VAGO
CELAJE
Por:
Alonso Quintín.
I.
Los
recuerdos son esencias finísimas
que
nos vienen de lejos,
quizás
de un hecho
o
del naufragio de una caricia imaginada.
Los
recuerdos visten el alma
de
magníficos atuendos
para
entrar en ese palacio imaginario
de
lo que nunca fue
y
acaso, hubiera cambiado
para
siempre nuestras vidas.
En
eso de la vanidades humanas,
uno
bien quisiera
aprisionar
lo invisible,
aferrarse
a algún ángel desconocido,
virar
hacia ese puerto
donde
se nos fue la dicha
y
se instauró la pena.
II.
MAGIA
Y PUDOR
Una
cántiga de amor,
esparce
sus aromas de lugares remotos,
de
algún rincón del alma,
de
algún perdido sueño,
que
nos hizo estremecer;
de
alguna forma dibujada
en
los rubores de la niebla,
de
alguna danza etérea
que
aún podemos rescatar.
De
vez en cuando
se
vuelve a los furtivos pasos,
al
silente olvido
de
donde es imposible regresar.
¿Desde
cuándo somos dueños
de
los pasos del otro que nos ata,
al
misterioso encanto,
de
repetirnos en la sonrisa ajena
o
en la dulce mirada de las aguas?
Somos
enigma
de
un mago que nos inventa a diario
en
la siniestra baraja del olvido.
III.
RETÓRICA
Y CAFÉ.
Eras
del aire
la
furtiva alondra,
la
sabia exhalación
de
algún suspiro.
En
noches delirantes,
hablabas
de reyes y princesas
y
murallas encantadas;
de música y cantores invencibles.
Decías
que en nada
se
conoce al hombre tanto
como
en sus errores.
Reías
con devoción
en
el anochecer de un café;
como
si de lágrimas
se
hicieran nuestras vidas,
como
si no bastara
la
burla de un diamante
que
se repetía en silencio
en
los suspiros de la noche.
Hablabas
de Martí y de Zola,
de
la pasión de Atila
y
los desvíos de Marco Aurelio,
de
Petrarca y de Verlón
y
del talón de Aquiles.
De
todo sabías menos de mis bazos
en
busca de tu abrazo.
A
la distancia todo es lícito,
hasta
el rodar de una caricia
a
los abismos.
IV.
TRANSMUTACIÓN
Por
esta pendiente estoy perdido,
aspiro
volverme invisible
para
que no culpes a nadie;
si
repito esta travesía
he
de encontrarme con mi sombra
y
allí estarás sumisa
a
mis palabras.
Puedo
inventarte de mil formas,
hacerte
en cada estrofa
mi
canción predilecta;
y
si alguien viene
a
reclamar después,
diré
que yo iba contigo
sin
haberte conocido
sabiendo
que tú eras
mi
mejor acepción
de
lo jamás vivido;
como
si de arpegios
se
tejieran nuestras vidas;
como
si no bastara
esta
dulce profusión de arpegios
y
este irse del mundo
en
cada anhelo;
seré
invencible
a
este naufragio de esperanzas
cuando
de ti vuelva
amor,
en otro convertido.
V.
DETRACTORES
Y OLVIDOS.
Seré
en tu risa el cómplice perfecto,
el
invencible pasajero del olvido.
Fui
el mural de las infamias,
sayal
de profetas inauditos.
Por
mí pasaron exhaustos filisteos
y
escribas de rostros infernales;
fui
condenado por repudiables exégetas;
el
verdugo ascendió al patíbulo
y
descargó el hacha despiadada;
el
viento esparcía las mieles de mi canto
y
tú heroína de mil velos
condesa
de cuarzo y oro,
te
detenías en el último suplicio
de
la arena que sumisa
recogía
mis lágrimas.
Fueron
tiempos
de
inenarrables historias,
de
repudiables parlanchines,
fariseos
con togas de diamantes,
saltando
al borde de un abismo.
Todo
pudo ser: hasta perder mi honra,
mi
voluntad, mi soledad.
Todo
pudo ser:
hasta
el silencio roto
en
estrados demenciales.
Todo:
hasta la perversa
demolición
de los espejos…
nada
fue tan triste
como
tu mano en alto
al
despedir al condenado
al
ostracismo de tu amor.
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