ENCUENTRO


Punto de encuentro.

martes, 19 de julio de 2011

APUNTES PARA UN RETABLO






APUNTES PARA UN RETABLO
Por: Alonso Quintín

 Hay que reflexionar con Jean Baudrillard, que no vivimos un mundo objetivo sino un mundo pasional. Un mundo de ensueños parecidos  a la realidad, que nos advierte que el hombre es una metáfora del tiempo, como  afirma  Popper, o la efímera estación del más humilde pasajero del olvido. Vivimos la ilusión de un mundo parecido a la realidad, de  la que queremos huir por su insoportable  parecido con  nosotros mismos.  Somos destinatarios de lejanos pergaminos, donde vivíamos felices al desamparo del sueño de los dioses. Retablos  de un  mundo envueltos en retazos de ingente poesía, en la intransigencia del tiempo. El hombre se purifica por el derecho a  la belleza, a la pasión, a la sabiduría, a la ciencia, a la verdad tan vituperable  por su fragilidad y se pierde por el cansancio de una realidad solo alcanzable con la muerte.”Hasta el amor es mero discurso, solo la muerte es verdadero conocimiento”, Roland Barthes.


Elaboramos simuladores para huir de  la ilusión del mundo. Tal vez fue cuanto quisieron nuestros antepasados en los trazos petroglifos, que hoy desentraña con insuperable encanto el maestro Florentino Vega Pérez  en su “Recreación pictórica de la Estética de los jeroglíficos Muhusqas”.  Tal vez sabían con Junger, que  el futuro es improbable y que el tiempo es nada. El hombre ese habitante trasunto adormecido en palacios prohibidos, donde vive la tragedia existencial de un destino fatal.


El maestro florentino se  prefigura como auténtico intérprete  de la estética de una raza extinguida a espada y cruz y en esa aventura dolorosa, prefigura los contornos, asimila los gritos de los moribundos, la exuberancia de  la naturaleza, los contornos adivinatorios de las  mujeres, en esa exégesis del pensamiento que intenta inmiscuirse en el tiempo y en la suerte de las cosas protegidas por el caos del acontecer mundano. El maestro trabaja la técnica de la monolinea  sobre papel cansón y acuarela, “Es una propuesta personal que aparece después de muchos ensayos, a partir del trazo de una línea  dentro de un plano determinado”. Técnica. Descubrimiento. Deslumbramiento. Extasis de búsqueda. Encuentro ancestral. Conjuro del más allá. Sus manos descifran la muerte de las cosas y los seres en esa elocuencia lograda solo con la inspiración y  una reflexión a fondo de lo que fue y ya no es. “El trazo a mano alzada con tinta inicia horizontal en la parte inferior del formato, a medida que avanza, marca sinuosidades sobre el papel  y deja una huella en la que aparece la figura muisca como una huella”, afirma convencido de esa teoría que reinventa, siega, reverdece y resplandece en medio de una modernidad, que desfallece ante las cámaras de Televisión, en un olvido imperdonable por esos héroes si nombre caídos bajo árboles frondosos, por los arcabuces españoles. 


Siete títulos  “Peregrinación Alfa II”: Peregrinacion 1 y 2,  Aquitania. Rmiriquí, Saboyá, Tequendama y Corrales. En “Peregrinación Alfa III, se destacan:  Peregrinacion III, Sugamuxi Pedregal VI, Sugamuxi, Pedregal IV, Suamox, Pedregal II,  Suamox, Pedregal I, Sugamuxi Pdregal II de una gran retórica clasisista, Sugamuxi Pedragal IV y  Sugmuxi Pedragal v, de inucitado despliegue freudiano. En Firavitoba, el maestro Florentino, hace una especulación estética y hace trazos de líneas buscando el infinito, esa línea inconmensurable entre la mentira y la verdad, aunque como  se sabe  de todos los engaños el del arte es el menos dañino.


La verdadera obra de arte  requiere un esfuerzo del espectador. Un acercamiento a esa locura convocada en la creación. A esa turbulencia acumulada por siglos, para los privilegiados. A ese desborde de genialidad, que para  el caso del maestro Florentino es el sello de su personalidad. El nos invita a apurar el camino, a encontrar  la luz oculta a los mortales. A dilucidar en el encanto de los dioses cuanto de humano y de divino habita en ellos. A beber dos veces el vino de los inmortales. Devoto de Pitágoras  acude al uso de la línea, como una forma de evocación o gratitud por su formación científica en las matemáticas y en el manejo de la imagen, como especialista del lenguaje audiovisual, convencido tal vez de que el leguaje matemático es el único válido en el concierto cósmico.


Su incursión a la estética de los muiscas, a través de líneas geométricas, predispone una versión cosmogónica y una aceptación de la vida como forma de perpetuar lo imperecedero del género humano: una ilusión del mundo y de haberlo habitado con ígnea pasión en la certeza de la muerte. En el caos de las líneas se percibe el diálogo de la tempestad, para entregarnos finalmente la posesión de una paz inadvertida, un equilibrio perfecto como  lo mandan las normas de Pitágoras, en la sencillez que denota una obra de arte concebida en los predios abruptos del espíritu en una danza de divinas expresiones. Será porque el universo es un campo de posibilidades donde todo es y no es al mismo tiempo. “Un  rayo de luna, luminoso, de pronto, resbala cual si en algún lugar, un arcángel hubiera esgrimido su espada”, nos ayuda con su inmortal voz Rainer María Rilke.


“Recreación Pictórica de la Estética de los Jeroglíficos Mhuysqas”, es una exposición de pintura, en el ambiguo lenguaje de un pasado  indefinido, mítico, suntuoso, dolorido y un soñador atento a las voces interiores que como dice Kierkegard “Hay una intensa orientación que abraza la incertidumbre objetiva con toda la pasión del infinito”. 
En estas imágenes salpicadas de un vocerío interior, se expresa la vida en abundancia, y nos reconcilia con una civilización envilecida por los invasores. Sabemos que una historia de la humanidad racionalizada es totalmente falsa. El arte entonces nos ofrece, la divina experiencia  de conocer a través de la sensibilidad  lo que de otra manera se pierde en la ignorancia. 


El maestro Florentino, vive la trayectoria mítica desde el milagro de la poesía de la imagen para otorgarnos el privilegio de la belleza desde las honduras del espíritu Una experiencia singular que deslumbra a los inmortales.  


Si toda obra de arte debe expresar  algo, por si sola como dice Rudolf Arhnheim, esto es que la obra debe ir más allá de su presentación,  de los objetos individuales que la constituyen, entonces estamos frente a un acto humano que exige del espectador, admirar y recrear la obra para hallarle nuevos significados desde la perspectiva interior. Entonces y solo entonces surgirá el milagro para trasngredir las leyes naturales  y hacer de la exaltación interior, una eclosión de esplendores donde brille en el retablo de la imaginación la grandeza de la obra de arte y por consiguiente la transformación  del alma humana.


El trazo de la línea con mano alzada, como él mismo nos dice, connota la búsqueda desesperada de un punto final en el infinito, una elongación destinataria  sin opción  de encuentro, un afán de hallar alguna explicación, al fin de cuentas nos movemos en el mundo de las explicaciones. No obstante las líneas no se juntan en una prolongación indefinida, manteniendo la simetría y la gracia de la obra arte. ¿Qué busca el autor con ese efecto? Las líneas desencadenan  declives, zanjones y montañas por donde  tal vez pase la imaginación pero no el  transeúnte desprevenido.


Como si el  genio arrebatara  remolinos de misterio, surge milagrosamente ante el sorprendido espectador, la figura muisca, en perfecto equilibrio. Como es arriba es abajo, como es la izquierda así es la derecha, para otorgarnos el placer de la perspectiva desde donde debemos mirar. Recreación de la obra del primer artista, sobre una fiesta de líneas, destinadas a mostrar al maestro en todo  su esplendor. ¿Qué misterio encierran esas líneas que jamás se juntan? ¿Por qué nunca se detienen en expansión permanente como el universo mismo? ¿Qué encantamiento atraviesa la figura muisca sobrepoblada de líneas de sorpresivos parajes espirituales? ¿Surge aquí una nueva estética o reafirma la anterior?  El genio es como una flor, cuando se encierra se marchita y muere, cuando se expande resplandece y triunfa. El maestro Florentino sorprende al espectador y se otorga el privilegio del asombro. Por fortuna  el arte no es para explicar, de lo contrario perdería su encanto. 


La búsqueda  plausible de una explicación del espacio, ha  resuelto el desborde de filósofos, científicos y teólogos con profundas diferencias. ¿La evocación del espacio hecha por el maestro florentino, en  delicadas formas y trazos vigorosos, como en Sugamuxi Pedrgal VI y Sugamuxi Pedregal IV, son alusiones a la angustia existencial de ese retazo de eternidad, que nos fue heredado por los dioses?  ¿Ese espacio vuelto figura y luz y ansiedad en medio de la desmesura de un universo de posibilidades interpretativas, está ahí a propósito para sorprenderos, o es mera ilusión, como la vida misma? Por lo pronto vivamos este pasaje del arte con la gloriosa intensidad de su creador.


Fuimos convocados para este encuentro con la pintura del Maestro Florentino. Si de  este abisal asombro salimos tocados por la magia de la armonía universal, entonces habremos celebrado, el esplendor divino en una gota de rocío desplomándose al abismo del ser humano, eso nos hará exclamar con el poeta “¿Quién dirá que el otro que lo observa es apenas un sueño del espejo?”

Pronunciado el día sábado 16  de julio del año 2011, en l Casa de la Cultura de Sogamso, en la apertura de la Exposición de pintura del Maestro Florentino Vega Pérez, organizada por la Asociación d poetas de las Provincias de Sugmuxi y Tundama.

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