire adivinatorio,  el poeta afirma haciendo introspección: “Tarda mucho la risa en comprender”. Como si quisiera comprender el misterio del espejo, o las ondas del agua cuando cae una piedra. Será por eso que en actitud de  resignación y olvido  se dice: “Ama solo aquel que convive con la espina… rie solo aquel que vertió lágrimas, en el océano del olvido”. 

En esa nostalgia  de las cosas efímeras, de los grandes dolores, de los asedios del amor, el poeta escancia su copa una y otra vez: “No sé como logras andar por ahí/ con tu  mi mirada enredada en tu cuerpo… amé tus ojos/ desde que tu mirada se posó en mi tristeza…se te perdió la risa que dejaste pegada en otros labios…se te perdió la risa que dejaste gimiendo en otras almas… muera la lluvia si en tus mejillas ha de verterse en  lágrimas”. En la búsqueda de imágenes en la sublime expectación del espíritu, Fernando lanza un grito más allá de las estrellas para señalar lo ´más cotidiano y simple del amor “Tu huella parpadea en mi voz… cada estrella  es un verso que ilumina su muerte… ruge el viento intentando silenciar tu voz que es eco de mi memoria”.

A veces el poeta es  el profeta asomado al balcón del infinito, indicando que el odio es un borracho tendido en el fondo de una taberna, o el triste trigal de lo heliotropos, donde la humanidad siega la mies de sus dolores. Una sentencia, entonces  convierte al más irreverente en dócil guía y al más impetuoso en escenario de los necios “Nunca confíes en tus pétalos, bella flor de primavera”.


Oiremos su voz y la cadencia de sus versos, se irá por los senderos, donde el poeta se dolía de rabia y desamor. Oiremos su voz, traída de los lugares del trueno, donde árboles cruzados de misterio en fragancias de lejanías. Para él no es la sentencia: Maldito para siempre el soñador,  que quiso primero en su estupidez , creer en las cosas del amor, dice el poeta poseído por el demonio creador. Oiremos su voz, clamando libertad, en los santuarios del olvido. 


Pronunciado el día 25 de junio en el museo de Arte de Sogamoso, en  la presentación del poeta Fernando A. Cely.

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