ENCUENTRO


Punto de encuentro.

miércoles, 27 de julio de 2011

ADIOS A UN CABALLERO






ELOGIO A LA SENCILLEZ
Por: Alonso Quintín Gutiérrez Rivero

La sabiduría de la shttp://t0.gstatic.com/images?q=tbn:ANd9GcQ2f4cMGIgLYqOnuGOIjELos07Jo6dHCKfpV-FfCsyJNQaumIsPbQencillez es un  homenaje a la virtud.  Eso se aprende de una vida bien llevada. “Si tenemos una conducta http://t0.gstatic.com/images?q=tbn:ANd9GcQ2f4cMGIgLYqOnuGOIjELos07Jo6dHCKfpV-FfCsyJNQaumIsPbQrecta el tiempo hará prodigios”, diría Bolívar.

La  única herencia valedera es la ofrenda de una vida con los atributos del divino maestro. Desde las épicas montañas de Pachavita, a las laderas donde la brisa juguetea con cámbulos  y trinitarios, un hombre deletrea su destino.


La sencillez de dón Pedro José, tan venerada por el maestro Jaime y sus hermanos, fue  el prodigio de este  pueblo, tan acostumbrado al perfume de las bugamvilias  y arrullado por la devoción de sus gentes. Su oración era el trabajo, su voluntad el servicio, su virtud el amor al prójimo.

El paisaje lo recuerda,  figurilla de mirto y alas, campanilla de lluvia y viento, atravesando los caminos rumbo a la besana,  donde parecía  fundir su alma  entre aromas de cañas y de mieles y ese extraño regocijo que producen los trapiches con tonadas de tiples y copleros ensayando a ser maestros  del cortejo de los cielos, bajo un manto de muselinas, y un suave coqueteo de limoneros, en las delicias de  un torbellino enamorado.

Sus ojos aprendieron  el parpadeo de los luceros y la sonrisa del cielo. Creo que intuyó los pasos del guerrero que se perdió en su piel  desde la historia del pueblo.

Debió sumergirse  en el añil de los atardeceres en esas meditaciones que abundan en ruegos y hacen del hombre un soñador empedernido.

Llevaba en el alma un violín y en la mirada un confín de esperanzas multiplicada en las almas de sus hijos. A ellos les enseñó la rectitud y la honradez, prendas del espíritu; a sus paisanos el testimonio  de una vida signada  por el valor, el trabajo y el sacrificio. A su esposa Ana Delina,  un afecto sin límites  y en el letárgico encanto de las tardes de invierno, un amor desmedido, por  asuntos divinos.


Fue en medio de la  embriaguez del paisaje, saturado de ocobos y de flores  silvestres, el augusto emperador de sus dones preciosos y de los terrenos prohibidos donde  solo se permite la presencia de Dios y de unos cuantos mortales.

De la austeridad hablan sus actos; de su paciencia, el trabajo; de  de sus horas amargas, sus ojos azules; de sus grandes tesoros el barandal de su alma.
Fue en la  esplendidez de día, caminante empedernido y supo amar los suyos como jamás se vió.

Queda en el corazón de su amada esposa Ana Delina, un lebrel de dulzuras por donde se iba la vida a lugares enhiestos.

Queda en las almas de sus hijos una persistencia indomable por las  cosas bien hechas y ese fragor indómito por un gran destino en la incógnita del tiempo.

Queda en el aire del pueblo un rumor de plegarias, un vendaval de esperanzas; un suave aleteo de mariposas azules, mientras el patriarca se aleja cantando  su canción de misterios; una música celeste como sus ojos, en una danza de estrellas.,

Buen viaje, por los predios de Dios.
Pronunciado el día 16 de febrero del año 2011 en las exequias de don PEDRO JOSÉ LEGUIZAMON RAMIREZ,  EN EL TEMPLO PARROQUIAL DE PACHAVITA. Saludo de fraternidad a: MARINA DEL CARMEN, JOSE GONZALO, JOSE HERNANDO, BLANCA CECILIA, MERY NUBIA, HERNRIQUE, PEDRO DANILO, SANDRA CAROLINA, y al maestro JAIME. A  la señora Ana Delina Merchán, nietos, sobrinos y familia en general. Con  afecto y admiración.
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