ENCUENTRO


Punto de encuentro.

sábado, 16 de marzo de 2019

HÉROE SIN DESTINO





HÉROE SIN DESTINO

TEATRO
Año del bicentenario
Alonso Quintín Gutiérrez Rivero
Ediciones “Los sueños de Ícaro”
Año 2019


INTRODUCCIÓN.
La gesta libertadora despertó los más fervientes ideales en un grupo de inspirados soñadores quienes con abnegación y tesón enfrentaron al ejército español comandado por el general José María Barreiro.

Muchos héroes caídos quedaron en el anonimato; otros nunca supieron la grandeza de sus actos y solo unos pocos pudieron asimilar la gran conquista. En medio del desconcierto surgiría una nueva clase social tan extraña a esos ideales como su alcurnia con formas aristocráticas detestables. Un sistema lejano a los sueños de quienes lucharon hasta la muerte por ese legado de libertad.

Pedro Pascasio Martínez Rojas, anduvo con los patriotas. Sintió y sufrió el fragor de la guerra en todos sus rigores. Presenció la terrible contienda del Pantano de Vargas, ayudó a los heridos y vivió  el espantoso  momento de la desilusión del libertador, antes de autorizar a Juan José Rondón entrar en acción.

La jornada del 7 de agosto de 1819, cuando se bañó de gloria, lo consagró como el soldado No 1 del batallón Rifles 1.
HÉROE SIN DESTINO, es una obra consagrada a ese niño que en su ardentía se atrevió a apresar al más encumbrado comandante de las fuerzas realistas.

Los personajes, se mueven entre la épica, el mito y la realidad, una condición que transforma sus vidas al desamparo de sus convicciones, temores y ansiedades. Así aparecen en escena la libertad como personaje a cuya causa se inmolan los héroes; el destino, que parece evaporarse y hacerse realidad  en la enfebrecida mente de los patriotas a manera de obsesión; los heraldos, quienes anuncian el triunfo desde la esperanza de un ejército diezmado y hambriento, pero con la moral invicta.

Pedro Pascasio, es producto de una época y de unas circunstancias de admirable coincidencia y de un extraordinario valor. Escasos elementos biográficos impiden una imagen certera del personaje. La construcción  del personaje obedece al poder de  la imaginación y a una reflexión honesta en torno a una vida elemental, casi en el ocaso de una causa perdida. Como diría Caouteu “Tengo que reírme para distraerme de la pena que me causan las necesidades de mi patria”  El lenguaje corresponde a una aspiración y a la necesidad de mantener el equilibrio  con los   ideales de los protagonistas.

Cada personaje y cada situación obedecen a un plan estético, que ha de culminar con la degradación del personaje en sus condiciones materiales, y al ascenso ideológico. Claro, no podríamos equiparar un diálogo solemne entre Bolívar y Pedro Pascasio. La mesura permite tales consideraciones, pero el desvarío del planteamiento nos conduce a esos predios prohibidos. Permítasenos entonces tales licencias.

La civilización del siglo XVIII, poseía unas características, especiales. Copérnico, había sorprendido al mundo con su tesis del  heliocentrismo, contradiciendo las  sagradas escrituras; Newton había definido su teoría de la de la gravedad. Morillo había delegado el virreinato a Juan Sámano y Barreiro se proclamaba militar invencible  en el norte y en el sur.

Pedro Pascasio es producto de la esperanza, el temor y el furor de un ejército dispuesto a todo en el campo del honor y fuera de él. ¿Pero cómo un niño, sin educación ni abolengo, logra capturar la atención del libertador  y hacerse a semejante hazaña? Toda la energía y el fragor de los combatientes se concentró en el campo de batalla y el máximo exponente del ejército realista, dio por perdida la batalla al abandonar el campo con el ánimo de evitar la vergüenza de caer prisionero o pasado por las armas de los patriotas. El Negro José, quien ha pasado sin pena ni gloria, a la historia,  exhibió su poder físico en sus últimos arrestos al enfrentar al lugarteniente de Barreiro  y vencerlo en la lucha.

Héroe sin destino, toca la figura de Pedro Pascasio, en lo concerniente a la ingratitud y al Negro José en el más descomunal olvido de la historia.

Héroe sin destino, es el comienzo y el final de dos héroes, desconocidos por la historia pero verdaderos baluartes de la libertad.

El autor.





INSISTENCIA

El 23 de octubre de 1807, en Belén de Cerinza, el padre Doctor José Ramón Amaya, bautizó al niño de tres días de nacido a quien llamó PEDRO PASCASIO, hijo de Mercedes Martínez y María del Niño Jesús Rojas. ¡Quién iba a creer que 11 años y nueve meses después ese niño, entraría a la historia con la solemnidad de la humildad y el valor de un héroe, destinado a la inmortalidad! Pero ese fue su designio y lo cumplió con épica integridad.
Al atardecer del 7 agosto de 1819, PEDRO PASCASIO MARTÍNEZ, con el negro JOSÉ, sorprendieron al coronel José María Barreiro y a su lugarteniente escondidos detrás de una gran piedra. En la refriega murió el lugarteniente a manos del negro JOSÉ, y Barreiro fue hecho prisionero por aquel pequeño héroe vestido de humildad. “Aquí está un buen prisionero” le diría después Bolívar. En recompensa le ofrecieron 100 pesos, a manera de pensión vitalicia,  asunto que nunca entendió Pascasio y que la historia olvidó en uno de los peores desastres de la ingratitud humana, pues años, después murió pobre, sin familia y sin amigos. Así terminó el soldado N° 1 de Rifles, sin las migajas de la compasión mundana.
¡Gloria a los héroes de Bolívar y a la espada que nos ofrendó la libertad! Gloria a los héroes anónimos que vertieron su sangre para darnos la independencia. Todavía se escucha en el campo el fragor de la batalla, y se oyen los gritos de los moribundos con el grito de libertad temblando entre los labios. Todavía fluye el espíritu de los patriotas por campos y ciudades, en la más enaltecida lección de coraje, amor y fervor patrio.
Pero la epopeya de ese niño llamado PEDRO PASCASIO MARTÍNEZ, constituye el más brillante ejemplo de valor, honestidad y decoro por una causa a cuyos pies se inmolaron muchos mártires de la patria. Aquel niño, ebrio de gloria es hoy el emblema donde se saturaron de fama legítima: Soublete, Anzoátegui, Bolívar, Santander, Jaime Rook, los terribles lanceros del llano al comando de Rondón y las heroínas Policarpa  Salavarrieta y Antonia Santos. Aunque si la fama es de seda su conquista es agria.
PEDRO PASCASIO MARTÍNEZ, legó a los jóvenes y a los niños de hoy un tesoro de virtudes rotulado en su honradez, su rectitud, su integridad y su inmenso heroísmo, capaces de construir el país que soñamos en las horas de paciente espera o en la vergüenza de esta tragedia nacional que hoy nos estremece y nos devora.




























REPARTO
1. Simón Bolívar
2. Pedro Pascasio Martínez
3. Mercedes Martínez ( Padre de Pedro Pascasio)
4. María de los Ángeles Rojas (Madre de Pedro Pascasio)
5. Esteban Martínez (Hermano)
6. Destino (Personaje mítico)
7. Libertad (Alegoría) (Bailarina)
8. Comandante Antonio (Patriota)
9. Sacramento (Traidor)
10. Náyade (Personaje mítico. Bailarina) 
11. Heraldo 1.
12. Heraldo 2.
13. Heraldo 3
14. Heraldo 4.
15. Patriota 1.
16. Patriota 2.
17. Patriota 3
18- Patriota 4.
19. Negro José (Compañero de Pedro Pascasio)
20. Voces 1, 2, 3 y  4.
22. Funcionario
23. Gonzalo
24. Alférez
25. Lugarteniente
26. Capitán Álvarez












HÉROE SIN DESTINO
TEATRO
 Alonso Quintín Gutiérrez Rivero
Ninguno ama a su patria porque es grande, sino porque es suya
séneca
Eternamente vive quien muere por la patria
Nicolás Bayona Posada.








ACTO I

ESCENA I

La estancia se puebla de cierto aire de nostalgia. Casa de bareque, corredor. Al fondo los aparejos: una silla de montar, una hoz para segar el trigo, y rejos de enlazar. Una pequeña mesa  y dos butacas rústicas. Corre el año de 1818. Mes de agosto. Se percibe una cierta tensión en el ambiente, como si algo fuera a suceder. Se oye el sonido de un ave cruzando el horizonte.

MARÍA.- Otra vez. El mismo sonido. La misma ave, como si no terminara de pasar.
PEDRO PASCASIO.- Las aves siempre pasan par aquí, a la misma hora. (Pensativo) son tan libres como el viento.
MARÍA.- ¿Libres?
PEDRO P. Sí. Libres. Como la libertad que pregona el comandante Simón Bolívar. ¿No es hermoso madre?  Las aves son libres, las cascadas son libres, las nubes son libres, pero…
MARÍA.-¿ Pero qué?
PEDRO P. Pero nosotros  no somos libres.
MARÍA.- ¿Qué sabe usted de la libertad Pedro P.?
PEDRO P. Ya le he dicho madre que no soy Pedro P. madre. Soy Pedro Pascasio Martínez, hijo de Mercedes y…
MARÍA.- Ya. Pero eso  no indica que deje de llamarse Pedro P.
PEDRO P. Entonces sería Pedro Pa.
MARÍA.-  Pero no suena. Así que lo llamaré Pedro P.
PEDRO P. Madre ¿Usted también se impone a la fuerza? Eso déjeselo a los españoles.
MARÍA.- No hijo. Es que suena bien. ¿No le parece?
PEDRO O.- No madre. Suena mal, pero en sus labios se oye bien (La abraza)
MARÍA.- Déjese de moloserías, Pedro P.
PEDRO  P.- Pedro Pascasio Martínez madre, Pedro Pascasio Martínez. El hijo de…
MARÍA.- Suficiente Pedro P. junte las ovejas y traiga las mazorcas.
PEDRO P.- Está bien madre. Usted me dijo que la libertad es algo así como un diluvio de esperanzas en el corazón de los hombres.
MARÍA.- (Extrañada) ¿Qué dijo Pedro P.? ¿Qué es eso de diluvios de esperanzas?
PEDRO P.  (En trance) Como floración de alegrías, como cantos de místicos profetas bañando la tierra.
MARÍA.- ¿Y qué más Pedro P.?
PEDRO P.- Como espadas de oro danzando en medio de los cielos… como cantos de niños, ensayando el milagro de la vida.
MARÍA.- (Aún más extrañada).- Qué le pasa Pedro P. nunca lo oí hablar así. La libertad es algo más sencillo
PEEDRO P. ¿Más sencillo que este abrazo mío? Madre debo dar gracias a la vida que puedo abrazarla y besarla…
MARÍA.- Quieto ahí Pedro P.
PADRO P.- Madre. Usted me enseñó principios, oraciones, cantos a la libertad.
MARÍA.- Pero esa manera de hablar, a quién le aprendió eso? Eso parece poesía
PEDRO P. – Madre. Usted es mi mejor poema. Usted dijo que debíamos aprender el honor (hace una venia? La nobleza (dobla la ruana y camina con dignidad) la valentía (Toma un palo y hace lances como de espadachín) el coraje (Camina con dos ollas al hombro) y … la humildad (Se sienta a contemplar el atardecer. Reza)
MARÍA.- ¡Ay hijo! Esas cosas no se enseñan. Cada quien aprende lo que quiere, sin que nadie se lo enseñe. En realidad nadie enseña a nadie.
PEDRO P.- Por eso la adoro madre. Porque habla como los dioses.
MARÍA.- ¿Dioses?
PEDRO P.-  Sí madre. Dioses. Porque cuando la oigo hablar parece que asomaran ángeles en el cielo.


ESCENA II.

(SACRAMENTO, entra en forma apresurada, casi cayendo)

SACRAMENTO.- Buscan a don Mercedes… y a Esteban. Los buscan. Son los soldados del rey.
MARÍA.-  Pero qué han hecho? ¿Por qué los buscan?
SACRAMENTO.- No sé. Solo sé que los buscan  y eso es peligroso. Deben irse.
PEDRO P.- Represión. Injusticia. España  no tiene compasión de nadie.
SACRAMENTO.- Están por todas partes. Se llevaron a los Camacho y a los Álvarez.  Solo tenemos…dicen que los mataron. Otros dicen que se los llevaron para servir como soldados  al ejército del rey. No hay escapatoria. Se los llevaron.
PEDRO P.   Casilda Zafra. Allá podemos ir.
SACRAMENTO.-  A Casilda la tienen vigilada.
PEDRO P.  Por las pesebreras. Por las pesebreras podemos entrar.
MARÍA.- Avísele a Esteban y a su papá. Corra hijo.
PEDRO P.- ¿Ya no soy Pedro P. madre?
MARÍA.-     Corra hijo. Han de estar bajando las ovejas. ¿Me oyó? ¿Me escuchó, Pedro P.?

PEDRO P.- Sí madre. La oigo lejos, pero la oigo, como una canción de amor.
MARÍA.- ¿Qué sabe usted de amor Pedro P.? Vaya rápido.
PEDRO P.- Sí madre. Ya vuelvo. (Sale)
SACRAMENTO.- Me voy doña María. Están por todas partes. No hay escapatoria.
MARÍA.- Está bien, Sacramento. Gracias. Vaya con Dios.
SACRAMENTO.- Dios la bendiga doña María.
MARÍA.- Hasta pronto Sacramento.
(Sale Sacramento. María se queda pensativa)
MARÍA.- Es el paso de las aves. Ya lo decía yo. Aquí va a ocurrir algo.
DESTINO.- (Surge como una visión apocalíptica).- No María del Niño Jesús. Esas son las desgracias cotidianas de un pueblo sumiso y obediente. Solo cuando despierten de esa pesadilla, podrán… digamos (Hace un ademán dramático)… gobernarse así mismos… pero ese día está lejano. El mundo crea héroes para su  destrucción. No, María del Niño Jesús. Aquí no va a pasar nada, excepto… digamos… que estén dispuestos a jugarse la vida por la libertad (El personaje se sube sobre un butaco y grita) Raza despreciable. (Corre por la estancia) aquí vinieron, aniquilaron, violaron, mataron y… no pasó nada. Diezmaron la comarca, esclavizaron, dieron muerte a los caciques, y ¿Qué pasó? Nada. Absolutamente nada. Raza despreciable. Merece la esclavitud. (Congela la imagen)
MARÍA.- Las aves. Siempre son las aves, las que nos dicen lo que pasará.
DESTINO.- Esta mujer cree en los  augurios del viento, como si en el viento estuvieran todos los presagios. Pero no. Aquí lo que hay es cobardía… miedo a enfrentar las poderosas fuerzas del rey. Por eso serán siempre esclavos. Después escucharán la voz de la conciencia diciendo: Esclavos… esclavos… eso es… imperdonable. (Congela)
MARÍA.-  Las aves y esa voz secreta que nos llena de angustia cuando asoma la oscuridad. (Congela)
DESTINO.- Ah. Míseros rastrojos de la humanidad. Merecen lo que tienen. Merecen ser destruidos… aniquilados. ¿Qué otra recompensa merece la derrota? Los pueblos merecen su destino. ¿Destino? Bueno sí su destino. (Sale)
MARÍA.- ¿Qué me pasa? Siento algo extraño. Una rara presencia. Como si alguien nos expiara. Santo Dios bendito: líbrenos del enemigo. Protéjanos de todo mal y peligro.
PEDRO P.- (Entrando) Es bueno rezar madre. Pero es mejor hacer. Mi padre y mi hermano, ya están avisados. Se irán para el páramo. Allá no van a llegar. El frío  correrá a los soldados del rey. No soportan los fríos de por aquí.
MARÍA.- Gracias hijo. Gracias.
PEDRO P.- Y ahora, los dos tenemos que irnos.
MARÍA.- No hijo. De aquí no me voy. Dios proveerá. Ya vuelvo hijo (sale)
PEDRO P. Que así sea madre. Que así sea. (La noche empieza a caer)

ESCENA III.


(Las lucen descienden y dejan ver casi en penumbra la figura de una bella mujer. Lenta, pero con seguridad avanza danzando en las puntas de los pies, hasta llegar a Pedro P, que ha quedado inmóvil como una estatua, pero la bella mujer lo seduce y después de ungirlo con esencias finas, intenta seguir el ritmo gracioso de la mujer. Aturdido, sin entender qué pasa, se retira a contemplar la preciosa danza, que se multiplica con otras apariciones, siempre con máscaras, a manera de sátiros y náyades)

NÁYADE.- Mil virtudes adornan tu conciencia.
CORO.-     Mil formas de hacer posible la vida.
NÁYADE.- Sólo falta una…
CORO.-     ¿Cuál?
NÁYADE.- La mejor de todas: LA LIBERTAD.
CORO.-     Invoquemos la libertad. Ella vendrá a este lugar y despertará en el niño  Pedro Pascasio Martínez, bellos sentimientos.
NÁYADE.-   Así será. (Suena una hermosa música. Se encienden las luces y aparece una bellísima bailarina, vestida con atuendos soncillos: túnica blanca, según diseño y corona de laurel. Ejecuta una breve danza. Pedro P. permanece absorto, como si no viera. A veces se ve mejor con los ojos del alma. El resto de danzarines, se integra casi en carnaval).

NÁYADE.- Libertad ¿Qué le falta a este muchacho?
LIBERTAD.- Nada. Solo resolución y… oportunidad
CORO.-     Es valiente y sincero. ¿Dónde adquirió la sabiduría de espíritu que lo anima?
LIBERTAD.- En las fuentes de la realidad. Él ha visto sufrir a su pueblo. Morir a sus semejantes. Él ha visto:
CORO.- Esclavizar, someter, humillar. Él lo ha visto todo.
LIBERTAD.- El sufrimiento lo hará libre y sabio en su corazón.
SÁTIRO UNO.- Es muy niño aún para sufrir.
NÁYADE.- La libertad tiene ese precio.  No imagine la libertad sin sacrificio.
SÁTIRO UNO.- Pero es muy niño todavía.
NÁYADE.-  Niño o no, este hombre será inmortal en las páginas de la historia de este país.
CORO.- Inmortal, tres veces inmortal. Mil veces inmortal.
(Vuelve la danza, así hasta desvanecerse en la penumbra)
PEDRO P.- Algo pasa en mí que no entiendo.


(DEL FONDO SURGE EL DESTINO, CON SU ENORME CAPA, BOTAS DE CUERO, GUANTES Y FUSTA)

DESTINO.- No es necesario que lo entienda. Son sus estados de conciencia. Es inevitable. He venido a trazar su destino.
PEDRO P.- ¿Quién es usted?
DESTINO.- Eso no importa. Lo importante es que obedezca sus impulsos… que de rienda suelta a sus sueños… vamos atrévase a soñar. ¡Ah, se imagina un soñador en Belén! Sería  un privilegio.
PEDRO P.- ¿Usted es el que me hace hablar así con mi madre?
DESTINO.- Algo así.
PEDRO P.- ¿Quién es usted?
DESTINO.- Su destino.
PEDRO P.- El destino no existe. El destino se construye; se hace…
DESTINO.- Humm. Eso me gusta. Razona con mesura y prudencia… es un buen principio.
PEDRO P.-  Entonces usted es un invento de mi mente?
DESTINO.- Algo así.
PEDRO P.-   No quiero saber de usted. Váyase. En este país de esclavos estamos solos, sin ninguna esperanza.
DESTINO.- Mire muchachito malcriado: Este país es maravilloso, pero algunos lo envilecen. Son los menos. Ustedes son los más. Debe aprender a gobernarse así mismo si quiere gobernar su conducta y si quiere gobernar a los demás. Usted llegará lejos, si quiere, pero debe aprender el ejercicio de la humildad. La insolencia no conduce a ninguna parte.
PEDRO P.- No sé qué son esas cosas. Solo sé que mi pueblo sufre, a causa de la opresión de los españoles. Pero…
DESTINO.- La libertad es un camino muy largo. Paciencia hijo. Paciencia.
PEDRO P. Libertad. No mencione la palabra libertad. Somos un pueblo  oprimido.
DESTINO.-  Porque así lo han querido. Tienen a Nariño y lo desprecian. A Policarpa y la dejan fusilar a…
PEDRO P.-  Ya lo sé. De noche los temores nos asaltan. De día nos oprime la presencia del tirano… es como si tuviera en todas partes.
DESTINO.- No tengo mucho tiempo, Pedro Pascasio. Consulte su corazón. Estaré pendiente. No olvide en el fondo de su corazón existe la sabiduría necesaria para salir airoso. España no es invencible.
PEDRO P.- ¿Y nuestros temores? ¿Cómo vencer nuestros temores?
DESTINO.- No olvide consultar su corazón. Ahí está la respuesta. Hasta pronto niño necio. Hay un cercado de cadalsos  en torno de ustedes. Se sacrificarán muchas vidas, pero la libertad, Pedro Pascasio, no tiene precio. Estaré cerca. Hasta pronto niño necio.
(Pedro p. ha quedado pensativo. La incredulidad entre la mentira y la verdad. ¿Todo apenas fue un estado de conciencia? ¿Existe el destino?... todo parecía tan real… tan majestuoso)
PEDRO P.- Hasta pronto señor misterio. ¿Cómo decirle a mi madre esto que me pasa?
VOZ UNO.- Eso le pasa a todo el mundo. No se preocupe. Todos hablan consigo mismo.
VOZ DOS.- Todos hablan con su conciencia.
PEDRO P.- Qué gran misterio es la vida! Pero qué bello vivirla.
VOZ TRES.- Razona usted bien Pedro Pascasio.
PEDRO P.-  Debe ser el dolor de pensar. Pensar a veces hace daño. Será mejor no pensar.


ESCENA V

MARÍA.- ¿Por qué tan pensativo Pedro P.?
PEDRO P. (Como despertando) .- Madre, usted cree en el destino?
MARÍA.- Claro hijo. Muchas veces le he dicho que el destino es el arte de  trabajar con paciencia el presente para labrar el futuro. 
PEDRO P.-  Pero ¿Existe un destino como persona que habla y se enfurece y da consejos?
MARÍA.- No existe tal…
CAPTAN ALVAREZ (Atropellando la entrada).- Alférez: lea:
ALFEREZ .- (Leyendo).- Por orden de su majestad el virrey Sámano se ordena, que todo aquel que esté en capacidad de portar una arma, debe enrolarse de inmediato al ejército español, so pena de incurrir en insurrección en cuyo caso, será fusilado. Se ordena así mismo que toda persona, mujer u hombre que se haya levantado en rebeldía y en armas en contra de España, será fusilado de inmediato, confiscado sus bienes, y repatriada su familia. Por orden de su majestad el rey de España, representado en este territorio por el Virrey Sámano, serán sentenciados todos aquellos sospechosos de sedición, asonada, publicaciones sospechosas y todo aquello que atente contra el buen nombre de la muy noble y muy leal España. Todo lo anterior en defensa de los derechos civiles y religiosos que a todos atañe.
NOTA: se dará trato benigno a quienes den información de cualquier movimiento, persona o grupos de alzados en armas contra España. A quienes se les compruebe, o existan sospechas de estar vinculados con el sedicioso Simón Bolívar, serán fusilados de inmediato.
Dado en Santa Fe de Bogotá a los 13 días del mes de agosto del año 1818. Firma su excelentísima e ilustrísima su señoría, el virrey  Juan Sámano.
Leído capitán.
CAPITAN.- Bien. Están enterados. Cualquier sospecha de insubordinación será castigada con la pena de muerte. ¿Entendido?
MARÍA.- Sí, señor.
CAPITÁN.- ¿Entendido?
PEDRO P.  Sí señor. Una pregunta: y si apresan al tal Simón Bolívar, también lo fusilarán?
CAPITÁN.- En presencia del pueblo. Será todo un placer.
PEDRO P.- La muerte no puede ser un placer.
CAPITAN.- En este caso sí. Bien, quedan advertidos. Nos han informado que en esta región abundan los traidores.
MARÍA.-  Somos humildes trabajadores. Nada más.
PEDRO P.- Bonito uniforme. Se ve usted, egregio, valiente, invencible. Y esa insignia, ¿qué es esa insignia?
CAPITAN.- Es la insignia de la guardia real de España.
PEDDRO P. ¿Me permite tocarla?
CAPTAN.- Mire andrajoso. Le he contestado por respeto a la señora. Usted es un potencial enemigo para fusilar (Lo golpea y sale)
MARÍA.- Hijo, ¿Por qué hizo usted eso?
PEDRO P. – No hice nada. Solo fue un tanteo
MARÍA.- Ay, hijo no juegue con esas cosas.


ESCENA VI


(En la afueras, Sacramento espera impaciente.)
SACRAMENTO.- No, hay nada sospechoso en esa familia, ¿Verdad?
CAPITAN.- No. Pero pronto lo habrá. Usted me dará una prueba de su sedición.
SACRAMENTO.- ¿Me puedo ir?
CAPITÁN.- No. Usted se queda aquí maldito traidor.( Lo toma por el cuello)
SACRAMENTO.- Está bien, está bien capitán.
CAPITAN.-  Necesito los nombres, lugares donde viven familiares todo, de los sublevados  y los que intentan amotinarse contra España. De lo contrario, su familia será fusilada de inmediato.
SACRAMENTO.- No. Eso no será necesario capitán. Cumpliré la misión, como usted lo indica.
CAPITAN.- (Soltándolo, le da un puntapiés).- Eso está mejor Sacramento de los Ángeles y Duarte. Vaya, cumpla su misión. Trato hecho?
SACRAMENTO.- Trato hecho capitán.
CAPITAN.- Vaya al páramo y me trae a esos forajidos, de lo contrario (Hace una señal de amenaza. Sale el capitán con el alférez)
SACRAMENTO.- Así será capitán. Así será.

ESCENA VII

(La escena sucede de nuevo en la casa de Pedro Pascasio. Sacramento entra cabizbajo)
MARÍA.-  ¿Qué sucede Sacramento?
SACRAMENTO.- ¿María: donde están Mercedes y Esteban?
MARIA.- En el páramo. Allá no llegarán los españoles.
SACRAMENTO.- Dígales que se vengan de inmediato, porque hoy mismo los van a buscar.
MARÍA.- Allá están seguros. Nadie los va a buscar.
SACRAMENTO.- Se lo suplico. Ellos deben regresar pronto.
MARIA.- ¿Por qué tanta insistencia?
SACRAMENTO.- Es la única forma de salvarlos.
PEDRO P.-  Está bien. Yo iré al páramo. Si es lo que tenemos que hacer, así será. Sacramento, está usted bien?

SACRAMENTO.- (Dudoso) Sí. No es nada. Estoy bien. Hasta pronto.
PEDRO P.- Hasta pronto Sacramento. Saludos a la familia. Que esté usted bien.
SACRAMENTO.- Así será, Pedro Pascasio, así será.(Sale)
MARÍA.- Algo no está bien. Él no es así.
PEDRO P.- Son los tiempos. Eso nos cambia.
MARÍA.- Parecía tan nervioso, como si  algo fuera a pasar.
PEDRO P.- Nada pasará madre. Voy al páramo.
MARÍA.-  Llévese, la mula. Aguanta mejor el paso.
PEDRO P.-  Bien madre. La bendición.
MARÍA.- Dios lo ampare y lo favorezca hijo, en el nombre del padre del hijo y del espíritu santo. Vaya con Dios.
PEDRO P.- Gracias madre. La quiero mucho.

ESCENA VII

MERCEDES.- ¿Qué pasa María, no fue Sacramento quien nos dijo que en el páramo estaríamos seguros? ¿Por qué esta urgencia de regresarnos?
MARÍA.- Los buscan por todas partes. Las provincias se han levantado. Se siente el miedo. A esta casa vino un capitán español y nos amenazó.
MERCEDES.- Nos vamos. En el páramo estaremos bien.
MARÍA.- No. En el páramo no. Es allí a donde los van a buscar, según dijo Sacramento.
ESTEBAN.- Es allí donde no nos van a encontrar.
PEDRO P.- Casilda Zafra. En la casa de Casilda, estaremos seguros.
ESTEBAN.- Nos vamos.
CAPITAN.- (Desde afuera) Abran en nombre del rey.
MARÍA.- Son ellos. Escóndanse. (Cada quien busca un refugio)
CAPITAN.- (Entrando en forma atropellada).- Entréguense malditos traidores. Usted señora, me los va  entregar (la toma como rehén y la amenaza con la espada) ¡Ya!
(El Alférez, empuja a Sacramento, quien asustado intenta disculparse)
SACRAMENTO.- María… yo…
MARÍA.- ¿Usted Sacramento?
PEDRO.- Así es la guerra. Nos vuelve todos contra todos.
CAPITÁN.- Salgan de la madriguera, cobardes. (Da un fuerte empellón a María y le apunta con la espada. Pedro intenta atacar pero el alférez le asesta un puñetazo)
SACRAMENTO.- Deben estar en la troje.
MERCEDES (Saliendo).- No es necesario capitán. Aquí estamos pero no hemos hecho nada contra el ejército español.
ESTEBAN.- Nada señor.
CAPTAN.-  Soldados. Apresen a estos traidores.
ALFEREZ-  Se les acusa de traición a la madre España, sedición, levantamiento, injuria, lujuria, crímen  y asalto a mano armada contra el ejército del rey. Por esas conductas reprochables serán ejecutados de inmediato.
CAPITAN.- Fusilados y llevados a la horca.
ESTEBAN.- Somos inocentes de esos cargos.  Nuestro único delito aquí es el trabajo.
ALFEREZ.- Insolente. Osa usted poner en tela de juicio esta verdad?
CAPITAN.- Cumpla la orden de inmediato Alférez.
ALFÉREZ.- Sí señor.
(Esteban en un acto desesperado, arremete contra el Alférez, quien rueda por el piso. Se pelean. Entonces el capitán toma de nuevo a María como rehén y grita)
CAPITAN.- ¡Esteban Martínez, deténgase!
(Esteban se queda mirando y suplica)
ESTEBAN.- ¡No, mi madre no!
CAPITAN.- Prepárese a morir desgraciado. (Le apunta con el arma. Pedro se interpone con los brazos abiertos)
PEDRO P.- Sensatez señores. Piedad por favor.
CAPITAN.- ¿Piedad? Ustedes son subversivos. Ingratos. Traidores. En nombre de España deben morir.
PEDRO.-  Por mi madre. Piedad capitán.
CAPITAN.- Alférez: fusile a estos traidores.
ALFÉREZ.- (Los lleva a la pared y ordena la descarga.) ¡Fuego!. (La escena es de desesperación. Pedro P. toma una pañueleta que llevaba al cuello Mercedes, su padre y la guarda con respeto)
ALFÉREZ.- ¿Qué hacemos con este?
CAPITAN.- Fusílelo… por  traidor… fusílelo.
SACRAMENTO.- Pero yo cumplí…
CAPITÁN- Fusílelo de inmediato, alférez.
ALFÉREZ.- ¡Fuego!
CAPITÁN.- Repugnante.
ALFÉREZ.- Qué dijo capitán?
CAPITÁN.- Cómo es de repugnante la traición y la suerte de estos miserables.
PEDRO P.- Capitán: usted no ha tenido clemencia de nosotros, ni la tendrá con nadie. Es usted un cobarde, (intenta agredirlo, pero el capitán le asesta un puñetazo, al caer el muchacho atrapa la insignia que el capitán llevaba al pecho)
CAPITÁN.- Muchacho insolente. Fusílelo alférez…
ALFÉREZ.- Pero capitán…
CAPITÁN.- Fusílelo, alférez. Lo espero en el camino,
(El alférez, coloca a Pedro contra la pared)
ALFÉREZ.- Soldados, fuera. (Entonces, el alférez en un arranque de piedad, dispara su arma en  otra dirección) España, no asesina niños. Traidores. (Se inclina sobre los fusilados, se persigna y Sale).
PEDRO.-  Las contradicciones de la guerra. Dios, tenga piedad de nosotros.
MARÍA.- Estamos  solos.






























ACTO II
ESCENA I.

(Escena a campo abierto. Los patriotas intentan reagruparse. Son muchas las penalidades. Corre  año de 1819. Es el atardecer del 22 junio en las alturas de la laguna de Socha, a donde han llegado los últimos reductos. Los combatientes esperan la llegada del general Simón Bolívar quien ha iniciado su viaje desde Venezuela. )
PATRIOTA UNO.- En estas alturas el tiempo parece detenerse.
PATRIOTA DOS.- El poder de los tiranos, sobre los débiles…
PATRIOTA UNO.- ¿Qué dijo usted?
PATRIOTA DOS.- Digo que el tiempo es largo y los tiranos perduran…saben cómo dominar al pueblo. El ejército español está bien equipado y cuenta con más de 20.000 soldados según las últimas informaciones. Tenemos pocas probabilidades de triunfar.
PATRIOTA UNO.- Tenemos lo que a ellos les falta: coraje, ansias de libertad. Han asesinado a nuestros hijos, a nuestros líderes; no han tenido consideración de mujeres, ancianos niños, todos, han sido víctimas del ejército español. ¿Vamos a dejar que esto siga sucediendo? No. Aunque nos aniquilen, de las cenizas surgirá la fuerza necesaria para vengar tanta afrenta y tanta desgracia.
PATRIOTA TRES.- Nos juntamos en el monte para enfrentar al enemigo.
PATRIOTA CUATRO.- Este es el lugar perfecto para atrincherarnos y asaltarlos.
PATRIOTA DOS.- Tiene usted razón Mesías Blanco. Sin embargo debemos estar dispuestos a enfrentarlos cara a cara. Ahí sabremos quién es quién,
COMANDANTE.- Hablan de coraje y de venganza, pero hay algo más elevado que nos une, que nos da fuerzas para seguir luchando hasta la muerte: libertad, queremos libertad. Muerte a los opresores.
TODOS.- Viva la libertad.
COMANDANTE.- Bien. Hemos sabido que por los lados de Beteitiva, se mueve un grupo grande de soldados españoles al mando de un tal Enrile. Ustedes tienen la misión con el batallón rifles 2 de neutralizarlo. ¿Está claro?
TODOS.- Sí mi comandante.
PATRIOTA TRES.- Alisten armas, pertrechos, equipos de campaña, alimentos, todo lo necesario. Entramos en acción en dos días. El sitio será Belén de Cerinza, donde el enemigo ha cometido atrocidades incontables.
COMANDANTE.- ¿Escucharon? O se los tenemos que repetir.
TODOS.- Firmes comandante.
PATRIOTA UNO.- No tenemos armas, comandante.
COMANDANTE.- Pelearemos cuerpo a cuerpo a bayoneta calada.
TODOS.- Sí mi comandante.
COMANDANTE.- ¿Todos listos?
TODOS.- Sí mi comandante.
COMANDANTE.- Bien, patriotas. Lo que ha de ser que sea. Por la libertad.
TODOS.- Por la libertad.
COMANDANTE.- Guardias, despejen el camino.
PATRIOTA UNO.- Alguien se acerca. Cuidado. Alto.
(De entre la maleza surge una figura incierta, todos preparan las armas)
PATRIOTA UNO.- ¿Quién es usted? Identifíquese.
PEDRO.-  Pedro Pascasio Martínez. Soy Pedro Pascasio Martínez, de Belén de Cerinza.
PATRIOTA UNO.- Eso no es nada. ¿Qué viene a hacer aquí? ¿ Es usted un espía? Levante las manos.
COMANDANTE.- Un momento. Pero si es un niño. ¿Qué hace un niño por estos andurriales?
PEDRO.-   Busco a los patriotas. Quiero unirme a la causa de la libertad.
PATRIOTA TRES.- Es el hijo de Mercedes Martínez, hermano de Esteban, fusilados en su casa el año pasado.
COMANDANTE.- No podemos recibir niños en las filas patriotas. Regrese a casa.
PEDRO.- Podría ser de utilidad sin van a Belén. Casilda Zafra, la hacendada de Santa Rosa, mantiene el control de la zona. Con ella se debe contar para cualquier acción militar.
COMANDANTE.- No queremos niños en nuestras filas.
PEDRO.- Los españoles asesinaron a mi padre y a mi hermano. Mi madre murió a causa de la pena. Tengo razones para luchar con ustedes por la libertad del pueblo.
COMANDANTE.- Bien. ¿Sabe usted manejar una arma?
PEDRO.- No. Soy baquiano. Conozco el terreno, me muevo con facilidad en estas tierras.
COMANDANTE.- ¿Y si lo atacan?
PEDRO.- Sabré defenderme (Hace  varios ademanes de luchas con caídas y ataques mortíferos)
COMANDANTE.- Está bien. Está bien. Por ahora pertenece al batallón rifles 2. Pero a la llegada del comandante supremo, será transferido al batallón 1 de infantería, no quiero responsabilidades con niños.
PEDRO.- Gracias comandante. Dios lo bendiga.

ESCENA II.
 
PATRIOTA CUATRO.- Parte de victoria comandante. Tuvimos 18 bajas. El enemigo 52.  Tenemos en nuestro poder, municiones y armas de utilidad.
COMANDANTE.- ¿Y el muchacho? ¿Qué fue del muchacho?
PATRIOTA CUATRO.- Se portó como valiente. Nuestra victoria se la debemos a él, él nos indicó los escondites. Nos mostró los sitios mejores para atacar. Fue valiente al desafiar las balas enemigas y despistar al enemigo.
COMANDANTE. – ¿Puso en riesgo su vida?
PATRIOTA CUAGTRO.- Así es. Desafió a un sargento y se escabulló por entre la maleza sin que pudieran encontrarlo. Eso nos dio tiempo para el ataque.
COMANDANTE.- Niño necio. ¡No creerá que es alevosía desafiar así la muerte y exponerse ante el enemigo!
PATEIOTA CUATRO.- No lo sé. Pero sin él hubiera sido imposible la victoria.
COMANDANTE.- Entonces qué debemos hacer? Rendirle homenaje? Exaltarlo ante la tropa? No sea ingenuo Sebastian Eslava, los niños ven la realidad de manera diferente. Para  ellos esto es… una simple aventura.
PATRIOTA CUATRO.- Aventura o no, este  niño nos salvó de morir.
 COMANDANTE.- Entonces lo tendremos en nuestras filas como una joya en exhibición.
PATRIOTA CUATRO.- O como una persona digna de toda consideración. Ha quedado huérfano… lo ha perdido todo.
COMANDANTE.- A todos nos toca un poco de esta tragedia, inventada por los españoles.

ESCENA III.

(Atardecer en el campo patriota. Pedro, se dispone a arreglar la lanza en un silencio, parecido  al eclipse de las verdades mundanas. En un catafalco improvisado, empieza a moverse una figura, que ha permanecido todo el tiempo.)
DESTINO.- El camino se abre a sus pies milagrosamente, Pedro Pascasio Martínez. Alguien traza círculos de fuego detrás de las paredes del misterio. Son tiempos de cuervos, ciertamente. Aquí la vida se desvanece al impulso de un malvado, y lo que fue gloria y esplendor muere en cualquier momento.
PEDRO.- ¿Otra vez usted? ¿Y ahora qué?
DESTINO.- Ahora nada. Esperar. El triunfo aguarda al que sabe esperar.
PEDRO.- ¿El triunfo? Están diezmando a nuestros ejércitos, no tenemos qué comer. Somos un ejército sin armas, sin provisiones, sin ropas. Todo está perdido.
DESTINO.- Ajá. ¿Escucho la voz de un héroe o un simple soldado derrotado?
PEDRO.-  Soy un simple instrumento del destino…
DESTINO.- No me culpe de sus males. El camino del héroe es el sacrificio. No hay gloria, sin sacrificio.
PEDRO.- No soy digno de ninguna gloria. Mi camino es la derrota.
DESTINO.- Pesimista nunca, querido Pedro Pascasio. Debe saber esperar. Con el tiempo la vida le dará el mejor de sus frutos.
PEDRO.- No hable de esperar. Nariño esperó y lo encarcelaron. José Antonio Galán esperó y lo asesinaron…
DESTINO.- Niño necio. Recuerde: debe mantener erguida la frente ante la derrota…y ante la victoria humilde. También el enemigo siente y se duele de las derrotas.
PEDRO.- Dígame señor esta…
(El destino desaparece) .- ¿Señor dónde está usted? ¿Dónde?
PATRIOTA.- ¿Hablando solo, Pedro Pascasio? Suele suceder. Uno quisiera tener respuesta de las piedras, los árboles, las aves, pero aquí solo hay una respuesta: estamos solos frente al enemigo.
PEDRO.- ¿Ha visto a alguien, un señor de capa, vestido de negro?
PATRIOTA UNO.- Es el delirio de la guerra. Aquí todo parece real pero a la vez tan fantástico que no sabemos que es real y qué es mentira. Le voy a presentar un amigo, que vino de la costa atlántica. Casi no habla, pero es un gran amigo. En él puede confiar.
PEDRO.- ¿Quién es?
PATRIOTA UNO.- Le decimos el negro José, porque nunca nos dijo su apellido. Negro José, esta es su nueva compañía.
NEGRO JOSÉ.- Ah. Bueno.
PEDRO.- Es muy fuerte. Tiene porte de valiente.
NEGRO JOSÉ.- Eso depende de lo que usted llame valiente.
PEDRO.- Enfrentar al enemigo, no tener miedo.
NEGRO JOSÉ.- Todos tenemos miedo, niño necio,
PEDRO.- ¿Amigos?
NEGRO JOSÉ.- ¡Amigos!
PATRIOTA UNO.- Todo está hecho. (Sale)
NEGRO JOSÉ.- Tengo la misión de protegerlo a usted. Eso dijo el comandante.
PEDRO.- Bien. ¿Amigos?
NEGRO JOSÉ.- Amigos, hasta la muerte.
PEDRO.- Amigos. Por siempre amigos.

ESCENA IV

(El comandante camina nervioso)
COMNDANTE.- ¿Cuántos hombres tenemos Riveros?
RIVEROS.- Unos cuatrocientos.
COMANDANTE.- ¿Cuántos hemos perdido en las últimas batallas?
RIVEROS.- Muchos. Ya no hay gente en la guarnición.
COMADANTE.- Es inútil. Tanto sufrimiento, para nada. La guerra está perdida.
PEDRO.- No todo está perdido. Usted no puede perder la fe. Mire, estas personas lo esperan todo de usted. Que los guíe, los anime, les de fuerzas con sus palabras y su ejemplo hasta el último aliento. No les de la desesperanza. Ellos lo necesitan comandante.
COMANDANTE.- ¿Quién habla de ese modo?
PEDRO.- Yo. El que lo perdió todo, la familia, los bienes, la honra.
COMANDANTE.- La honra no se pierde, ni aún en la penuria.
PEDRO.- Entonces dele esperanza a su ejército.
COMNDANTE.- Ah, muchacho necio. Habla usted como los sabios. Sin embargo…
PEDRO.- Sin embargo nada. Sus hombres lo admiran. Lo siguen ciegamente.
COMANDANTE.- ¿Cuida usted de este muchacho, Negro José?
NEGRO JOSÉ.- Así es. Como lo ordenó sumercé.
COMANDANTE.- Cumpla esa misión, que él es una joya. El comandante supremo del ejército patriota, atraviesa los páramos de Pisba. Su llegada a nuestro territorio es inminente. Preparémonos como se debe. Riveros: de un descanso a la tropa y organice la ración. (Sale Riveros) ¿Sabe una cosa Pedro Pascasio? A veces creo que usted cayó aquí como venido del cielo. Dios lo conserve por mucho tiempo para salud de la patria.
PEDRO.- Se pone usted sentimental, comandante.
COMANDANTE.- Yo era un mosalvete como usted, cuando llegaron los españoles, incendiaron la casa y masacraron a mi familia. Pero no tuve su valor. Cuando cumplí 18 años me enrolé con el fin de vengar a mi familia. Solo con el tiempo comprendí que aquí no estamos por venganza sino por amor a la libertad. Qué aprendizaje tan largo! La libertad es algo que no sabemos qué es pero se siente, se percibe en todo cuanto hacemos, en nuestros sueños y esperanzas. Ah. La libertad, qué sueño tan difícil de asimilar. Cuando la humanidad lo entienda habrá un nuevo mandamiento de unidad y comprensión. Las generaciones venideras gozarán de la libertad. Quizás sepan apreciarla, de lo contrario pagarán muy caro su desprecio.
PEDRO.- Comandante. No hay pena en compadecerse. Lo que es imperdonable es la indiferencia y… la traición,  Su ejército es disciplinado. Tiene convicción. Posee bravura y valor. ¿Qué más se puede pedir?
COMANDANTE.- Denle una ración a este muchacho y que se vaya a descansar.
PEDRO.- No olvide comandante: Dios, valor y discreción, son la guía para el que quiere dirigir.
NEGRO JOSÉ.- Vamos, charlador incorregible.
PEDRO.- Vamos conversador interminable. (Golpe en el hombro y salen)


ESCENA IV

PATRIOTA UNO.- Llegó la hora comandante. El general Simón Bolívar se acerca. Nos han ordenado esperarlo en Cerinza. El ejército está extenuado.
COMANDANTE.- Alerta. Debemos limpiar el camino, pues el enemigo está en todas partes. Sabemos que Barreiro se mueve hacia Paipa y Duitama. Esperamos órdenes del comandante supremo.
(Escena de escaramuzas, avances, atajos, luchas)
(Ahora la escena muestra a Simón Bolívar meditabundo, con apenas un conserje y un guardia)
BOLÍVAR.- ¿Cuántos hombres perdimos en los páramos de Pisba y Paya?
CONSERJE.- Muchos señor. Algunos no resistieron los rigores del hambre y el frío.
BOLIVAR.- (En silencio medita)
CONSERJE.- ¿En qué piensa señor?
BOLIVAR.- En vencer conserje,  vencer es la consigna!
CONSERJE.- El comandante de Cerinza, quiere hablar con usted, excelencia!
BOLÍVAR.- Que siga.
COMANDANTE.- El comandante de Belén, Tutazá y Cerinza reportándose general.
BOLÍVAR.- Limpió el camino hacia Paipa y Duitama comandante?
COMANDANTE.- Sí mi general. Debo comunicarle una novedad.
BOLÍVAR.- Bien. ¿De qué se trata?
COMANDANTE.-  Es del niño Pedro Pascasio Martínez. Se encuentra en nuestras filas como soldado Razo.
BOLÍVAR.- ¿Cuántos años tiene?
COMANDANTE.- Once años general.
BOLÍVAR.- (De pie) ¿Cómo? ¿No he sido claro en mis órdenes de que no debe haber ni mujeres ni niños en las filas patriotas?
COMANDANTE .- Así es. Pero él insistió. Quiere que usted lo reciba.
BOLÍVAR.-  Está bien. Está bien. Háganlo pasar.
PEDRO.- (Entra con altivez). Soy Pedro Pascasio Martínez, natural de Belén de Cerinza, hijo de Mercedes Martínez y María del Niño Jesús Rojas. Hermano de Esteban, Fusilado el 23 de febrero, mi padre fusilado y mi madre  muerta de pena moral. Por esas razones soy soldado del batallón rifles 2.
BOLÍVAR.- Pero los niños no deben estar en el campo de batalla.
PEDRO.- Con el debido respeto, he vivido más crueldades que muchos de sus soldados general.
BOLÍVAR.- La guerra es inmisericorde. Pero los niños no deben ir a la guerra.
PEDRO.- Soy hijo de la guerra, tanto como ustedes general.
BOLÍVAR.- ¿De modo que quiere estar en el ejército patriota?
PEDRO.- Así es mi general
BOLÍVAR.- Desde este momento pertenece usted al batallón Rifles no. 1 como el soldado 1 Entendido?
PEDRO.- Sí mi general.  Otra cosa mi general.
BOLÍVAR.- ¿Qué otra cosa?
PEDRO.- Pido que el negro José sea transferido conmigo.
BOLÍVAR.- Cúmplase.
PEDRO.-  General: usted es la esperanza de mi pueblo y por usted la vida entera. Viva la libertad.
BOLÍVAR.- Qué convicción. Qué arrojo y que sinceridad. Bienvenido Pedro Pascasio Martínez al batallón Rifles 1. (Le hace el saludo militar y le estrecha la mano)
PEDRO.- Gracias general.
BOLIVAR.- Lleva usted una insignia de alto rango del ejército español. ¿Dónde la consiguió?
PEDRO.- Un acto desesperado antes del fusilamiento de mi padre y de mi hermano. Lo conservo como recuerdo de ese momento triste. Eso me da coraje y pasión.
BOLIVAR.- Dentro dos días nuestro ejército puede ser destruido. El ejército español es disciplinado y numeroso. ¿No teme esa suerte?
PEDRO.- No. No seremos destruidos. Usted triunfará, señor, estoy seguro. Tiene lo más sagrado de la victoria: el honor, el valor y la razón. Triunfará usted general, la gloria será suya. (Sale)
BOLÍVAR.- Qué coraje y qué valor en tan corta edad.

ESCENA V.

(Esta es la escena de los pregoneros. Cada uno trae consigo un laurel. Danza y ritual. En la escena debe haber, veladoras, faroles y luces intermitentes. Inicialmente el  ritual de los comediantes)
(Música fuerte a manera de marcha. Los tambores chinos pueden ayudar a ambientar. Los pregoneros ejecutan una danza breve y dejan en lo alto la palabra libertad)
PREGONERO 1.- Noticias del frente de batalla.
PREGONERO 2.- Barreiro apostado en la casa de las seis ventanas, dice:
TODOS.- Esta victoria no me la quita ni Dios con su gran poder.
PREGONERO 2.- Ordena fusilar a la familia Vargas
PREGONERO 3.-  Los hijos, los padres, los criados, todos fusilados por el ejército español.
PREGONERO 4 .- Bolívar se retira a  la roca de los tres picos.
PREGONERO 5.-  Cae el coronel Jaime Rook de la legión británica,
PREGONERO 1- Cae Inocencio Chincá.
PREGONERO 2.- Caen los lugartenientes de Bolívar.
TODOS.- La suerte está echada… la batalla perdida.
(El ritual continúa a manera  de lamentos y llantos)
(Entra en escena el dios del fuego, en una danza frenética)
(los pregoneros alzan a Pedro Pascasio hasta una pequeña mesa donde lo depositan)
TODOS.- El niño prodigio de Belén se encuentra en las alturas del pantano.
PREGONERO 1.- Junto al héroe vencido… el invencible Simón Bolívar.
PEDRO.- (Cobra vida).- General, no todo está perdido. Barreiro no es invencible.
PREGONERO 2.- El general derrotado piensa en el suicidio antes de entregarse al enemigo.
PREGONERO 3.- La gloria colosal de los guerreros, empieza a derrumbarse.
PEDRO.- Sublevación. Egregio comandante, no decline. Ascienda a las cumbres de la gloria.
PREGONERO 4.- Los patriotas sucumben. La muerte ronda. El espíritu indómito desciende.
TODOS.- Todo está perdido. Fuimos derrotados.
PREGONERO 5.- Pero cómo mi general, si mis lanceros y yo no hemos entrado en acción.
PREGONERO 1.- Dice el llanero Rondón.
PREGONERO 5.- Permítame hacer una entrada.
TODOS.- Coronel. Salve usted la patria.
PREGONERO 1.- Los lanceros hicieron estragos en las filas enemigas.
PREGONERO 2.- Sembraron el terror.
PREGONERO 3.- El ejército español abandonó las armas y se dio a la retirada.
PREGONERO 4.- Barreiro huyó por las lomas de Paipa.
PREGONERO 5.- Huyó despavorido.
(El dios del fuego, ejecuta una breve danza y desaparece)

ESCENA VI.

(7 de agosto de 1819. Batalla del puente de Boyacá. La diosa de la libertad, danza en forma cadenciosa. Por el costado izquierdo aparece el heraldo 1  vestido de dorado intenso, incluido su cuerpo y con una trompeta anuncia la épica jornada. Por el costado derecho aparece el heraldo 2, con las mismas características. El   heraldo 3 anuncia el fin de la batalla. El heraldo 4 señala la gran roca de Barreiro)

HERALDO 1.- Gloria al ejército español. (Avanza con un estandarte y lo deja en medio del espacio.
HERALDO 2. Honor al ejército patriota y al supremo comandante general Simón Bolívar. (Avanza hasta dejar su estandarte en el centro)
HERALDO 3.- Opresores del mundo, venid a ofrendar vuestras vidas, (avanza hasta dejar su estandarte)
HERALDO 4.- Oprimidos del mundo, este es vuestro campo de honor. (avanza y deja su estandarte)
(La escena muestra una danza con destrezas marciales, hasta caer rendidos. Al descender las luces, desaparecen y solo quedan los pregoneros a manera de estatuas de piedra. La escena muestra la roca de Barreiro. El lugarteniente y Barreiro se esconden. Por el extremo contrario entran el negro José y Pedro P. al sorprenderlos se trenzan en feroz lucha. Al final muere, el lugarteniente a manos del negro José. Pedro se dispone a atacar.)

BARREIRO.- Necios. Están ustedes perdidos. Somos militares entrenados, ustedes…., simple plebe, chusma y nada más.
PEDRO.- Así es señor. Somos chusma, pero sabemos pelear por la libertad.
BARREIRO.- ¿Qué sabe usted de la libertad?
PEDRO.-  Nada. Que solo sirve para morir con dignidad.
LUGARTENIENTE.- Entonces va a morir. (Pero el negro José le asesta un golpe y lo hiere con la lanza).- Ah, malditos chanchirientos.
NEGRO JOSÉ.- Tenemos honor… ustedes no.
BARREIRO.-  (Desenvainando la espada).- Van ustedes a morir, malditos, sarrapastrosos.
NEGRO JOSÉ.- (Ruedan en feroz lucha).- Ustedes, asesinaron, violaron, esclavizaron… ahora deben morir. (En un lance Barreiro pierde la espada y queda a merced de Pedro P. quien le apunta con una lanza, en cuya punta pende un cuchillo)
PEDRO.- No intente nada. Todo está perdido.
BARREIRO.- Puedo ofrecerles riqueza, dinero, fama, lo que quieran.
PEDRO.- ¿A cambio de qué?
BARREIRO.- Sólo déjenme ir. Mire este cinturón de oro… puede ser suyo.
PEDRO.. ¿Cinturón… de oro? Y dígame para qué sirve un cinturón de oro aquí?
BARREIRO.- Es de oro.
NEGRO JOSÉ.- ¿y de qué nos serviría un cinturón de oro en estas circunstancias?
PEDRO.- (Saca del bolsillo la insignia).-
BARREIRO.- ¿Cómo la obtuvo?
PEDRO.- Es de la realeza…usted es de la realeza.
BARREIRO.- Así es. Puedo darles riqueza, fama, abundancia conmigo lo tienen todo, con la chusma…pierden.
PEDRO.- Pues esa chusma les está arrebatando el poder, malditos tiranos. Ustedes, esclavizaron, nos despreciaron, robaron, violaron, ultrajaron (a cada frase, hace diferentes ademanes y adquiere tonos dramáticos corporales, finalmente le coloca la lanza en el cuello).- ¿Quién es usted maldito asesino? ¿ Quién… es… usted?
BARREIRO.- ¿Eso importa?
PEDRO.- No. No importa. Usted es uno de los miles de asesinos que vinieron a saquear y a asesinar… ustedes, llevaron a la horca a nuestro líderes, destruyeron el movimiento comunero merced a la traición de Góngora, mataron a Galán, encarcelaron a Nariño, mataron a Berbeo, fusilaron a Policarpa... ustedes destruyeron nuestros sueños, trajeron enfermedades… ustedes nos volvieron rebeldes…nos condujeron  al campo de batalla y asesinaron a miles de nosotros sin ninguna justificación…ustedes son lo peor que le ha pasado a nuestro territorio…(a cada frase Pedro le imprime un tono dramático acompañado de expresiones gimnásticas, casi de artes marciales) ¿Sabe señorito? Ustedes no merecen perdón de Dios… ni de nosotros.
NEGRO JOSÉ.- (Hace un  giro  trágico e intenta hundirle la lanza en el pecho, pero Pedro se interpone) Muera asesino del infierno.
PEDRO.- No. Negro José. No somos como ellos. No somos asesinos. 
NEGRO JOSÉ.- ¿Y entonces…?
PEDRO.-  Es nuestro prisionero. Lo llevamos ante el general Simón Bolívar.
BARREIRO.- Por Dios, no lo hagan. Pierden el tiempo. No 
voy con ustedes.
PEDRO.- Ande o lo arreo sumercé. (lo asedia con la lanza. El negro José, entre tanto, le ha arrebatado las armas al lugarteniente y lo amenaza)
BARREIRO.- Chusma al fin y al cabo.
PEDRO.- Chusma con ansias de libertad. Ande señorito.
(Los heraldos, que han permanecido inmóviles, se desplazan por  el escenario haciendo movimientos marciales. Se oye una marcha solemne. Calle de honor. Aparece Bolívar fatigado)
BOLIVAR.- Es el fin. Aquí termina todo.
(Se oye una fanfarria. Entran el Negro José y Pedro con el prisionero)
PEDRO.- General Simón Bolívar…le entrego al prisionero…es un buen prisionero
BOLÍVAR.- ¿Pedro Pascasio? ¿A quién trae usted?
PEDRO.-    No lo sé. Es un buen prisionero (Muestra la insignia)
BOLÍVAR.- (Examinando).- ¿Barreiro? ¿Es usted el general José María Barreriro, comandante supremo del ejército español?
BARREIRO.- Así es. Exijo ser tratado como tal.
BOLÍVAR.- ¡General! (Hace el saludo militar) General Barreiro. Será usted tratado con todas las consideraciones de un general de alto rango.
BARREIRO.- Gracias. No esperaba menos de usted. Es un honor conocerlo.
BOLÍVAR.- La tierra que pisa es libre a partir de este momento. Este es un día memorable. Su poderío ha terminado.
BARREIRO.- En nombre del rey de España reciba mis agradecimientos por el trato considerado.
BOLÍVAR.- El rey de España, ya no es nuestro soberano. Todo concluye con esta batalla. Dese por prisionero general. Prisionero de las fuerzas libertarias. Llévenlo al cuartel y ríndanle honores militares como es debido. (Se lo llevan)
PEDRO.- No entiendo general. ¿Usted le rinde honores al enemigo?
BOLÍVAR.- Así debe ser.
PEDRO.- Entonces…
BOLÍVAR.- No se preocupe. La patria reconoce su hazaña y lo felicita. Es usted un gran héroe Pedro Pascasio Martínez, usted hizo prisionero al general en jefe de las fuerzas realistas, desde hoy somos libres gracias a usted.
PEDRO.- A mi y al negro José. Él dio muerte al lugarteniente.
BOLÍVAR.- Felicitaciones y… gracias (le estrecha la mano) en cuanto a usted Pedro Pascasio…inmortalizó su nombre en este día memorable. La historia lo recordará como el héroe del Puente de Boyacá en la batalla del  7 de agosto de 1819. Venga un abrazo. (Lo abraza). En mi condición de comandante en jefe de las fuerzas libertarias, decreto, y que sí quede escrito, que se otorgue al soldado No. 1 del batallón rifles, Pedro Pascasio Martínez, una pensión vitalicia de cien pesos oro, en agradecimiento por los servicios prestados a la causa de la libertad, en especial por haber capturado y hecho prisionero al general Barreiro, con lo cual se da por terminada  la batalla de este día 7 de agosto de 1819. Exáltese así mismo a partir de hoy en actos de gran solemnidad el nombre de Pedro Pascasio y su fiel compañero de armas Antonio José Arcadio, más conocido como el negro José. Que la historia les coloque por toda la eternidad en sitiales de honor. Cuartel general. Campo puente de Boyacá. A 7 de agosto del año 1819. Cúmplase.
¿Cuántos años tiene usted, Pedro Pascasio?
PEDRO.- Once años nueve meses señor.
BOLÍVAR.- He aquí el niño héroe del Puente de Boyacá. De dónde es usted.
PEDRO.- De Belén sumercé.
BOLÍVAR.- Pues acaba usted de inscribir el nombre de Belén en el libro de la inmortalidad. Honores al héroe niño.
(Los heraldos se desplazan en marcha solemne hasta dejar pasar la figura de la libertad, quien ejecuta una hermosa danza junto con otras hermosas doncellas. El dios del fuego termina disparando una flecha y encendiendo el fuego que queda como símbolo de la eterna luz  que iluminará esta tierra)























ACTO III

ESCENA I

(La estancia muestra un panorama sobrio. Sin pretensiones arquitectónicas, casi desolado. A un lado una silla, y un tiple. Pedro se pasea por la estancia meditando)
PEDRO.- Nos queda el vacío de la libertad y la presencia del usurpador. Es como si no hubiera pasado nada. Es raro. El acontecer de la vida es extraño. No podemos con nosotros mismos… como si alguien gobernara nuestros actos.
DESTINO.- Tal vez así sea Pedro Pascasio. Nada se mueve en el mundo sin la voluntad divina.
PEDRO.- ¿Es voluntad divina el sufrimiento?
DESTINO.- Así es. El hombre necesita sufrir para aprender. El aprendizaje es un sufrimiento…y una gran alegría. Aprender es ignorar. Oh paradoja. Entre más se sabe  más se ignora. “Saber es un gran dolor. Ignorar una desgracia. ¿Qué hacer entonces? Procurarnos el dolor de saber y ser dos veces desgraciados”.
PEDRO.- ¿Qué hace usted espiando nuestros pasos?
DESTINO.- Nada. Solo eso. Saber qué hacen los mortales con sus miserables vidas. Ustedes creyeron tenerlo todo desterrando a los españoles. Ahora no saben qué hacer con eso que llaman pomposamente…“libertad”.
PEDRO.- Con el tiempo aprenderemos. Con el tiempo.
DESTINO.- Mientras tanto se les va la vida. No hay tregua a la ignorancia. Los patriotas han quedado desconcertados, aturdidos por decir lo menos. Bolívar sembró un ideal, una cierta floración de eternidad. Ahora tendrán que cultivar con sumo cuidado cada acto. Vigilar la conducta de cada ciudadano… construir la nación.
PEDRO.- No somos constructores de nada. Solo sabemos trabajar la tierra.
DESTINO.- Bien aventurados los pobres de espíritu porque ellos verán a Dios. En la pobreza de espíritu tiene su poderío la injusticia. Usted, Pedro Pascasio Martínez no es pobre de espíritu. Lleva en sus venas sangre guerrera. Es el heredero de una raza altiva y soñadora.
PEDRO.- Guerrero o no, he quedado solo, sin horizonte.
DESTINO.-  Bien niño necio. Le espera el asombro, la desmesura…tal vez la ingratitud. El hombre es por naturaleza ingrato, pérfido, olvidadizo, vanidoso y … soberbio. No sea uno de esos.
PEDRO.- ¿Qué dice usted?
DESTINO.- Solo eso. Líbrese de  la soberbia y…la humildad.
PEDRO.- Quiero ser feliz. Solo eso.
DESTINO.- Toda felicidad es inocencia. Al final se sabe que la felicidad no existe más que en la imaginación.
No busque donde no hay. Sea prudente.
PEDRO.- Pero…
DESTINO.- Pero nada…no hay dolor que el sueño no pueda vencer y usted ha tenido grandes sueños.
PEDRO.- Señor yo…
DESTINO.- Aprenda a volar como las aves, sin percatarse del aire…vuele lejos a donde su imaginación lo lleve.
PEDRO.- Señor…
DESTINO.- Quede con Dios Pedro Pascasio. Quede con Dios. Hasta la vista.
NEGRO JOSÉ.- ¿Otra vez hablando solo?
PEDRO.- Hola.
NEGRO JOSÉ.- Son los estragos de la guerra. ¿Qué piensa hacer con la pensión vitalicia que le otorgó el general Simón Bolívar?
PEDRO.- Tendré una casa…una familia…algo así.
NEGRO JOSÉ.- Es mucha plata. Vivirá usted como los ricos de Belén.
PEDRO.- No. Compartiré con usted ésta fortuna. Quiero conocer el mar… las costas, las cosas buenas de este mundo.
NEGRO JOSÉ.- ¿El mar? Es un misterio lleno de riquezas, perlas, tesoros… mucha vida.
PEDRO.- Entonces iremos al mar amigo mío.
NEGRO JOSÉ .- Que así sea.


ESCENA II

MENSAJERO.- (Entrando).- ¿Es usted Pedro Pascasio Martínez Rojas?
PEDRO.- Así es.
MENSAJERO.- Tengo la misión de leer en voz alta  la carta del excelentísimo señor presidente de la república, su señoría Simón Bolívar y Palacios. Esto dice (lee) Señor Pedro Pascasio Martínez Rojas: En nombre de la república que usted, con su valor, ayudó a liberar del yugo español, le expreso mi admiración y gratitud por tan extraordinario aporte a la causa libertaria. Fue usted quien apresó y condujo a los cuarteles patriotas, al general José María Barreiro, comandante general del ejército
español, en acto colosal de coraje y lealtad con la causa patriota. Su ejemplo de honor y pulcra realización, constituye guía de integridad,  honestidad y sacrificio para quienes ofrendaron sus vidas en esta causa y para quienes heredamos su grandeza, motivo de orgullo y admiración por su proeza, que exaltarán los siglos en los labios de la historia. 
Reciba usted, mis consideraciones. Con esta misiva le reitero la decisión de la presidencia, de otorgarle una pensión vitalicia consistente en entregarle en forma mensual la suma de CIEN PESOS ORO, que serán desembolsados por el tesoro nacional, para lo cual bastarán su presencia y su firma.
Gloria y honor, al héroe del Puente de Boyacá en la triunfal jornada del 7 de agosto de 1819.
Fue  honroso contar con usted en las filas del batallón Rifles 1, distinguido como el soldado No. 1.
Afectísimamente,
Simón Bolívar
Presidente de la república de Colombia
Diciembre 22 de 1819

Leído el mensaje del señor presidente, queda bajo su responsabilidad asistir a las instalaciones del tesoro nacional y reclamar su pensión, que será, de por vida.
PEDRO.- Gracias. Por favor, diga al señor presidente que siempre seré devoto de su causa.
MENSAJERO.- Así se hará, señor Pedro Pascasio. (sale)
NEGRO JOSÉ.- Hmm.. señor Pedro Pascasio…usted es un niño pero lo tratan de señor…
PEDRO.- Un niño con juguetes de guerra. ¿Pensión repartida?
NEGRO JOSÉ.- Pensión repartida…señor Pedro Pascasio.
GONZALO (Entrando).- ¿Pedro pascasio?
PEDRO.- SI.
GONZALO.- Es usted dueño de una gran fortuna. Felicitaciones. Es necesario diligenciar algunos documentos, autenticar su firma y legalizar asuntos menores de identidad. ¿Posee usted documento de identidad algo que lo identifique como Pedro Pascasio Martínez Rojas, hijo de Mercedes Martínez y María del Niño Jesús Rojas?
PEDRO.- No señor. No tengo documento alguno.
GONZALO.- No se preocupe, lo resolveremos, de dónde es oriundo?
PEDRO.- De Belén, Boyacá.
GONZALO.- Ajá. Cuándo nació usted?
PEDRO.- El 23 de octubre de 1807.
GONZALO.- ¿Edad?
PEDRO.- 12 años.
GONZALO.- No. Por las calendas de la pensión, es decir la batalla del puente de Boyacá.
PEDRO.- 11 años y 9 meses.
GONZALO.- Humm (dudoso) o sea que es usted menor de edad, no es cierto?
PEDRO.- Así es.
GONZALO.- Veremos cómo resolvemos ese pequeño detalle.
PEDRO.- ¿Cuándo puedo reclamar mi pensión?
GONZALO.- Pronto, señor, siendo usted un héroe de la patria tiene privilegios.
PEDRO.- Entonces cuanto con ese dinero?
GONZALO.- Pero claro, señor Pedro Pascasio. Nos honra servirle. Con permiso  (sale)


ESCENA III.

FUNCIONARIO.- (Entrando).- ¿Señor Pedro Pascasio? En nombre de la república y por orden expresa del señor presidente de la república, recibirá usted hoy (enfatizando) la suma de Cien pesos oro. ¿Está usted en disposición de recibir ese dinero?
PEDDRO.- Sí señor.
FUNCIONARIO.- ¿Documento de identidad?
PEDRO.- No tengo.
FUNCIONARIO.- Ah, no se preocupe. Es una bagatela que podemos subsanar. ¿Tiene algún familiar que lo pueda representar, por la falta de documento y … por ser menor de edad?
PEDRO.- No señor. Digo sí señor.
FUNCIONARIO.- ¿Quién? Por favor,
PEDDRO.- El negro José… fue quien neutralizó al lugarteniente del general Barreiro y…
FUNCIONARIO.- ¿Cómo se llama?
NEGRO JOSÉ.- Me llamo, Negro José… fui esclavo y escapé del palenque.
FUNCIONARIO.- ¿Tiene nombre? ¿Identidad?
NEGRO JOSÉ.- Sí. Negro José.
FUNCIONARIO.- No señor. Nombre de pila…identidad.
PEDRO.- Su nombre es José Antonio Arcadio y Mendía.
NEGRO JOSÉ.- (Lo mira extrañado).- He… así es. Así me llamo.
FUNCIONARIO.- ¿Posee alguna identidad?
NEGRO JOSÉ.- No señor. Los esclavos no tenemos identidad.
FUNCIONARIO.- Ah, pero usted ya no es esclavo por órdenes del generalísimo señor presidente de la república.
NEGRO JOSÉ.- No sabía.
PEDRO.- Por su valor en defensa de la libertad.
FUNCIONARIO.- Así es. Por ser usted mayor de edad, podrá representar al niño Pedro Pascasio en esta diligencia…firme aquí.
NEGRO JOSÉ.- No sé firmar.
FUNCIONARIO.- ¿Y usted señor, Pedro Pascasio?
PEDRO.- No señor.
FUNCIONARIO.- No se preocupe. Nada que no se pueda resolver. Firmaré por usted y asunto concluido. ¿Está bien?
PEDRO.- Está bien.
FUNCIONARIO.- Bien aquí está el dinero. Disfrútelo y… hasta la vista. (Sale)
PEDRO.- Mitad para usted… mitad para mí (amontona los billetes y los pesa en una balanza improvisada).- Somos ricos. Inmensamente ricos.
NEGRO JOSÉ.- Gracias general Barreiro.
PEDRO.- Gracias general Bolívar. (Se abrazan)
NEGRO JOSÉ.- Un momento… ¿Quién neutralizó al lugarteniente de Barreiro?
PEDRO.- ¿Quién apresó a Barreiro?
NEGRO JOSÉ.- Merezco más porque me tocó el más fuerte.
PEDRO.- No. A mí porque me tocó al más encumbrado, más entrenado y de mayor rango (hace una venia).- bueno repartamos el dinero y ya.

ESCENA IV

ASALTANTE 1.- ¿Celebran? ¿Qué celebran? (Aparecen cuatro bandidos quienes los intimidan con  las armas)
PEDRO.- Ey. Un momento. Podemos… digamos compartir…
ASALTANTE 1.- Quieto muchacho. Este no es el puente de Boyacá. Esta es Santa fe de Bogotá. Entréguenos el dinero y todo concluido.
NEGRO JOSÉ.- Bandidos. (Se enfrenta a uno de ellos y logra arrebatarle el arma, pero otro lo hiere con un puñal) Corra, Pedro Pascasio. Corra.
ASALTANTE 1.- Usted se queda niño héroe. (Lo golpea y luego lo intimida).- Entregue el dinero y nada le pasará. (Pedro, forcejea y finalmente queda tendido en el piso).- quítenle el dinero.
PEDRO.- Cobardes.
ASALTANTE 1.- No se preocupe. Son los rezagos de la independencia. La guerra siempre deja cobardes y desalmados y nosotros somos unos de ellos. ¿Todo bien? Nos vamos. Hasta nunca Pedro Pascasio. Ah. Aquí le queda algo para que nos recuerde. Cada vez que reciba su pensión, aquí estaremos…seremos su fiel compañía. (salen)
PEDRO.- Negro José…no…no se muera…los héroes no deben morir… Negro José…(Grita desesperado. Todo inútil. El Negro José  ha muerto.).- Dios mío, ¿Esto es lo que nos queda de la independencia? (Se abraza al cuerpo sin vida y solloza)
FUNCIONARIO.- (Entra furtivamente). Nada que no se pueda solucionar, Pedro Pascasio, nada que no se pueda resolver (sale).

ESCENA V.

(El destino entra por el lado opuesto, contempla la escena, desenvaina una espada).
DESSTINO.- Es la resaca de la guerra. La gente no sabe qué hacer con el legado de la libertad. Se enloquece. La política lo arrasa todo: la dignidad, los bienes la honestidad, son prebendas de una sociedad envilecida. Los pobres seguirán siendo pobres y los ricos… más ricos. Bienaventurados los pobres de espíritu, porque ellos verán a Dios…¿No es lo que acaba de ocurrir con el negro José? La impiedad no tiene límites. El hombre es instrumento de su propia repugnancia… no, no se lamente Pedro Pascasio, esto apenas es el comienzo de lo que vendrá…los siglos venideros verán hombres corruptos en el poder, desalmados contratistas de la muerte traficando con la miseria de los pobres. No. Esta no fue la independencia, Pedro Pascasio. Su sueño fue una utopía. El sueño de Bolívar fue… una…utopía…un sueño apenas…un sueño que duró muy poco.
PEDRO.-  ¿Y la libertad? ¿Qué fue de la libertad?
DESTINO.- Nada. La libertad no es nada en poder de quien no entiende.
PEDRO.- ¿Luchamos por nada?
DESTINO.- Así es. Triste pero así es. Ya no habrá legiones, ni toques de trompeta, ni arengas en el campo de batalla… solo consignas vacías, líderes con prontuarios tenebrosos asumirán el poder. El pueblo arruinado se arrodillará ante la corrupción y la deshonra. Se venderán por un plato de lentejas. No habrá piedad para con los pobres. Mi querido Pedro Pascasio: la nueva esclavitud se impondrá. No habrá cadenas es cierto, pero mendigarán a las puertas de los nuevos Epulones por un mendrugo de pan… no habrá quien luche por la libertad… bueno la libertad al fin y al cabo es un concepto tan abstracto como su oropel…acaba usted de perder a su mejor amigo…¿Todo por qué?... por nada, Pedro Pascasio. Por nada. Los nuevos bandidos vestirán de frac, tomarán champaña, asistirán con sus amantes a los clubes, se burlarán de la plebe, caminarán como pavorreales por las calles, despilfarrando, esquilmando los dineros del estado… serán admirados por sus vilezas, discutirán los problemas del estado como si fueran asuntos de cantina y someterán al pueblo a sus caprichos. Mi querido Pedro Pascasio. Este era un sueño que duró tan poco!
PEDRO .- ¿O sea que esta es una simple  comedia de bandidos?
DESTINO.- Así es. Quienes robaron su dinero no fueron esos asaltantes de medio pelo. Fueron… funcionarios del estado. Ellos planearon todo. A esta hora estarán celebrando y riendo a carcajadas.
PEDRO.- ¿Hemos reemplazado unos amos por otros amos?
DESTINO.- Una espantosa realidad. Pero así es. Es el precio que deben pagar por no haber atendido las prédicas de Nariño, quien vio más allá de lo posible. Pero la ingratitud de este pueblo no tiene límites. Fue el único que lo vio todo… pero no lo escucharon…estaban tan ocupados viéndose así mismos que no entendieron. Ahora es tarde.  La ingratitud viste de oropel las bajezas del poder. Tendrá usted, que resignarse a regresar, regresar  a casa con las manos vacías.
PEDRO.-. (Sacando la pañueleta).- Mi padre, soñaba con la libertad.
DESTINO.- “No dejes de soñar, porque solo en sueños, puede ser feliz el hombre”
PEDRO.- ¿Qué dijo?
DESTINO.- Son los versos de Whitman. Me hacen pensar en su hermano Esteban.
PEDRO.- Ya nada me queda.
DESTINO.- “Aprende de aquellos que aprendieron de la sociedad de los poetas muertos… ellos pueden enseñarte a caminar”
PEDRO.- ¿Decía usted?
DESTINO.- No me haga caso. A veces divagamos más de la cuenta.
PEDRO.-  Pero el destino no tiene conciencia. Solo mira lo que pasa.
DESTINO.- Así es. Solo que a veces me impregna la condición humana y no acierto a entender quién soy.
PEDRO.- Un simple invento de nosotros los humanos.
DESTINO.- Un remedo de nostalgia de la decadencia de este pueblo.
PEDRO.- Debo reclamar mi pensión.
DESTINO.- Le será negada. Será perseguido, asediado…quizá lo quieran…eliminar…usted desde hoy es una simple cifra en los planes del estado.
PEDRO.- ¿Y entonces?
DESTINO.- Toque las puertas de su desdicha y resígnese a ser una incógnita…
PEDRO.- Voy a dar sepultura a mi amigo, mi entrañable amigo, El Negro José.
DESTINO.- Usted le dio un puesto en la historia, le dio un nombre, pero su condición de esclavo solo le permite pasar como El negro José, sin más ni más…triste condición es ser esclavo. Bien,  niño necio. Debo marchar. Nos veremos en el camino. Cuide su integridad y su decencia, son su sagrado tesoro. (Hace un giro, se envuelve en la capa y desparece)



ESCENA V

(Se oye una música solemne, Carmina Burana está bien. Entran los heraldos, ejecutan movimientos gimnásticos y colocan al Negro José en un camastro a manera de anda, lo levantan. Pedro congela su imagen)
TODOS.- He aquí un héroe sin nombre.
HERALDO 1.- Un esclavo vestido de grandeza.
HERALDO 2.- Listo para ingresar a la inmortalidad.
HERALDO 3.- Nada pudo el poder de la espada y el arcabuz en el campo de batalla.
HERALDO.- 4.- Ni la bravura de los más valientes combatientes del ejército enemigo.
TODOS.- Asesinado por la intemperancia de sus propios compatriotas.
HERALDO 1.- Veneración y devoción a sus altos ideales.
HERALDO 2.- Gloria al héroe inmolado.
TODOS.-   José. Héroe sin nombre.
PEDRO.- Negro José: usted me enseñó su honestidad y amor a la libertad con una abnegación sin límites. Descanse en paz. La patria lo recordará con eterna gratitud. Al final comprendemos que no hay felicidad sin dolor, ese es el destino del hombre. (El cortejo abandona la escena, mientras asciende la música y la luz desciende)




ESCENA VI.

(La diosa de la libertad enciende varias antorchas. Luego avanza en dirección del hombre que la espera en lo alto de una escalerilla. De allí desciende para ejecutar una danza dramática, a la que se integran varias doncellas. Pedro Pascasio, permanece inmóvil contemplando la escena a manera de estatua con una luz en lo alto)
LIBERTAD.- No hay tregua para el héroe (asciende a la escalerilla).- Al héroe les es otorgado el privilegio de la eternidad, y la sentencia del sacrificio (Desciende) y…el destino de la ingratitud. Nada tan triste como la ingratitud, pero es su destino. (Se aproxima al hombre que al parecer es un patriota reducido a su pobreza y su cansancio).- ¿Les habéis visto desprovistos de armadura y coraza, listos siempre para entrar en combate, sin otra ilusión que la victoria ni otra opción que la derrota? (lo lanza al suelo desde lo alto. Grita casi con desesperación). Los héroes fueron, condenados… despreciados…sentenciados al patíbulo … atravesados por la espada… repudiados como asquerosas alimañas…todo lo encierra el héroe: abyección, odio, desprecio, lujuria, tormento, drama, tragedia… el héroe es el compendio de todas las maldades.. y todas las bondades…(lo toma por el brazo, después por el cuello), es sutil, trágico, violento, tierno y… malvado, Aquiles en sus delirantes orgías de sangre…vengativo y perverso…Alejandro Magno en sus conquistas de oriente… Napoleón conquistado el Everest…(ahora se acaballa a sus espaldas e intenta arrearlo).-
 El héroe, atraviesa las llanuras… embruja las montaña… hurta secretos a las rocas (desciende y le propina un empellón). Nada en el héroe es gratuito: su honor, su bizarría, sus miedos y su asombro ante Dios, todo le es dado por la naturaleza, menos su imaginación que lo puede llevar a la muerte… y también a la victoria. (La libertad ahora asciende la escalinata y se retira a contemplar el mundo, que al parecer es la desolación del héroe)

ESCENA VII

(El héroe que ha permanecido inmóvil al pie de la escalinata se incorpora con lentitud. En otro lugar de la escena, Pedro Pascasio parece huir. La imagen denota esa actitud)

BOLÍVAR (Vestido de héroe normal, sin atuendos especiales).- ¿Qué fue de usted Pedro Pascasio Martínez Rojas?
PEDRO.- Fui robado, esquilmado, olvidado, perseguido y pobre hasta la muerte.
BOLÍVAR.- Un héroe sin destino.
PEDRO.-    ¿No fue ese también su destino?
BOLÍVAR.- Así es. Pueblo ingrato.
PEDRO.-    En algo nos parecemos.
BOLÍVAR.- En todo. Nada nos libera de la ignominia. No podemos olvidar que es odioso bromear a cerca de las desdichas.
PEDRO.-    Pero usted es el libertador.
BOLÍVAR.- Sin usted no sería el libertador.
PEDRO.-    La gratitud no siempre es elocuente.
BOLÍVAR.- Algunas consideraciones  son el sepulcro de las grandes causas. Pueblo sumiso. Obediente a sus bajos instintos.
PEDRO.-    Duerma en paz libertador.
BOLÍVAR.- Pedro Pascasio: a usted lo recordarán los siglos. Podrán hundirse las montañas, secarse el mar pero su nombre será perdurable en todas las generaciones.
PEDRO.-   ¿Quién soy para igualarme a mi señor?
BOLÍVAR.- El héroe, el único héroe de aquel 7 de agosto de 1819 en Boyacá. Su nombre se esculpirá en letras de oro en las páginas doradas de la historia.
PEDRO.-    La pobreza no sabe de heroísmo. Los hombres son ingratos. Verá qué pronto se olvidan de mí, porque no tuve aljabas de oro ni broches de plata, aquellos que me ofreció el general José María Barreiro, ese día memorable. (Saca la prenda y la lanza al vacío)
BOLÍVAR.- Su grandeza, es su humildad ¿No fue esa la enseñanza de Jesús?
PEDRO.-    Mi honor fue haberle servido a la patria y haberlo conocido a usted en la victoria.
BOLÍVAR.-  ¿Amigos?
PEDRO.-   Amigos.
MARÍA.- (Se oye el sonido de un ave cruzando el horizonte).- Otra vez el mismo sonido… la misma ave. Algo va a suceder ¿No le parece extraño Pedro Pascasio?
PEDRO.- Las aves siempre pasan por aquí, a la misma hora… son tan libres como el viento.
MARÍA.- ¿Libres?
PEDRO.- Sí madre. A veces me pregunto si Dios nos pensó antes de ser libres o adivinó nuestras penas.

(Se oye una marcha. Los dos avanzan por una calle de honor hecha por las bailarinas. Al final los espera la diosa de la libertad. El dios del fuego enciende el fuego eterno)






FIN.
CONSIDERACIONES FINALES

Una aproximación al trabajo escénico, significa una gran esfuerzo por hallar en la intuición el sentido profundo, la nostalgia del ser, la belleza innobrada, lo que no se ve y no se entiende; aquello que solo es posible con los ojos del espíritu, al fin y al cabo, el arte no es para entender. Entonces la dramaturgia es el poderoso enlace con el misterio que hace posible dar vida a las imágenes del sueño. Sí. El director de escena es un soñador, siempre a punto de abismo y controversia. Un emblema del espíritu que busca en la imperfección la perfección, algo así como un buscador de tesoros en medio del desierto. Un auriga en la batalla de sus miedos. Contendor de sí mismo. Explorador solitario.

Juan Antonio Hormigón expresa: “La dramaturgia se refiere a la esencia, función y estructura del drama y de los elementos que la integran ya sean internos (fábula, personajes, lenguaje) como externos (composición, formas de construcción, composición y leyes de duración de las escenas)”. En definitiva: es el arte de la composición. Significa coherencia de los elementos escénicos. Preguntarse, sobre qué se va representar. Qué se quiere llevar al público. Cómo será recibido. Es el sueño. El público está saturado de contradicciones, temores, ansias, deseos, pero sobre todo quiere, desea hallar belleza en el espectáculo, algo que toque su espíritu. Bueno, esa es la función de la estética y en el teatro, significa una gran responsabilidad. La dramaturgia significa “descubrir los significados complejos del texto” continúa Hormigón.

Otro problema a establecer, es la ideología. No se concibe al hombre sin ideología. Nos hallamos inmersos en el mundo y en una sociedad. Establecemos relaciones de inconformidad o no con ese mundo  esa sociedad. La mesura es el mejor consejero, sin apartarnos de la exaltación y la subyugación a  los altos ideales que atañen al ser humano. El deber del teatro es asistir y hacer la liturgia de la vida en sus más elevadas tonalidades.

El teatro aprende de la realidad. Observa los comportamientos. Traduce emociones. Interpreta al ser humano  en sus vicios, hipocresías y blasfemias y nos devuelve una esperanza, un trasluz de virtud que impera aún en la ruindad humana. No quiere decir esto que el teatro deba predicar una determinada postura política, pero sí un deber filosófico, que siempre ha de estar conectado con la grandeza del ser. La misma que logra descifrar en el esfuerzo de análisis para aproximarse a un tema determinado. “El teatro nos permite ofrecer una metáfora de la realidad para que espectador la descodifique” (Hormigón). Y Papín, invocado por Hormigón afirmaba: “ Escoged de las distintas opciones, de los distintos significados, de los textos y definid a partir de una estética y un estilo que vaya a configurar el espectáculo o la representación”.

Héroe sin destino, señala una época, unos ideales, unos comportamientos, frente al problema de la injusticia y la opresión y su confrontación a través del concepto de libertad, implícito en todo ser humano, sin que se logre con exactitud su leal definición. El texto es un pretexto para la imaginación y un reto en dos sentidos: la confluencia del sentimiento patrio en los personajes y nuestros propios sentimientos frente a esa realidad histórica. Así el actor le hallará sentido a su propio hacer, inducido por el director de escena, en quien recaen otros factores: su concepción filosófica del mundo, sus emociones, sus contradicciones, sueños y los planteamientos que quiere plantar en la escena.

Héroe sin nombre, es una obra planteada para el ritual. Claudio Girolano, de Chile nos dice: “el espacio ritual existe a priori, y el hombre tiene que encontrarlo”. El teatro está siempre a punto de encontrarse con el misterio. Hallar los fantasmas que nos rodean. Sumergirse, luchar y maravillarse con esas presencias. Al fin y al cabo el oficio del hombre es descubrir en su diario vivir la imperiosa necesidad de contactarse con el misterio. En el teatro devolvemos al hombre la honradez del asombro en las pequeñas cosas, en las más sutiles esperanzas. Debemos devolverle la memoria al pueblo. Es nuestro deber. Es el deber del artista.

El tema que nos ocupa, se convierte así en campo de acción y reflexión donde juega papel importante la imaginación sin desconocer que representamos seres humanos de carne y hueso, quienes se mueven también al impulso del asombro. Ha de ser tan asombroso que el héroe en el campo de batalla se encuentra en su ritual épico, con su obsesión y locura de libertad, traducida en el adversario a quien hay que vencer para consolidar su obsesión, su desesperada obsesión de libertad y aquí esa desesperación se convierte en una evocación suicida deambulando en el campo de honor… raptando sus reatos de estupor y convicción. Locura y pasión imposibles de insubordinar a la razón.

Pedro Pascasio, existió como personaje histórico, pero se volvió leyenda, consolidación épica y desaforada de un colectivo que no termina de asimilarlo. Su condición, infantil, su escasa formación intelectual, su marginalidad y humildad, no lo libraron de la grandeza de pensamiento y de la absoluta decisión luchar por la libertad, algo imposible de entender y menos aún imaginarlo en el momento crucial en que apresa a Barreiro. He aquí un reto para el teatro: edificar esa memoria y ritualizarla, en conjunción con el genio de Bolívar. La humildad de Pedro Pascasio, lo llevó a aprender, no se sabe por qué medio la importancia de la libertad y el desprecio por la esclavitud. Era un niño dueño de virtudes  insustituibles.  Consolidar el personaje es tarea de quien se le aproxime en medio de la aureola de misterio que lo rodea. Buscar el carácter del personaje, hasta hacerlo convincente a los ojos del espectador.

Así Héroe sin destino, quiere ser apenas un trazo, una pincelada en medio del misterio. Un toque de lo que pudo ser y de eso que pervive en el alma de los colombianos. Los sicoanalistas harán su propio discurso, el teatro debe hacer el suyo.

Alvaro Restrepo, coreógrafo y bailarín, plantea en “La epistemología de la danza-teatro” que la danza no es más que la tentativa del cuerpo para identificarse con su imagen y cada cuerpo tiene su momento para encontrar su propio baile. “El teatro recoge la evolución de una estética teatral sensorial, de un cuerpo que se hace elocuente en la recuperación profunda de sus verdades, de una biografía explícita y física, de calidad transgresora, de una producción de emociones pura y directa, sin modificaciones que se genera a través del cuerpo”, dice con razón Alvaro. “En mis trabajos siempre comienzo con imágenes, con sensaciones”. Para este autor el texto es un guion de imágenes. “Tengo el mismo interés por el movimiento, que por la palabra, la luz el sonido, las imágenes”. Nuestra obra invoca la paciencia del director para el planteamiento de una estética que incluya la danza teatro de conformidad con el planteamiento. Las alusiones a la música, obedecen a la obsesión por una estética global que pueda interpretar la epopeya, desde la realidad de los actores, pero siempre en ascenso al sagrado sitial de la perfección.

Alonso Quintín Gutiérrez Rivero

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 HÉROE SIN DESTINO


TEATRO
Año del bicentenario
Alonso Quintín Gutiérrez Rivero
Ediciones “Los sueños de Ícaro”
Año 2019


INTRODUCCIÓN.
La gesta libertadora despertó los más fervientes ideales en un grupo de inspirados soñadores quienes con abnegación y tesón enfrentaron al ejército español comandado por el general José María Barreiro.

Muchos héroes caídos quedaron en el anonimato; otros nunca supieron la grandeza de sus actos y solo unos pocos pudieron asimilar la gran conquista. En medio del desconcierto surgiría una nueva clase social tan extraña a esos ideales como su alcurnia con formas aristocráticas detestables. Un sistema lejano a los sueños de quienes lucharon hasta la muerte por ese legado de libertad.

Pedro Pascasio Martínez Rojas, anduvo con los patriotas. Sintió y sufrió el fragor de la guerra en todos sus rigores. Presenció la terrible contienda del Pantano de Vargas, ayudó a los heridos y vivió  el espantoso  momento de la desilusión del libertador, antes de autorizar a Juan José Rondón entrar en acción.

La jornada del 7 de agosto de 1819, cuando se bañó de gloria, lo consagró como el soldado No 1 del batallón Rifles 1.
HÉROE SIN DESTINO, es una obra consagrada a ese niño que en su ardentía se atrevió a apresar al más encumbrado comandante de las fuerzas realistas.

Los personajes, se mueven entre la épica, el mito y la realidad, una condición que transforma sus vidas al desamparo de sus convicciones, temores y ansiedades. Así aparecen en escena la libertad como personaje a cuya causa se inmolan los héroes; el destino, que parece evaporarse y hacerse realidad  en la enfebrecida mente de los patriotas a manera de obsesión; los heraldos, quienes anuncian el triunfo desde la esperanza de un ejército diezmado y hambriento, pero con la moral invicta.

Pedro Pascasio, es producto de una época y de unas circunstancias de admirable coincidencia y de un extraordinario valor. Escasos elementos biográficos impiden una imagen certera del personaje. La construcción  del personaje obedece al poder de  la imaginación y a una reflexión honesta en torno a una vida elemental, casi en el ocaso de una causa perdida. Como diría Caouteu “Tengo que reírme para distraerme de la pena que me causan las necesidades de mi patria”  El lenguaje corresponde a una aspiración y a la necesidad de mantener el equilibrio  con los   ideales de los protagonistas.

Cada personaje y cada situación obedecen a un plan estético, que ha de culminar con la degradación del personaje en sus condiciones materiales, y al ascenso ideológico. Claro, no podríamos equiparar un diálogo solemne entre Bolívar y Pedro Pascasio. La mesura permite tales consideraciones, pero el desvarío del planteamiento nos conduce a esos predios prohibidos. Permítasenos entonces tales licencias.

La civilización del siglo XVIII, poseía unas características, especiales. Copérnico, había sorprendido al mundo con su tesis del  heliocentrismo, contradiciendo las  sagradas escrituras; Newton había definido su teoría de la de la gravedad. Morillo había delegado el virreinato a Juan Sámano y Barreiro se proclamaba militar invencible  en el norte y en el sur.

Pedro Pascasio es producto de la esperanza, el temor y el furor de un ejército dispuesto a todo en el campo del honor y fuera de él. ¿Pero cómo un niño, sin educación ni abolengo, logra capturar la atención del libertador  y hacerse a semejante hazaña? Toda la energía y el fragor de los combatientes se concentró en el campo de batalla y el máximo exponente del ejército realista, dio por perdida la batalla al abandonar el campo con el ánimo de evitar la vergüenza de caer prisionero o pasado por las armas de los patriotas. El Negro José, quien ha pasado sin pena ni gloria, a la historia,  exhibió su poder físico en sus últimos arrestos al enfrentar al lugarteniente de Barreiro  y vencerlo en la lucha.

Héroe sin destino, toca la figura de Pedro Pascasio, en lo concerniente a la ingratitud y al Negro José en el más descomunal olvido de la historia.

Héroe sin destino, es el comienzo y el final de dos héroes, desconocidos por la historia pero verdaderos baluartes de la libertad.

El autor.





INSISTENCIA

El 23 de octubre de 1807, en Belén de Cerinza, el padre Doctor José Ramón Amaya, bautizó al niño de tres días de nacido a quien llamó PEDRO PASCASIO, hijo de Mercedes Martínez y María del Niño Jesús Rojas. ¡Quién iba a creer que 11 años y nueve meses después ese niño, entraría a la historia con la solemnidad de la humildad y el valor de un héroe, destinado a la inmortalidad! Pero ese fue su designio y lo cumplió con épica integridad.
Al atardecer del 7 agosto de 1819, PEDRO PASCASIO MARTÍNEZ, con el negro JOSÉ, sorprendieron al coronel José María Barreiro y a su lugarteniente escondidos detrás de una gran piedra. En la refriega murió el lugarteniente a manos del negro JOSÉ, y Barreiro fue hecho prisionero por aquel pequeño héroe vestido de humildad. “Aquí está un buen prisionero” le diría después Bolívar. En recompensa le ofrecieron 100 pesos, a manera de pensión vitalicia,  asunto que nunca entendió Pascasio y que la historia olvidó en uno de los peores desastres de la ingratitud humana, pues años, después murió pobre, sin familia y sin amigos. Así terminó el soldado N° 1 de Rifles, sin las migajas de la compasión mundana.
¡Gloria a los héroes de Bolívar y a la espada que nos ofrendó la libertad! Gloria a los héroes anónimos que vertieron su sangre para darnos la independencia. Todavía se escucha en el campo el fragor de la batalla, y se oyen los gritos de los moribundos con el grito de libertad temblando entre los labios. Todavía fluye el espíritu de los patriotas por campos y ciudades, en la más enaltecida lección de coraje, amor y fervor patrio.
Pero la epopeya de ese niño llamado PEDRO PASCASIO MARTÍNEZ, constituye el más brillante ejemplo de valor, honestidad y decoro por una causa a cuyos pies se inmolaron muchos mártires de la patria. Aquel niño, ebrio de gloria es hoy el emblema donde se saturaron de fama legítima: Soublete, Anzoátegui, Bolívar, Santander, Jaime Rook, los terribles lanceros del llano al comando de Rondón y las heroínas Policarpa  Salavarrieta y Antonia Santos. Aunque si la fama es de seda su conquista es agria.
PEDRO PASCASIO MARTÍNEZ, legó a los jóvenes y a los niños de hoy un tesoro de virtudes rotulado en su honradez, su rectitud, su integridad y su inmenso heroísmo, capaces de construir el país que soñamos en las horas de paciente espera o en la vergüenza de esta tragedia nacional que hoy nos estremece y nos devora.




























REPARTO
1. Simón Bolívar
2. Pedro Pascasio Martínez
3. Mercedes Martínez ( Padre de Pedro Pascasio)
4. María de los Ángeles Rojas (Madre de Pedro Pascasio)
5. Esteban Martínez (Hermano)
6. Destino (Personaje mítico)
7. Libertad (Alegoría) (Bailarina)
8. Comandante Antonio (Patriota)
9. Sacramento (Traidor)
10. Náyade (Personaje mítico. Bailarina) 
11. Heraldo 1.
12. Heraldo 2.
13. Heraldo 3
14. Heraldo 4.
15. Patriota 1.
16. Patriota 2.
17. Patriota 3
18- Patriota 4.
19. Negro José (Compañero de Pedro Pascasio)
20. Voces 1, 2, 3 y  4.
22. Funcionario
23. Gonzalo
24. Alférez
25. Lugarteniente
26. Capitán Álvarez












HÉROE SIN DESTINO
TEATRO
 Alonso Quintín Gutiérrez Rivero
Ninguno ama a su patria porque es grande, sino porque es suya
séneca
Eternamente vive quien muere por la patria
Nicolás Bayona Posada.








ACTO I

ESCENA I

La estancia se puebla de cierto aire de nostalgia. Casa de bareque, corredor. Al fondo los aparejos: una silla de montar, una hoz para segar el trigo, y rejos de enlazar. Una pequeña mesa  y dos butacas rústicas. Corre el año de 1818. Mes de agosto. Se percibe una cierta tensión en el ambiente, como si algo fuera a suceder. Se oye el sonido de un ave cruzando el horizonte.

MARÍA.- Otra vez. El mismo sonido. La misma ave, como si no terminara de pasar.
PEDRO PASCASIO.- Las aves siempre pasan par aquí, a la misma hora. (Pensativo) son tan libres como el viento.
MARÍA.- ¿Libres?
PEDRO P. Sí. Libres. Como la libertad que pregona el comandante Simón Bolívar. ¿No es hermoso madre?  Las aves son libres, las cascadas son libres, las nubes son libres, pero…
MARÍA.-¿ Pero qué?
PEDRO P. Pero nosotros  no somos libres.
MARÍA.- ¿Qué sabe usted de la libertad Pedro P.?
PEDRO P. Ya le he dicho madre que no soy Pedro P. madre. Soy Pedro Pascasio Martínez, hijo de Mercedes y…
MARÍA.- Ya. Pero eso  no indica que deje de llamarse Pedro P.
PEDRO P. Entonces sería Pedro Pa.
MARÍA.-  Pero no suena. Así que lo llamaré Pedro P.
PEDRO P. Madre ¿Usted también se impone a la fuerza? Eso déjeselo a los españoles.
MARÍA.- No hijo. Es que suena bien. ¿No le parece?
PEDRO O.- No madre. Suena mal, pero en sus labios se oye bien (La abraza)
MARÍA.- Déjese de moloserías, Pedro P.
PEDRO  P.- Pedro Pascasio Martínez madre, Pedro Pascasio Martínez. El hijo de…
MARÍA.- Suficiente Pedro P. junte las ovejas y traiga las mazorcas.
PEDRO P.- Está bien madre. Usted me dijo que la libertad es algo así como un diluvio de esperanzas en el corazón de los hombres.
MARÍA.- (Extrañada) ¿Qué dijo Pedro P.? ¿Qué es eso de diluvios de esperanzas?
PEDRO P.  (En trance) Como floración de alegrías, como cantos de místicos profetas bañando la tierra.
MARÍA.- ¿Y qué más Pedro P.?
PEDRO P.- Como espadas de oro danzando en medio de los cielos… como cantos de niños, ensayando el milagro de la vida.
MARÍA.- (Aún más extrañada).- Qué le pasa Pedro P. nunca lo oí hablar así. La libertad es algo más sencillo
PEEDRO P. ¿Más sencillo que este abrazo mío? Madre debo dar gracias a la vida que puedo abrazarla y besarla…
MARÍA.- Quieto ahí Pedro P.
PADRO P.- Madre. Usted me enseñó principios, oraciones, cantos a la libertad.
MARÍA.- Pero esa manera de hablar, a quién le aprendió eso? Eso parece poesía
PEDRO P. – Madre. Usted es mi mejor poema. Usted dijo que debíamos aprender el honor (hace una venia? La nobleza (dobla la ruana y camina con dignidad) la valentía (Toma un palo y hace lances como de espadachín) el coraje (Camina con dos ollas al hombro) y … la humildad (Se sienta a contemplar el atardecer. Reza)
MARÍA.- ¡Ay hijo! Esas cosas no se enseñan. Cada quien aprende lo que quiere, sin que nadie se lo enseñe. En realidad nadie enseña a nadie.
PEDRO P.- Por eso la adoro madre. Porque habla como los dioses.
MARÍA.- ¿Dioses?
PEDRO P.-  Sí madre. Dioses. Porque cuando la oigo hablar parece que asomaran ángeles en el cielo.


ESCENA II.

(SACRAMENTO, entra en forma apresurada, casi cayendo)

SACRAMENTO.- Buscan a don Mercedes… y a Esteban. Los buscan. Son los soldados del rey.
MARÍA.-  Pero qué han hecho? ¿Por qué los buscan?
SACRAMENTO.- No sé. Solo sé que los buscan  y eso es peligroso. Deben irse.
PEDRO P.- Represión. Injusticia. España  no tiene compasión de nadie.
SACRAMENTO.- Están por todas partes. Se llevaron a los Camacho y a los Álvarez.  Solo tenemos…dicen que los mataron. Otros dicen que se los llevaron para servir como soldados  al ejército del rey. No hay escapatoria. Se los llevaron.
PEDRO P.   Casilda Zafra. Allá podemos ir.
SACRAMENTO.-  A Casilda la tienen vigilada.
PEDRO P.  Por las pesebreras. Por las pesebreras podemos entrar.
MARÍA.- Avísele a Esteban y a su papá. Corra hijo.
PEDRO P.- ¿Ya no soy Pedro P. madre?
MARÍA.-     Corra hijo. Han de estar bajando las ovejas. ¿Me oyó? ¿Me escuchó, Pedro P.?

PEDRO P.- Sí madre. La oigo lejos, pero la oigo, como una canción de amor.
MARÍA.- ¿Qué sabe usted de amor Pedro P.? Vaya rápido.
PEDRO P.- Sí madre. Ya vuelvo. (Sale)
SACRAMENTO.- Me voy doña María. Están por todas partes. No hay escapatoria.
MARÍA.- Está bien, Sacramento. Gracias. Vaya con Dios.
SACRAMENTO.- Dios la bendiga doña María.
MARÍA.- Hasta pronto Sacramento.
(Sale Sacramento. María se queda pensativa)
MARÍA.- Es el paso de las aves. Ya lo decía yo. Aquí va a ocurrir algo.
DESTINO.- (Surge como una visión apocalíptica).- No María del Niño Jesús. Esas son las desgracias cotidianas de un pueblo sumiso y obediente. Solo cuando despierten de esa pesadilla, podrán… digamos (Hace un ademán dramático)… gobernarse así mismos… pero ese día está lejano. El mundo crea héroes para su  destrucción. No, María del Niño Jesús. Aquí no va a pasar nada, excepto… digamos… que estén dispuestos a jugarse la vida por la libertad (El personaje se sube sobre un butaco y grita) Raza despreciable. (Corre por la estancia) aquí vinieron, aniquilaron, violaron, mataron y… no pasó nada. Diezmaron la comarca, esclavizaron, dieron muerte a los caciques, y ¿Qué pasó? Nada. Absolutamente nada. Raza despreciable. Merece la esclavitud. (Congela la imagen)
MARÍA.- Las aves. Siempre son las aves, las que nos dicen lo que pasará.
DESTINO.- Esta mujer cree en los  augurios del viento, como si en el viento estuvieran todos los presagios. Pero no. Aquí lo que hay es cobardía… miedo a enfrentar las poderosas fuerzas del rey. Por eso serán siempre esclavos. Después escucharán la voz de la conciencia diciendo: Esclavos… esclavos… eso es… imperdonable. (Congela)
MARÍA.-  Las aves y esa voz secreta que nos llena de angustia cuando asoma la oscuridad. (Congela)
DESTINO.- Ah. Míseros rastrojos de la humanidad. Merecen lo que tienen. Merecen ser destruidos… aniquilados. ¿Qué otra recompensa merece la derrota? Los pueblos merecen su destino. ¿Destino? Bueno sí su destino. (Sale)
MARÍA.- ¿Qué me pasa? Siento algo extraño. Una rara presencia. Como si alguien nos expiara. Santo Dios bendito: líbrenos del enemigo. Protéjanos de todo mal y peligro.
PEDRO P.- (Entrando) Es bueno rezar madre. Pero es mejor hacer. Mi padre y mi hermano, ya están avisados. Se irán para el páramo. Allá no van a llegar. El frío  correrá a los soldados del rey. No soportan los fríos de por aquí.
MARÍA.- Gracias hijo. Gracias.
PEDRO P.- Y ahora, los dos tenemos que irnos.
MARÍA.- No hijo. De aquí no me voy. Dios proveerá. Ya vuelvo hijo (sale)
PEDRO P. Que así sea madre. Que así sea. (La noche empieza a caer)

ESCENA III.


(Las lucen descienden y dejan ver casi en penumbra la figura de una bella mujer. Lenta, pero con seguridad avanza danzando en las puntas de los pies, hasta llegar a Pedro P, que ha quedado inmóvil como una estatua, pero la bella mujer lo seduce y después de ungirlo con esencias finas, intenta seguir el ritmo gracioso de la mujer. Aturdido, sin entender qué pasa, se retira a contemplar la preciosa danza, que se multiplica con otras apariciones, siempre con máscaras, a manera de sátiros y náyades)

NÁYADE.- Mil virtudes adornan tu conciencia.
CORO.-     Mil formas de hacer posible la vida.
NÁYADE.- Sólo falta una…
CORO.-     ¿Cuál?
NÁYADE.- La mejor de todas: LA LIBERTAD.
CORO.-     Invoquemos la libertad. Ella vendrá a este lugar y despertará en el niño  Pedro Pascasio Martínez, bellos sentimientos.
NÁYADE.-   Así será. (Suena una hermosa música. Se encienden las luces y aparece una bellísima bailarina, vestida con atuendos soncillos: túnica blanca, según diseño y corona de laurel. Ejecuta una breve danza. Pedro P. permanece absorto, como si no viera. A veces se ve mejor con los ojos del alma. El resto de danzarines, se integra casi en carnaval).

NÁYADE.- Libertad ¿Qué le falta a este muchacho?
LIBERTAD.- Nada. Solo resolución y… oportunidad
CORO.-     Es valiente y sincero. ¿Dónde adquirió la sabiduría de espíritu que lo anima?
LIBERTAD.- En las fuentes de la realidad. Él ha visto sufrir a su pueblo. Morir a sus semejantes. Él ha visto:
CORO.- Esclavizar, someter, humillar. Él lo ha visto todo.
LIBERTAD.- El sufrimiento lo hará libre y sabio en su corazón.
SÁTIRO UNO.- Es muy niño aún para sufrir.
NÁYADE.- La libertad tiene ese precio.  No imagine la libertad sin sacrificio.
SÁTIRO UNO.- Pero es muy niño todavía.
NÁYADE.-  Niño o no, este hombre será inmortal en las páginas de la historia de este país.
CORO.- Inmortal, tres veces inmortal. Mil veces inmortal.
(Vuelve la danza, así hasta desvanecerse en la penumbra)
PEDRO P.- Algo pasa en mí que no entiendo.


(DEL FONDO SURGE EL DESTINO, CON SU ENORME CAPA, BOTAS DE CUERO, GUANTES Y FUSTA)

DESTINO.- No es necesario que lo entienda. Son sus estados de conciencia. Es inevitable. He venido a trazar su destino.
PEDRO P.- ¿Quién es usted?
DESTINO.- Eso no importa. Lo importante es que obedezca sus impulsos… que de rienda suelta a sus sueños… vamos atrévase a soñar. ¡Ah, se imagina un soñador en Belén! Sería  un privilegio.
PEDRO P.- ¿Usted es el que me hace hablar así con mi madre?
DESTINO.- Algo así.
PEDRO P.- ¿Quién es usted?
DESTINO.- Su destino.
PEDRO P.- El destino no existe. El destino se construye; se hace…
DESTINO.- Humm. Eso me gusta. Razona con mesura y prudencia… es un buen principio.
PEDRO P.-  Entonces usted es un invento de mi mente?
DESTINO.- Algo así.
PEDRO P.-   No quiero saber de usted. Váyase. En este país de esclavos estamos solos, sin ninguna esperanza.
DESTINO.- Mire muchachito malcriado: Este país es maravilloso, pero algunos lo envilecen. Son los menos. Ustedes son los más. Debe aprender a gobernarse así mismo si quiere gobernar su conducta y si quiere gobernar a los demás. Usted llegará lejos, si quiere, pero debe aprender el ejercicio de la humildad. La insolencia no conduce a ninguna parte.
PEDRO P.- No sé qué son esas cosas. Solo sé que mi pueblo sufre, a causa de la opresión de los españoles. Pero…
DESTINO.- La libertad es un camino muy largo. Paciencia hijo. Paciencia.
PEDRO P. Libertad. No mencione la palabra libertad. Somos un pueblo  oprimido.
DESTINO.-  Porque así lo han querido. Tienen a Nariño y lo desprecian. A Policarpa y la dejan fusilar a…
PEDRO P.-  Ya lo sé. De noche los temores nos asaltan. De día nos oprime la presencia del tirano… es como si tuviera en todas partes.
DESTINO.- No tengo mucho tiempo, Pedro Pascasio. Consulte su corazón. Estaré pendiente. No olvide en el fondo de su corazón existe la sabiduría necesaria para salir airoso. España no es invencible.
PEDRO P.- ¿Y nuestros temores? ¿Cómo vencer nuestros temores?
DESTINO.- No olvide consultar su corazón. Ahí está la respuesta. Hasta pronto niño necio. Hay un cercado de cadalsos  en torno de ustedes. Se sacrificarán muchas vidas, pero la libertad, Pedro Pascasio, no tiene precio. Estaré cerca. Hasta pronto niño necio.
(Pedro p. ha quedado pensativo. La incredulidad entre la mentira y la verdad. ¿Todo apenas fue un estado de conciencia? ¿Existe el destino?... todo parecía tan real… tan majestuoso)
PEDRO P.- Hasta pronto señor misterio. ¿Cómo decirle a mi madre esto que me pasa?
VOZ UNO.- Eso le pasa a todo el mundo. No se preocupe. Todos hablan consigo mismo.
VOZ DOS.- Todos hablan con su conciencia.
PEDRO P.- Qué gran misterio es la vida! Pero qué bello vivirla.
VOZ TRES.- Razona usted bien Pedro Pascasio.
PEDRO P.-  Debe ser el dolor de pensar. Pensar a veces hace daño. Será mejor no pensar.


ESCENA V

MARÍA.- ¿Por qué tan pensativo Pedro P.?
PEDRO P. (Como despertando) .- Madre, usted cree en el destino?
MARÍA.- Claro hijo. Muchas veces le he dicho que el destino es el arte de  trabajar con paciencia el presente para labrar el futuro. 
PEDRO P.-  Pero ¿Existe un destino como persona que habla y se enfurece y da consejos?
MARÍA.- No existe tal…
CAPTAN ALVAREZ (Atropellando la entrada).- Alférez: lea:
ALFEREZ .- (Leyendo).- Por orden de su majestad el virrey Sámano se ordena, que todo aquel que esté en capacidad de portar una arma, debe enrolarse de inmediato al ejército español, so pena de incurrir en insurrección en cuyo caso, será fusilado. Se ordena así mismo que toda persona, mujer u hombre que se haya levantado en rebeldía y en armas en contra de España, será fusilado de inmediato, confiscado sus bienes, y repatriada su familia. Por orden de su majestad el rey de España, representado en este territorio por el Virrey Sámano, serán sentenciados todos aquellos sospechosos de sedición, asonada, publicaciones sospechosas y todo aquello que atente contra el buen nombre de la muy noble y muy leal España. Todo lo anterior en defensa de los derechos civiles y religiosos que a todos atañe.
NOTA: se dará trato benigno a quienes den información de cualquier movimiento, persona o grupos de alzados en armas contra España. A quienes se les compruebe, o existan sospechas de estar vinculados con el sedicioso Simón Bolívar, serán fusilados de inmediato.
Dado en Santa Fe de Bogotá a los 13 días del mes de agosto del año 1818. Firma su excelentísima e ilustrísima su señoría, el virrey  Juan Sámano.
Leído capitán.
CAPITAN.- Bien. Están enterados. Cualquier sospecha de insubordinación será castigada con la pena de muerte. ¿Entendido?
MARÍA.- Sí, señor.
CAPITÁN.- ¿Entendido?
PEDRO P.  Sí señor. Una pregunta: y si apresan al tal Simón Bolívar, también lo fusilarán?
CAPITÁN.- En presencia del pueblo. Será todo un placer.
PEDRO P.- La muerte no puede ser un placer.
CAPITAN.- En este caso sí. Bien, quedan advertidos. Nos han informado que en esta región abundan los traidores.
MARÍA.-  Somos humildes trabajadores. Nada más.
PEDRO P.- Bonito uniforme. Se ve usted, egregio, valiente, invencible. Y esa insignia, ¿qué es esa insignia?
CAPITAN.- Es la insignia de la guardia real de España.
PEDDRO P. ¿Me permite tocarla?
CAPTAN.- Mire andrajoso. Le he contestado por respeto a la señora. Usted es un potencial enemigo para fusilar (Lo golpea y sale)
MARÍA.- Hijo, ¿Por qué hizo usted eso?
PEDRO P. – No hice nada. Solo fue un tanteo
MARÍA.- Ay, hijo no juegue con esas cosas.


ESCENA VI


(En la afueras, Sacramento espera impaciente.)
SACRAMENTO.- No, hay nada sospechoso en esa familia, ¿Verdad?
CAPITAN.- No. Pero pronto lo habrá. Usted me dará una prueba de su sedición.
SACRAMENTO.- ¿Me puedo ir?
CAPITÁN.- No. Usted se queda aquí maldito traidor.( Lo toma por el cuello)
SACRAMENTO.- Está bien, está bien capitán.
CAPITAN.-  Necesito los nombres, lugares donde viven familiares todo, de los sublevados  y los que intentan amotinarse contra España. De lo contrario, su familia será fusilada de inmediato.
SACRAMENTO.- No. Eso no será necesario capitán. Cumpliré la misión, como usted lo indica.
CAPITAN.- (Soltándolo, le da un puntapiés).- Eso está mejor Sacramento de los Ángeles y Duarte. Vaya, cumpla su misión. Trato hecho?
SACRAMENTO.- Trato hecho capitán.
CAPITAN.- Vaya al páramo y me trae a esos forajidos, de lo contrario (Hace una señal de amenaza. Sale el capitán con el alférez)
SACRAMENTO.- Así será capitán. Así será.

ESCENA VII

(La escena sucede de nuevo en la casa de Pedro Pascasio. Sacramento entra cabizbajo)
MARÍA.-  ¿Qué sucede Sacramento?
SACRAMENTO.- ¿María: donde están Mercedes y Esteban?
MARIA.- En el páramo. Allá no llegarán los españoles.
SACRAMENTO.- Dígales que se vengan de inmediato, porque hoy mismo los van a buscar.
MARÍA.- Allá están seguros. Nadie los va a buscar.
SACRAMENTO.- Se lo suplico. Ellos deben regresar pronto.
MARIA.- ¿Por qué tanta insistencia?
SACRAMENTO.- Es la única forma de salvarlos.
PEDRO P.-  Está bien. Yo iré al páramo. Si es lo que tenemos que hacer, así será. Sacramento, está usted bien?

SACRAMENTO.- (Dudoso) Sí. No es nada. Estoy bien. Hasta pronto.
PEDRO P.- Hasta pronto Sacramento. Saludos a la familia. Que esté usted bien.
SACRAMENTO.- Así será, Pedro Pascasio, así será.(Sale)
MARÍA.- Algo no está bien. Él no es así.
PEDRO P.- Son los tiempos. Eso nos cambia.
MARÍA.- Parecía tan nervioso, como si  algo fuera a pasar.
PEDRO P.- Nada pasará madre. Voy al páramo.
MARÍA.-  Llévese, la mula. Aguanta mejor el paso.
PEDRO P.-  Bien madre. La bendición.
MARÍA.- Dios lo ampare y lo favorezca hijo, en el nombre del padre del hijo y del espíritu santo. Vaya con Dios.
PEDRO P.- Gracias madre. La quiero mucho.

ESCENA VII

MERCEDES.- ¿Qué pasa María, no fue Sacramento quien nos dijo que en el páramo estaríamos seguros? ¿Por qué esta urgencia de regresarnos?
MARÍA.- Los buscan por todas partes. Las provincias se han levantado. Se siente el miedo. A esta casa vino un capitán español y nos amenazó.
MERCEDES.- Nos vamos. En el páramo estaremos bien.
MARÍA.- No. En el páramo no. Es allí a donde los van a buscar, según dijo Sacramento.
ESTEBAN.- Es allí donde no nos van a encontrar.
PEDRO P.- Casilda Zafra. En la casa de Casilda, estaremos seguros.
ESTEBAN.- Nos vamos.
CAPITAN.- (Desde afuera) Abran en nombre del rey.
MARÍA.- Son ellos. Escóndanse. (Cada quien busca un refugio)
CAPITAN.- (Entrando en forma atropellada).- Entréguense malditos traidores. Usted señora, me los va  entregar (la toma como rehén y la amenaza con la espada) ¡Ya!
(El Alférez, empuja a Sacramento, quien asustado intenta disculparse)
SACRAMENTO.- María… yo…
MARÍA.- ¿Usted Sacramento?
PEDRO.- Así es la guerra. Nos vuelve todos contra todos.
CAPITÁN.- Salgan de la madriguera, cobardes. (Da un fuerte empellón a María y le apunta con la espada. Pedro intenta atacar pero el alférez le asesta un puñetazo)
SACRAMENTO.- Deben estar en la troje.
MERCEDES (Saliendo).- No es necesario capitán. Aquí estamos pero no hemos hecho nada contra el ejército español.
ESTEBAN.- Nada señor.
CAPTAN.-  Soldados. Apresen a estos traidores.
ALFEREZ-  Se les acusa de traición a la madre España, sedición, levantamiento, injuria, lujuria, crímen  y asalto a mano armada contra el ejército del rey. Por esas conductas reprochables serán ejecutados de inmediato.
CAPITAN.- Fusilados y llevados a la horca.
ESTEBAN.- Somos inocentes de esos cargos.  Nuestro único delito aquí es el trabajo.
ALFEREZ.- Insolente. Osa usted poner en tela de juicio esta verdad?
CAPITAN.- Cumpla la orden de inmediato Alférez.
ALFÉREZ.- Sí señor.
(Esteban en un acto desesperado, arremete contra el Alférez, quien rueda por el piso. Se pelean. Entonces el capitán toma de nuevo a María como rehén y grita)
CAPITAN.- ¡Esteban Martínez, deténgase!
(Esteban se queda mirando y suplica)
ESTEBAN.- ¡No, mi madre no!
CAPITAN.- Prepárese a morir desgraciado. (Le apunta con el arma. Pedro se interpone con los brazos abiertos)
PEDRO P.- Sensatez señores. Piedad por favor.
CAPITAN.- ¿Piedad? Ustedes son subversivos. Ingratos. Traidores. En nombre de España deben morir.
PEDRO.-  Por mi madre. Piedad capitán.
CAPITAN.- Alférez: fusile a estos traidores.
ALFÉREZ.- (Los lleva a la pared y ordena la descarga.) ¡Fuego!. (La escena es de desesperación. Pedro P. toma una pañueleta que llevaba al cuello Mercedes, su padre y la guarda con respeto)
ALFÉREZ.- ¿Qué hacemos con este?
CAPITAN.- Fusílelo… por  traidor… fusílelo.
SACRAMENTO.- Pero yo cumplí…
CAPITÁN- Fusílelo de inmediato, alférez.
ALFÉREZ.- ¡Fuego!
CAPITÁN.- Repugnante.
ALFÉREZ.- Qué dijo capitán?
CAPITÁN.- Cómo es de repugnante la traición y la suerte de estos miserables.
PEDRO P.- Capitán: usted no ha tenido clemencia de nosotros, ni la tendrá con nadie. Es usted un cobarde, (intenta agredirlo, pero el capitán le asesta un puñetazo, al caer el muchacho atrapa la insignia que el capitán llevaba al pecho)
CAPITÁN.- Muchacho insolente. Fusílelo alférez…
ALFÉREZ.- Pero capitán…
CAPITÁN.- Fusílelo, alférez. Lo espero en el camino,
(El alférez, coloca a Pedro contra la pared)
ALFÉREZ.- Soldados, fuera. (Entonces, el alférez en un arranque de piedad, dispara su arma en  otra dirección) España, no asesina niños. Traidores. (Se inclina sobre los fusilados, se persigna y Sale).
PEDRO.-  Las contradicciones de la guerra. Dios, tenga piedad de nosotros.
MARÍA.- Estamos  solos.






























ACTO II
ESCENA I.

(Escena a campo abierto. Los patriotas intentan reagruparse. Son muchas las penalidades. Corre  año de 1819. Es el atardecer del 22 junio en las alturas de la laguna de Socha, a donde han llegado los últimos reductos. Los combatientes esperan la llegada del general Simón Bolívar quien ha iniciado su viaje desde Venezuela. )
PATRIOTA UNO.- En estas alturas el tiempo parece detenerse.
PATRIOTA DOS.- El poder de los tiranos, sobre los débiles…
PATRIOTA UNO.- ¿Qué dijo usted?
PATRIOTA DOS.- Digo que el tiempo es largo y los tiranos perduran…saben cómo dominar al pueblo. El ejército español está bien equipado y cuenta con más de 20.000 soldados según las últimas informaciones. Tenemos pocas probabilidades de triunfar.
PATRIOTA UNO.- Tenemos lo que a ellos les falta: coraje, ansias de libertad. Han asesinado a nuestros hijos, a nuestros líderes; no han tenido consideración de mujeres, ancianos niños, todos, han sido víctimas del ejército español. ¿Vamos a dejar que esto siga sucediendo? No. Aunque nos aniquilen, de las cenizas surgirá la fuerza necesaria para vengar tanta afrenta y tanta desgracia.
PATRIOTA TRES.- Nos juntamos en el monte para enfrentar al enemigo.
PATRIOTA CUATRO.- Este es el lugar perfecto para atrincherarnos y asaltarlos.
PATRIOTA DOS.- Tiene usted razón Mesías Blanco. Sin embargo debemos estar dispuestos a enfrentarlos cara a cara. Ahí sabremos quién es quién,
COMANDANTE.- Hablan de coraje y de venganza, pero hay algo más elevado que nos une, que nos da fuerzas para seguir luchando hasta la muerte: libertad, queremos libertad. Muerte a los opresores.
TODOS.- Viva la libertad.
COMANDANTE.- Bien. Hemos sabido que por los lados de Beteitiva, se mueve un grupo grande de soldados españoles al mando de un tal Enrile. Ustedes tienen la misión con el batallón rifles 2 de neutralizarlo. ¿Está claro?
TODOS.- Sí mi comandante.
PATRIOTA TRES.- Alisten armas, pertrechos, equipos de campaña, alimentos, todo lo necesario. Entramos en acción en dos días. El sitio será Belén de Cerinza, donde el enemigo ha cometido atrocidades incontables.
COMANDANTE.- ¿Escucharon? O se los tenemos que repetir.
TODOS.- Firmes comandante.
PATRIOTA UNO.- No tenemos armas, comandante.
COMANDANTE.- Pelearemos cuerpo a cuerpo a bayoneta calada.
TODOS.- Sí mi comandante.
COMANDANTE.- ¿Todos listos?
TODOS.- Sí mi comandante.
COMANDANTE.- Bien, patriotas. Lo que ha de ser que sea. Por la libertad.
TODOS.- Por la libertad.
COMANDANTE.- Guardias, despejen el camino.
PATRIOTA UNO.- Alguien se acerca. Cuidado. Alto.
(De entre la maleza surge una figura incierta, todos preparan las armas)
PATRIOTA UNO.- ¿Quién es usted? Identifíquese.
PEDRO.-  Pedro Pascasio Martínez. Soy Pedro Pascasio Martínez, de Belén de Cerinza.
PATRIOTA UNO.- Eso no es nada. ¿Qué viene a hacer aquí? ¿ Es usted un espía? Levante las manos.
COMANDANTE.- Un momento. Pero si es un niño. ¿Qué hace un niño por estos andurriales?
PEDRO.-   Busco a los patriotas. Quiero unirme a la causa de la libertad.
PATRIOTA TRES.- Es el hijo de Mercedes Martínez, hermano de Esteban, fusilados en su casa el año pasado.
COMANDANTE.- No podemos recibir niños en las filas patriotas. Regrese a casa.
PEDRO.- Podría ser de utilidad sin van a Belén. Casilda Zafra, la hacendada de Santa Rosa, mantiene el control de la zona. Con ella se debe contar para cualquier acción militar.
COMANDANTE.- No queremos niños en nuestras filas.
PEDRO.- Los españoles asesinaron a mi padre y a mi hermano. Mi madre murió a causa de la pena. Tengo razones para luchar con ustedes por la libertad del pueblo.
COMANDANTE.- Bien. ¿Sabe usted manejar una arma?
PEDRO.- No. Soy baquiano. Conozco el terreno, me muevo con facilidad en estas tierras.
COMANDANTE.- ¿Y si lo atacan?
PEDRO.- Sabré defenderme (Hace  varios ademanes de luchas con caídas y ataques mortíferos)
COMANDANTE.- Está bien. Está bien. Por ahora pertenece al batallón rifles 2. Pero a la llegada del comandante supremo, será transferido al batallón 1 de infantería, no quiero responsabilidades con niños.
PEDRO.- Gracias comandante. Dios lo bendiga.

ESCENA II.
 
PATRIOTA CUATRO.- Parte de victoria comandante. Tuvimos 18 bajas. El enemigo 52.  Tenemos en nuestro poder, municiones y armas de utilidad.
COMANDANTE.- ¿Y el muchacho? ¿Qué fue del muchacho?
PATRIOTA CUATRO.- Se portó como valiente. Nuestra victoria se la debemos a él, él nos indicó los escondites. Nos mostró los sitios mejores para atacar. Fue valiente al desafiar las balas enemigas y despistar al enemigo.
COMANDANTE. – ¿Puso en riesgo su vida?
PATRIOTA CUAGTRO.- Así es. Desafió a un sargento y se escabulló por entre la maleza sin que pudieran encontrarlo. Eso nos dio tiempo para el ataque.
COMANDANTE.- Niño necio. ¡No creerá que es alevosía desafiar así la muerte y exponerse ante el enemigo!
PATEIOTA CUATRO.- No lo sé. Pero sin él hubiera sido imposible la victoria.
COMANDANTE.- Entonces qué debemos hacer? Rendirle homenaje? Exaltarlo ante la tropa? No sea ingenuo Sebastian Eslava, los niños ven la realidad de manera diferente. Para  ellos esto es… una simple aventura.
PATRIOTA CUATRO.- Aventura o no, este  niño nos salvó de morir.
 COMANDANTE.- Entonces lo tendremos en nuestras filas como una joya en exhibición.
PATRIOTA CUATRO.- O como una persona digna de toda consideración. Ha quedado huérfano… lo ha perdido todo.
COMANDANTE.- A todos nos toca un poco de esta tragedia, inventada por los españoles.

ESCENA III.

(Atardecer en el campo patriota. Pedro, se dispone a arreglar la lanza en un silencio, parecido  al eclipse de las verdades mundanas. En un catafalco improvisado, empieza a moverse una figura, que ha permanecido todo el tiempo.)
DESTINO.- El camino se abre a sus pies milagrosamente, Pedro Pascasio Martínez. Alguien traza círculos de fuego detrás de las paredes del misterio. Son tiempos de cuervos, ciertamente. Aquí la vida se desvanece al impulso de un malvado, y lo que fue gloria y esplendor muere en cualquier momento.
PEDRO.- ¿Otra vez usted? ¿Y ahora qué?
DESTINO.- Ahora nada. Esperar. El triunfo aguarda al que sabe esperar.
PEDRO.- ¿El triunfo? Están diezmando a nuestros ejércitos, no tenemos qué comer. Somos un ejército sin armas, sin provisiones, sin ropas. Todo está perdido.
DESTINO.- Ajá. ¿Escucho la voz de un héroe o un simple soldado derrotado?
PEDRO.-  Soy un simple instrumento del destino…
DESTINO.- No me culpe de sus males. El camino del héroe es el sacrificio. No hay gloria, sin sacrificio.
PEDRO.- No soy digno de ninguna gloria. Mi camino es la derrota.
DESTINO.- Pesimista nunca, querido Pedro Pascasio. Debe saber esperar. Con el tiempo la vida le dará el mejor de sus frutos.
PEDRO.- No hable de esperar. Nariño esperó y lo encarcelaron. José Antonio Galán esperó y lo asesinaron…
DESTINO.- Niño necio. Recuerde: debe mantener erguida la frente ante la derrota…y ante la victoria humilde. También el enemigo siente y se duele de las derrotas.
PEDRO.- Dígame señor esta…
(El destino desaparece) .- ¿Señor dónde está usted? ¿Dónde?
PATRIOTA.- ¿Hablando solo, Pedro Pascasio? Suele suceder. Uno quisiera tener respuesta de las piedras, los árboles, las aves, pero aquí solo hay una respuesta: estamos solos frente al enemigo.
PEDRO.- ¿Ha visto a alguien, un señor de capa, vestido de negro?
PATRIOTA UNO.- Es el delirio de la guerra. Aquí todo parece real pero a la vez tan fantástico que no sabemos que es real y qué es mentira. Le voy a presentar un amigo, que vino de la costa atlántica. Casi no habla, pero es un gran amigo. En él puede confiar.
PEDRO.- ¿Quién es?
PATRIOTA UNO.- Le decimos el negro José, porque nunca nos dijo su apellido. Negro José, esta es su nueva compañía.
NEGRO JOSÉ.- Ah. Bueno.
PEDRO.- Es muy fuerte. Tiene porte de valiente.
NEGRO JOSÉ.- Eso depende de lo que usted llame valiente.
PEDRO.- Enfrentar al enemigo, no tener miedo.
NEGRO JOSÉ.- Todos tenemos miedo, niño necio,
PEDRO.- ¿Amigos?
NEGRO JOSÉ.- ¡Amigos!
PATRIOTA UNO.- Todo está hecho. (Sale)
NEGRO JOSÉ.- Tengo la misión de protegerlo a usted. Eso dijo el comandante.
PEDRO.- Bien. ¿Amigos?
NEGRO JOSÉ.- Amigos, hasta la muerte.
PEDRO.- Amigos. Por siempre amigos.

ESCENA IV

(El comandante camina nervioso)
COMNDANTE.- ¿Cuántos hombres tenemos Riveros?
RIVEROS.- Unos cuatrocientos.
COMANDANTE.- ¿Cuántos hemos perdido en las últimas batallas?
RIVEROS.- Muchos. Ya no hay gente en la guarnición.
COMADANTE.- Es inútil. Tanto sufrimiento, para nada. La guerra está perdida.
PEDRO.- No todo está perdido. Usted no puede perder la fe. Mire, estas personas lo esperan todo de usted. Que los guíe, los anime, les de fuerzas con sus palabras y su ejemplo hasta el último aliento. No les de la desesperanza. Ellos lo necesitan comandante.
COMANDANTE.- ¿Quién habla de ese modo?
PEDRO.- Yo. El que lo perdió todo, la familia, los bienes, la honra.
COMANDANTE.- La honra no se pierde, ni aún en la penuria.
PEDRO.- Entonces dele esperanza a su ejército.
COMNDANTE.- Ah, muchacho necio. Habla usted como los sabios. Sin embargo…
PEDRO.- Sin embargo nada. Sus hombres lo admiran. Lo siguen ciegamente.
COMANDANTE.- ¿Cuida usted de este muchacho, Negro José?
NEGRO JOSÉ.- Así es. Como lo ordenó sumercé.
COMANDANTE.- Cumpla esa misión, que él es una joya. El comandante supremo del ejército patriota, atraviesa los páramos de Pisba. Su llegada a nuestro territorio es inminente. Preparémonos como se debe. Riveros: de un descanso a la tropa y organice la ración. (Sale Riveros) ¿Sabe una cosa Pedro Pascasio? A veces creo que usted cayó aquí como venido del cielo. Dios lo conserve por mucho tiempo para salud de la patria.
PEDRO.- Se pone usted sentimental, comandante.
COMANDANTE.- Yo era un mosalvete como usted, cuando llegaron los españoles, incendiaron la casa y masacraron a mi familia. Pero no tuve su valor. Cuando cumplí 18 años me enrolé con el fin de vengar a mi familia. Solo con el tiempo comprendí que aquí no estamos por venganza sino por amor a la libertad. Qué aprendizaje tan largo! La libertad es algo que no sabemos qué es pero se siente, se percibe en todo cuanto hacemos, en nuestros sueños y esperanzas. Ah. La libertad, qué sueño tan difícil de asimilar. Cuando la humanidad lo entienda habrá un nuevo mandamiento de unidad y comprensión. Las generaciones venideras gozarán de la libertad. Quizás sepan apreciarla, de lo contrario pagarán muy caro su desprecio.
PEDRO.- Comandante. No hay pena en compadecerse. Lo que es imperdonable es la indiferencia y… la traición,  Su ejército es disciplinado. Tiene convicción. Posee bravura y valor. ¿Qué más se puede pedir?
COMANDANTE.- Denle una ración a este muchacho y que se vaya a descansar.
PEDRO.- No olvide comandante: Dios, valor y discreción, son la guía para el que quiere dirigir.
NEGRO JOSÉ.- Vamos, charlador incorregible.
PEDRO.- Vamos conversador interminable. (Golpe en el hombro y salen)


ESCENA IV

PATRIOTA UNO.- Llegó la hora comandante. El general Simón Bolívar se acerca. Nos han ordenado esperarlo en Cerinza. El ejército está extenuado.
COMANDANTE.- Alerta. Debemos limpiar el camino, pues el enemigo está en todas partes. Sabemos que Barreiro se mueve hacia Paipa y Duitama. Esperamos órdenes del comandante supremo.
(Escena de escaramuzas, avances, atajos, luchas)
(Ahora la escena muestra a Simón Bolívar meditabundo, con apenas un conserje y un guardia)
BOLÍVAR.- ¿Cuántos hombres perdimos en los páramos de Pisba y Paya?
CONSERJE.- Muchos señor. Algunos no resistieron los rigores del hambre y el frío.
BOLIVAR.- (En silencio medita)
CONSERJE.- ¿En qué piensa señor?
BOLIVAR.- En vencer conserje,  vencer es la consigna!
CONSERJE.- El comandante de Cerinza, quiere hablar con usted, excelencia!
BOLÍVAR.- Que siga.
COMANDANTE.- El comandante de Belén, Tutazá y Cerinza reportándose general.
BOLÍVAR.- Limpió el camino hacia Paipa y Duitama comandante?
COMANDANTE.- Sí mi general. Debo comunicarle una novedad.
BOLÍVAR.- Bien. ¿De qué se trata?
COMANDANTE.-  Es del niño Pedro Pascasio Martínez. Se encuentra en nuestras filas como soldado Razo.
BOLÍVAR.- ¿Cuántos años tiene?
COMANDANTE.- Once años general.
BOLÍVAR.- (De pie) ¿Cómo? ¿No he sido claro en mis órdenes de que no debe haber ni mujeres ni niños en las filas patriotas?
COMANDANTE .- Así es. Pero él insistió. Quiere que usted lo reciba.
BOLÍVAR.-  Está bien. Está bien. Háganlo pasar.
PEDRO.- (Entra con altivez). Soy Pedro Pascasio Martínez, natural de Belén de Cerinza, hijo de Mercedes Martínez y María del Niño Jesús Rojas. Hermano de Esteban, Fusilado el 23 de febrero, mi padre fusilado y mi madre  muerta de pena moral. Por esas razones soy soldado del batallón rifles 2.
BOLÍVAR.- Pero los niños no deben estar en el campo de batalla.
PEDRO.- Con el debido respeto, he vivido más crueldades que muchos de sus soldados general.
BOLÍVAR.- La guerra es inmisericorde. Pero los niños no deben ir a la guerra.
PEDRO.- Soy hijo de la guerra, tanto como ustedes general.
BOLÍVAR.- ¿De modo que quiere estar en el ejército patriota?
PEDRO.- Así es mi general
BOLÍVAR.- Desde este momento pertenece usted al batallón Rifles no. 1 como el soldado 1 Entendido?
PEDRO.- Sí mi general.  Otra cosa mi general.
BOLÍVAR.- ¿Qué otra cosa?
PEDRO.- Pido que el negro José sea transferido conmigo.
BOLÍVAR.- Cúmplase.
PEDRO.-  General: usted es la esperanza de mi pueblo y por usted la vida entera. Viva la libertad.
BOLÍVAR.- Qué convicción. Qué arrojo y que sinceridad. Bienvenido Pedro Pascasio Martínez al batallón Rifles 1. (Le hace el saludo militar y le estrecha la mano)
PEDRO.- Gracias general.
BOLIVAR.- Lleva usted una insignia de alto rango del ejército español. ¿Dónde la consiguió?
PEDRO.- Un acto desesperado antes del fusilamiento de mi padre y de mi hermano. Lo conservo como recuerdo de ese momento triste. Eso me da coraje y pasión.
BOLIVAR.- Dentro dos días nuestro ejército puede ser destruido. El ejército español es disciplinado y numeroso. ¿No teme esa suerte?
PEDRO.- No. No seremos destruidos. Usted triunfará, señor, estoy seguro. Tiene lo más sagrado de la victoria: el honor, el valor y la razón. Triunfará usted general, la gloria será suya. (Sale)
BOLÍVAR.- Qué coraje y qué valor en tan corta edad.

ESCENA V.

(Esta es la escena de los pregoneros. Cada uno trae consigo un laurel. Danza y ritual. En la escena debe haber, veladoras, faroles y luces intermitentes. Inicialmente el  ritual de los comediantes)
(Música fuerte a manera de marcha. Los tambores chinos pueden ayudar a ambientar. Los pregoneros ejecutan una danza breve y dejan en lo alto la palabra libertad)
PREGONERO 1.- Noticias del frente de batalla.
PREGONERO 2.- Barreiro apostado en la casa de las seis ventanas, dice:
TODOS.- Esta victoria no me la quita ni Dios con su gran poder.
PREGONERO 2.- Ordena fusilar a la familia Vargas
PREGONERO 3.-  Los hijos, los padres, los criados, todos fusilados por el ejército español.
PREGONERO 4 .- Bolívar se retira a  la roca de los tres picos.
PREGONERO 5.-  Cae el coronel Jaime Rook de la legión británica,
PREGONERO 1- Cae Inocencio Chincá.
PREGONERO 2.- Caen los lugartenientes de Bolívar.
TODOS.- La suerte está echada… la batalla perdida.
(El ritual continúa a manera  de lamentos y llantos)
(Entra en escena el dios del fuego, en una danza frenética)
(los pregoneros alzan a Pedro Pascasio hasta una pequeña mesa donde lo depositan)
TODOS.- El niño prodigio de Belén se encuentra en las alturas del pantano.
PREGONERO 1.- Junto al héroe vencido… el invencible Simón Bolívar.
PEDRO.- (Cobra vida).- General, no todo está perdido. Barreiro no es invencible.
PREGONERO 2.- El general derrotado piensa en el suicidio antes de entregarse al enemigo.
PREGONERO 3.- La gloria colosal de los guerreros, empieza a derrumbarse.
PEDRO.- Sublevación. Egregio comandante, no decline. Ascienda a las cumbres de la gloria.
PREGONERO 4.- Los patriotas sucumben. La muerte ronda. El espíritu indómito desciende.
TODOS.- Todo está perdido. Fuimos derrotados.
PREGONERO 5.- Pero cómo mi general, si mis lanceros y yo no hemos entrado en acción.
PREGONERO 1.- Dice el llanero Rondón.
PREGONERO 5.- Permítame hacer una entrada.
TODOS.- Coronel. Salve usted la patria.
PREGONERO 1.- Los lanceros hicieron estragos en las filas enemigas.
PREGONERO 2.- Sembraron el terror.
PREGONERO 3.- El ejército español abandonó las armas y se dio a la retirada.
PREGONERO 4.- Barreiro huyó por las lomas de Paipa.
PREGONERO 5.- Huyó despavorido.
(El dios del fuego, ejecuta una breve danza y desaparece)

ESCENA VI.

(7 de agosto de 1819. Batalla del puente de Boyacá. La diosa de la libertad, danza en forma cadenciosa. Por el costado izquierdo aparece el heraldo 1  vestido de dorado intenso, incluido su cuerpo y con una trompeta anuncia la épica jornada. Por el costado derecho aparece el heraldo 2, con las mismas características. El   heraldo 3 anuncia el fin de la batalla. El heraldo 4 señala la gran roca de Barreiro)

HERALDO 1.- Gloria al ejército español. (Avanza con un estandarte y lo deja en medio del espacio.
HERALDO 2. Honor al ejército patriota y al supremo comandante general Simón Bolívar. (Avanza hasta dejar su estandarte en el centro)
HERALDO 3.- Opresores del mundo, venid a ofrendar vuestras vidas, (avanza hasta dejar su estandarte)
HERALDO 4.- Oprimidos del mundo, este es vuestro campo de honor. (avanza y deja su estandarte)
(La escena muestra una danza con destrezas marciales, hasta caer rendidos. Al descender las luces, desaparecen y solo quedan los pregoneros a manera de estatuas de piedra. La escena muestra la roca de Barreiro. El lugarteniente y Barreiro se esconden. Por el extremo contrario entran el negro José y Pedro P. al sorprenderlos se trenzan en feroz lucha. Al final muere, el lugarteniente a manos del negro José. Pedro se dispone a atacar.)

BARREIRO.- Necios. Están ustedes perdidos. Somos militares entrenados, ustedes…., simple plebe, chusma y nada más.
PEDRO.- Así es señor. Somos chusma, pero sabemos pelear por la libertad.
BARREIRO.- ¿Qué sabe usted de la libertad?
PEDRO.-  Nada. Que solo sirve para morir con dignidad.
LUGARTENIENTE.- Entonces va a morir. (Pero el negro José le asesta un golpe y lo hiere con la lanza).- Ah, malditos chanchirientos.
NEGRO JOSÉ.- Tenemos honor… ustedes no.
BARREIRO.-  (Desenvainando la espada).- Van ustedes a morir, malditos, sarrapastrosos.
NEGRO JOSÉ.- (Ruedan en feroz lucha).- Ustedes, asesinaron, violaron, esclavizaron… ahora deben morir. (En un lance Barreiro pierde la espada y queda a merced de Pedro P. quien le apunta con una lanza, en cuya punta pende un cuchillo)
PEDRO.- No intente nada. Todo está perdido.
BARREIRO.- Puedo ofrecerles riqueza, dinero, fama, lo que quieran.
PEDRO.- ¿A cambio de qué?
BARREIRO.- Sólo déjenme ir. Mire este cinturón de oro… puede ser suyo.
PEDRO.. ¿Cinturón… de oro? Y dígame para qué sirve un cinturón de oro aquí?
BARREIRO.- Es de oro.
NEGRO JOSÉ.- ¿y de qué nos serviría un cinturón de oro en estas circunstancias?
PEDRO.- (Saca del bolsillo la insignia).-
BARREIRO.- ¿Cómo la obtuvo?
PEDRO.- Es de la realeza…usted es de la realeza.
BARREIRO.- Así es. Puedo darles riqueza, fama, abundancia conmigo lo tienen todo, con la chusma…pierden.
PEDRO.- Pues esa chusma les está arrebatando el poder, malditos tiranos. Ustedes, esclavizaron, nos despreciaron, robaron, violaron, ultrajaron (a cada frase, hace diferentes ademanes y adquiere tonos dramáticos corporales, finalmente le coloca la lanza en el cuello).- ¿Quién es usted maldito asesino? ¿ Quién… es… usted?
BARREIRO.- ¿Eso importa?
PEDRO.- No. No importa. Usted es uno de los miles de asesinos que vinieron a saquear y a asesinar… ustedes, llevaron a la horca a nuestro líderes, destruyeron el movimiento comunero merced a la traición de Góngora, mataron a Galán, encarcelaron a Nariño, mataron a Berbeo, fusilaron a Policarpa... ustedes destruyeron nuestros sueños, trajeron enfermedades… ustedes nos volvieron rebeldes…nos condujeron  al campo de batalla y asesinaron a miles de nosotros sin ninguna justificación…ustedes son lo peor que le ha pasado a nuestro territorio…(a cada frase Pedro le imprime un tono dramático acompañado de expresiones gimnásticas, casi de artes marciales) ¿Sabe señorito? Ustedes no merecen perdón de Dios… ni de nosotros.
NEGRO JOSÉ.- (Hace un  giro  trágico e intenta hundirle la lanza en el pecho, pero Pedro se interpone) Muera asesino del infierno.
PEDRO.- No. Negro José. No somos como ellos. No somos asesinos. 
NEGRO JOSÉ.- ¿Y entonces…?
PEDRO.-  Es nuestro prisionero. Lo llevamos ante el general Simón Bolívar.
BARREIRO.- Por Dios, no lo hagan. Pierden el tiempo. No 
voy con ustedes.
PEDRO.- Ande o lo arreo sumercé. (lo asedia con la lanza. El negro José, entre tanto, le ha arrebatado las armas al lugarteniente y lo amenaza)
BARREIRO.- Chusma al fin y al cabo.
PEDRO.- Chusma con ansias de libertad. Ande señorito.
(Los heraldos, que han permanecido inmóviles, se desplazan por  el escenario haciendo movimientos marciales. Se oye una marcha solemne. Calle de honor. Aparece Bolívar fatigado)
BOLIVAR.- Es el fin. Aquí termina todo.
(Se oye una fanfarria. Entran el Negro José y Pedro con el prisionero)
PEDRO.- General Simón Bolívar…le entrego al prisionero…es un buen prisionero
BOLÍVAR.- ¿Pedro Pascasio? ¿A quién trae usted?
PEDRO.-    No lo sé. Es un buen prisionero (Muestra la insignia)
BOLÍVAR.- (Examinando).- ¿Barreiro? ¿Es usted el general José María Barreriro, comandante supremo del ejército español?
BARREIRO.- Así es. Exijo ser tratado como tal.
BOLÍVAR.- ¡General! (Hace el saludo militar) General Barreiro. Será usted tratado con todas las consideraciones de un general de alto rango.
BARREIRO.- Gracias. No esperaba menos de usted. Es un honor conocerlo.
BOLÍVAR.- La tierra que pisa es libre a partir de este momento. Este es un día memorable. Su poderío ha terminado.
BARREIRO.- En nombre del rey de España reciba mis agradecimientos por el trato considerado.
BOLÍVAR.- El rey de España, ya no es nuestro soberano. Todo concluye con esta batalla. Dese por prisionero general. Prisionero de las fuerzas libertarias. Llévenlo al cuartel y ríndanle honores militares como es debido. (Se lo llevan)
PEDRO.- No entiendo general. ¿Usted le rinde honores al enemigo?
BOLÍVAR.- Así debe ser.
PEDRO.- Entonces…
BOLÍVAR.- No se preocupe. La patria reconoce su hazaña y lo felicita. Es usted un gran héroe Pedro Pascasio Martínez, usted hizo prisionero al general en jefe de las fuerzas realistas, desde hoy somos libres gracias a usted.
PEDRO.- A mi y al negro José. Él dio muerte al lugarteniente.
BOLÍVAR.- Felicitaciones y… gracias (le estrecha la mano) en cuanto a usted Pedro Pascasio…inmortalizó su nombre en este día memorable. La historia lo recordará como el héroe del Puente de Boyacá en la batalla del  7 de agosto de 1819. Venga un abrazo. (Lo abraza). En mi condición de comandante en jefe de las fuerzas libertarias, decreto, y que sí quede escrito, que se otorgue al soldado No. 1 del batallón rifles, Pedro Pascasio Martínez, una pensión vitalicia de cien pesos oro, en agradecimiento por los servicios prestados a la causa de la libertad, en especial por haber capturado y hecho prisionero al general Barreiro, con lo cual se da por terminada  la batalla de este día 7 de agosto de 1819. Exáltese así mismo a partir de hoy en actos de gran solemnidad el nombre de Pedro Pascasio y su fiel compañero de armas Antonio José Arcadio, más conocido como el negro José. Que la historia les coloque por toda la eternidad en sitiales de honor. Cuartel general. Campo puente de Boyacá. A 7 de agosto del año 1819. Cúmplase.
¿Cuántos años tiene usted, Pedro Pascasio?
PEDRO.- Once años nueve meses señor.
BOLÍVAR.- He aquí el niño héroe del Puente de Boyacá. De dónde es usted.
PEDRO.- De Belén sumercé.
BOLÍVAR.- Pues acaba usted de inscribir el nombre de Belén en el libro de la inmortalidad. Honores al héroe niño.
(Los heraldos se desplazan en marcha solemne hasta dejar pasar la figura de la libertad, quien ejecuta una hermosa danza junto con otras hermosas doncellas. El dios del fuego termina disparando una flecha y encendiendo el fuego que queda como símbolo de la eterna luz  que iluminará esta tierra)























ACTO III

ESCENA I

(La estancia muestra un panorama sobrio. Sin pretensiones arquitectónicas, casi desolado. A un lado una silla, y un tiple. Pedro se pasea por la estancia meditando)
PEDRO.- Nos queda el vacío de la libertad y la presencia del usurpador. Es como si no hubiera pasado nada. Es raro. El acontecer de la vida es extraño. No podemos con nosotros mismos… como si alguien gobernara nuestros actos.
DESTINO.- Tal vez así sea Pedro Pascasio. Nada se mueve en el mundo sin la voluntad divina.
PEDRO.- ¿Es voluntad divina el sufrimiento?
DESTINO.- Así es. El hombre necesita sufrir para aprender. El aprendizaje es un sufrimiento…y una gran alegría. Aprender es ignorar. Oh paradoja. Entre más se sabe  más se ignora. “Saber es un gran dolor. Ignorar una desgracia. ¿Qué hacer entonces? Procurarnos el dolor de saber y ser dos veces desgraciados”.
PEDRO.- ¿Qué hace usted espiando nuestros pasos?
DESTINO.- Nada. Solo eso. Saber qué hacen los mortales con sus miserables vidas. Ustedes creyeron tenerlo todo desterrando a los españoles. Ahora no saben qué hacer con eso que llaman pomposamente…“libertad”.
PEDRO.- Con el tiempo aprenderemos. Con el tiempo.
DESTINO.- Mientras tanto se les va la vida. No hay tregua a la ignorancia. Los patriotas han quedado desconcertados, aturdidos por decir lo menos. Bolívar sembró un ideal, una cierta floración de eternidad. Ahora tendrán que cultivar con sumo cuidado cada acto. Vigilar la conducta de cada ciudadano… construir la nación.
PEDRO.- No somos constructores de nada. Solo sabemos trabajar la tierra.
DESTINO.- Bien aventurados los pobres de espíritu porque ellos verán a Dios. En la pobreza de espíritu tiene su poderío la injusticia. Usted, Pedro Pascasio Martínez no es pobre de espíritu. Lleva en sus venas sangre guerrera. Es el heredero de una raza altiva y soñadora.
PEDRO.- Guerrero o no, he quedado solo, sin horizonte.
DESTINO.-  Bien niño necio. Le espera el asombro, la desmesura…tal vez la ingratitud. El hombre es por naturaleza ingrato, pérfido, olvidadizo, vanidoso y … soberbio. No sea uno de esos.
PEDRO.- ¿Qué dice usted?
DESTINO.- Solo eso. Líbrese de  la soberbia y…la humildad.
PEDRO.- Quiero ser feliz. Solo eso.
DESTINO.- Toda felicidad es inocencia. Al final se sabe que la felicidad no existe más que en la imaginación.
No busque donde no hay. Sea prudente.
PEDRO.- Pero…
DESTINO.- Pero nada…no hay dolor que el sueño no pueda vencer y usted ha tenido grandes sueños.
PEDRO.- Señor yo…
DESTINO.- Aprenda a volar como las aves, sin percatarse del aire…vuele lejos a donde su imaginación lo lleve.
PEDRO.- Señor…
DESTINO.- Quede con Dios Pedro Pascasio. Quede con Dios. Hasta la vista.
NEGRO JOSÉ.- ¿Otra vez hablando solo?
PEDRO.- Hola.
NEGRO JOSÉ.- Son los estragos de la guerra. ¿Qué piensa hacer con la pensión vitalicia que le otorgó el general Simón Bolívar?
PEDRO.- Tendré una casa…una familia…algo así.
NEGRO JOSÉ.- Es mucha plata. Vivirá usted como los ricos de Belén.
PEDRO.- No. Compartiré con usted ésta fortuna. Quiero conocer el mar… las costas, las cosas buenas de este mundo.
NEGRO JOSÉ.- ¿El mar? Es un misterio lleno de riquezas, perlas, tesoros… mucha vida.
PEDRO.- Entonces iremos al mar amigo mío.
NEGRO JOSÉ .- Que así sea.


ESCENA II

MENSAJERO.- (Entrando).- ¿Es usted Pedro Pascasio Martínez Rojas?
PEDRO.- Así es.
MENSAJERO.- Tengo la misión de leer en voz alta  la carta del excelentísimo señor presidente de la república, su señoría Simón Bolívar y Palacios. Esto dice (lee) Señor Pedro Pascasio Martínez Rojas: En nombre de la república que usted, con su valor, ayudó a liberar del yugo español, le expreso mi admiración y gratitud por tan extraordinario aporte a la causa libertaria. Fue usted quien apresó y condujo a los cuarteles patriotas, al general José María Barreiro, comandante general del ejército
español, en acto colosal de coraje y lealtad con la causa patriota. Su ejemplo de honor y pulcra realización, constituye guía de integridad,  honestidad y sacrificio para quienes ofrendaron sus vidas en esta causa y para quienes heredamos su grandeza, motivo de orgullo y admiración por su proeza, que exaltarán los siglos en los labios de la historia. 
Reciba usted, mis consideraciones. Con esta misiva le reitero la decisión de la presidencia, de otorgarle una pensión vitalicia consistente en entregarle en forma mensual la suma de CIEN PESOS ORO, que serán desembolsados por el tesoro nacional, para lo cual bastarán su presencia y su firma.
Gloria y honor, al héroe del Puente de Boyacá en la triunfal jornada del 7 de agosto de 1819.
Fue  honroso contar con usted en las filas del batallón Rifles 1, distinguido como el soldado No. 1.
Afectísimamente,
Simón Bolívar
Presidente de la república de Colombia
Diciembre 22 de 1819

Leído el mensaje del señor presidente, queda bajo su responsabilidad asistir a las instalaciones del tesoro nacional y reclamar su pensión, que será, de por vida.
PEDRO.- Gracias. Por favor, diga al señor presidente que siempre seré devoto de su causa.
MENSAJERO.- Así se hará, señor Pedro Pascasio. (sale)
NEGRO JOSÉ.- Hmm.. señor Pedro Pascasio…usted es un niño pero lo tratan de señor…
PEDRO.- Un niño con juguetes de guerra. ¿Pensión repartida?
NEGRO JOSÉ.- Pensión repartida…señor Pedro Pascasio.
GONZALO (Entrando).- ¿Pedro pascasio?
PEDRO.- SI.
GONZALO.- Es usted dueño de una gran fortuna. Felicitaciones. Es necesario diligenciar algunos documentos, autenticar su firma y legalizar asuntos menores de identidad. ¿Posee usted documento de identidad algo que lo identifique como Pedro Pascasio Martínez Rojas, hijo de Mercedes Martínez y María del Niño Jesús Rojas?
PEDRO.- No señor. No tengo documento alguno.
GONZALO.- No se preocupe, lo resolveremos, de dónde es oriundo?
PEDRO.- De Belén, Boyacá.
GONZALO.- Ajá. Cuándo nació usted?
PEDRO.- El 23 de octubre de 1807.
GONZALO.- ¿Edad?
PEDRO.- 12 años.
GONZALO.- No. Por las calendas de la pensión, es decir la batalla del puente de Boyacá.
PEDRO.- 11 años y 9 meses.
GONZALO.- Humm (dudoso) o sea que es usted menor de edad, no es cierto?
PEDRO.- Así es.
GONZALO.- Veremos cómo resolvemos ese pequeño detalle.
PEDRO.- ¿Cuándo puedo reclamar mi pensión?
GONZALO.- Pronto, señor, siendo usted un héroe de la patria tiene privilegios.
PEDRO.- Entonces cuanto con ese dinero?
GONZALO.- Pero claro, señor Pedro Pascasio. Nos honra servirle. Con permiso  (sale)


ESCENA III.

FUNCIONARIO.- (Entrando).- ¿Señor Pedro Pascasio? En nombre de la república y por orden expresa del señor presidente de la república, recibirá usted hoy (enfatizando) la suma de Cien pesos oro. ¿Está usted en disposición de recibir ese dinero?
PEDDRO.- Sí señor.
FUNCIONARIO.- ¿Documento de identidad?
PEDRO.- No tengo.
FUNCIONARIO.- Ah, no se preocupe. Es una bagatela que podemos subsanar. ¿Tiene algún familiar que lo pueda representar, por la falta de documento y … por ser menor de edad?
PEDRO.- No señor. Digo sí señor.
FUNCIONARIO.- ¿Quién? Por favor,
PEDDRO.- El negro José… fue quien neutralizó al lugarteniente del general Barreiro y…
FUNCIONARIO.- ¿Cómo se llama?
NEGRO JOSÉ.- Me llamo, Negro José… fui esclavo y escapé del palenque.
FUNCIONARIO.- ¿Tiene nombre? ¿Identidad?
NEGRO JOSÉ.- Sí. Negro José.
FUNCIONARIO.- No señor. Nombre de pila…identidad.
PEDRO.- Su nombre es José Antonio Arcadio y Mendía.
NEGRO JOSÉ.- (Lo mira extrañado).- He… así es. Así me llamo.
FUNCIONARIO.- ¿Posee alguna identidad?
NEGRO JOSÉ.- No señor. Los esclavos no tenemos identidad.
FUNCIONARIO.- Ah, pero usted ya no es esclavo por órdenes del generalísimo señor presidente de la república.
NEGRO JOSÉ.- No sabía.
PEDRO.- Por su valor en defensa de la libertad.
FUNCIONARIO.- Así es. Por ser usted mayor de edad, podrá representar al niño Pedro Pascasio en esta diligencia…firme aquí.
NEGRO JOSÉ.- No sé firmar.
FUNCIONARIO.- ¿Y usted señor, Pedro Pascasio?
PEDRO.- No señor.
FUNCIONARIO.- No se preocupe. Nada que no se pueda resolver. Firmaré por usted y asunto concluido. ¿Está bien?
PEDRO.- Está bien.
FUNCIONARIO.- Bien aquí está el dinero. Disfrútelo y… hasta la vista. (Sale)
PEDRO.- Mitad para usted… mitad para mí (amontona los billetes y los pesa en una balanza improvisada).- Somos ricos. Inmensamente ricos.
NEGRO JOSÉ.- Gracias general Barreiro.
PEDRO.- Gracias general Bolívar. (Se abrazan)
NEGRO JOSÉ.- Un momento… ¿Quién neutralizó al lugarteniente de Barreiro?
PEDRO.- ¿Quién apresó a Barreiro?
NEGRO JOSÉ.- Merezco más porque me tocó el más fuerte.
PEDRO.- No. A mí porque me tocó al más encumbrado, más entrenado y de mayor rango (hace una venia).- bueno repartamos el dinero y ya.

ESCENA IV

ASALTANTE 1.- ¿Celebran? ¿Qué celebran? (Aparecen cuatro bandidos quienes los intimidan con  las armas)
PEDRO.- Ey. Un momento. Podemos… digamos compartir…
ASALTANTE 1.- Quieto muchacho. Este no es el puente de Boyacá. Esta es Santa fe de Bogotá. Entréguenos el dinero y todo concluido.
NEGRO JOSÉ.- Bandidos. (Se enfrenta a uno de ellos y logra arrebatarle el arma, pero otro lo hiere con un puñal) Corra, Pedro Pascasio. Corra.
ASALTANTE 1.- Usted se queda niño héroe. (Lo golpea y luego lo intimida).- Entregue el dinero y nada le pasará. (Pedro, forcejea y finalmente queda tendido en el piso).- quítenle el dinero.
PEDRO.- Cobardes.
ASALTANTE 1.- No se preocupe. Son los rezagos de la independencia. La guerra siempre deja cobardes y desalmados y nosotros somos unos de ellos. ¿Todo bien? Nos vamos. Hasta nunca Pedro Pascasio. Ah. Aquí le queda algo para que nos recuerde. Cada vez que reciba su pensión, aquí estaremos…seremos su fiel compañía. (salen)
PEDRO.- Negro José…no…no se muera…los héroes no deben morir… Negro José…(Grita desesperado. Todo inútil. El Negro José  ha muerto.).- Dios mío, ¿Esto es lo que nos queda de la independencia? (Se abraza al cuerpo sin vida y solloza)
FUNCIONARIO.- (Entra furtivamente). Nada que no se pueda solucionar, Pedro Pascasio, nada que no se pueda resolver (sale).

ESCENA V.

(El destino entra por el lado opuesto, contempla la escena, desenvaina una espada).
DESSTINO.- Es la resaca de la guerra. La gente no sabe qué hacer con el legado de la libertad. Se enloquece. La política lo arrasa todo: la dignidad, los bienes la honestidad, son prebendas de una sociedad envilecida. Los pobres seguirán siendo pobres y los ricos… más ricos. Bienaventurados los pobres de espíritu, porque ellos verán a Dios…¿No es lo que acaba de ocurrir con el negro José? La impiedad no tiene límites. El hombre es instrumento de su propia repugnancia… no, no se lamente Pedro Pascasio, esto apenas es el comienzo de lo que vendrá…los siglos venideros verán hombres corruptos en el poder, desalmados contratistas de la muerte traficando con la miseria de los pobres. No. Esta no fue la independencia, Pedro Pascasio. Su sueño fue una utopía. El sueño de Bolívar fue… una…utopía…un sueño apenas…un sueño que duró muy poco.
PEDRO.-  ¿Y la libertad? ¿Qué fue de la libertad?
DESTINO.- Nada. La libertad no es nada en poder de quien no entiende.
PEDRO.- ¿Luchamos por nada?
DESTINO.- Así es. Triste pero así es. Ya no habrá legiones, ni toques de trompeta, ni arengas en el campo de batalla… solo consignas vacías, líderes con prontuarios tenebrosos asumirán el poder. El pueblo arruinado se arrodillará ante la corrupción y la deshonra. Se venderán por un plato de lentejas. No habrá piedad para con los pobres. Mi querido Pedro Pascasio: la nueva esclavitud se impondrá. No habrá cadenas es cierto, pero mendigarán a las puertas de los nuevos Epulones por un mendrugo de pan… no habrá quien luche por la libertad… bueno la libertad al fin y al cabo es un concepto tan abstracto como su oropel…acaba usted de perder a su mejor amigo…¿Todo por qué?... por nada, Pedro Pascasio. Por nada. Los nuevos bandidos vestirán de frac, tomarán champaña, asistirán con sus amantes a los clubes, se burlarán de la plebe, caminarán como pavorreales por las calles, despilfarrando, esquilmando los dineros del estado… serán admirados por sus vilezas, discutirán los problemas del estado como si fueran asuntos de cantina y someterán al pueblo a sus caprichos. Mi querido Pedro Pascasio. Este era un sueño que duró tan poco!
PEDRO .- ¿O sea que esta es una simple  comedia de bandidos?
DESTINO.- Así es. Quienes robaron su dinero no fueron esos asaltantes de medio pelo. Fueron… funcionarios del estado. Ellos planearon todo. A esta hora estarán celebrando y riendo a carcajadas.
PEDRO.- ¿Hemos reemplazado unos amos por otros amos?
DESTINO.- Una espantosa realidad. Pero así es. Es el precio que deben pagar por no haber atendido las prédicas de Nariño, quien vio más allá de lo posible. Pero la ingratitud de este pueblo no tiene límites. Fue el único que lo vio todo… pero no lo escucharon…estaban tan ocupados viéndose así mismos que no entendieron. Ahora es tarde.  La ingratitud viste de oropel las bajezas del poder. Tendrá usted, que resignarse a regresar, regresar  a casa con las manos vacías.
PEDRO.-. (Sacando la pañueleta).- Mi padre, soñaba con la libertad.
DESTINO.- “No dejes de soñar, porque solo en sueños, puede ser feliz el hombre”
PEDRO.- ¿Qué dijo?
DESTINO.- Son los versos de Whitman. Me hacen pensar en su hermano Esteban.
PEDRO.- Ya nada me queda.
DESTINO.- “Aprende de aquellos que aprendieron de la sociedad de los poetas muertos… ellos pueden enseñarte a caminar”
PEDRO.- ¿Decía usted?
DESTINO.- No me haga caso. A veces divagamos más de la cuenta.
PEDRO.-  Pero el destino no tiene conciencia. Solo mira lo que pasa.
DESTINO.- Así es. Solo que a veces me impregna la condición humana y no acierto a entender quién soy.
PEDRO.- Un simple invento de nosotros los humanos.
DESTINO.- Un remedo de nostalgia de la decadencia de este pueblo.
PEDRO.- Debo reclamar mi pensión.
DESTINO.- Le será negada. Será perseguido, asediado…quizá lo quieran…eliminar…usted desde hoy es una simple cifra en los planes del estado.
PEDRO.- ¿Y entonces?
DESTINO.- Toque las puertas de su desdicha y resígnese a ser una incógnita…
PEDRO.- Voy a dar sepultura a mi amigo, mi entrañable amigo, El Negro José.
DESTINO.- Usted le dio un puesto en la historia, le dio un nombre, pero su condición de esclavo solo le permite pasar como El negro José, sin más ni más…triste condición es ser esclavo. Bien,  niño necio. Debo marchar. Nos veremos en el camino. Cuide su integridad y su decencia, son su sagrado tesoro. (Hace un giro, se envuelve en la capa y desparece)



ESCENA V

(Se oye una música solemne, Carmina Burana está bien. Entran los heraldos, ejecutan movimientos gimnásticos y colocan al Negro José en un camastro a manera de anda, lo levantan. Pedro congela su imagen)
TODOS.- He aquí un héroe sin nombre.
HERALDO 1.- Un esclavo vestido de grandeza.
HERALDO 2.- Listo para ingresar a la inmortalidad.
HERALDO 3.- Nada pudo el poder de la espada y el arcabuz en el campo de batalla.
HERALDO.- 4.- Ni la bravura de los más valientes combatientes del ejército enemigo.
TODOS.- Asesinado por la intemperancia de sus propios compatriotas.
HERALDO 1.- Veneración y devoción a sus altos ideales.
HERALDO 2.- Gloria al héroe inmolado.
TODOS.-   José. Héroe sin nombre.
PEDRO.- Negro José: usted me enseñó su honestidad y amor a la libertad con una abnegación sin límites. Descanse en paz. La patria lo recordará con eterna gratitud. Al final comprendemos que no hay felicidad sin dolor, ese es el destino del hombre. (El cortejo abandona la escena, mientras asciende la música y la luz desciende)




ESCENA VI.

(La diosa de la libertad enciende varias antorchas. Luego avanza en dirección del hombre que la espera en lo alto de una escalerilla. De allí desciende para ejecutar una danza dramática, a la que se integran varias doncellas. Pedro Pascasio, permanece inmóvil contemplando la escena a manera de estatua con una luz en lo alto)
LIBERTAD.- No hay tregua para el héroe (asciende a la escalerilla).- Al héroe les es otorgado el privilegio de la eternidad, y la sentencia del sacrificio (Desciende) y…el destino de la ingratitud. Nada tan triste como la ingratitud, pero es su destino. (Se aproxima al hombre que al parecer es un patriota reducido a su pobreza y su cansancio).- ¿Les habéis visto desprovistos de armadura y coraza, listos siempre para entrar en combate, sin otra ilusión que la victoria ni otra opción que la derrota? (lo lanza al suelo desde lo alto. Grita casi con desesperación). Los héroes fueron, condenados… despreciados…sentenciados al patíbulo … atravesados por la espada… repudiados como asquerosas alimañas…todo lo encierra el héroe: abyección, odio, desprecio, lujuria, tormento, drama, tragedia… el héroe es el compendio de todas las maldades.. y todas las bondades…(lo toma por el brazo, después por el cuello), es sutil, trágico, violento, tierno y… malvado, Aquiles en sus delirantes orgías de sangre…vengativo y perverso…Alejandro Magno en sus conquistas de oriente… Napoleón conquistado el Everest…(ahora se acaballa a sus espaldas e intenta arrearlo).-
 El héroe, atraviesa las llanuras… embruja las montaña… hurta secretos a las rocas (desciende y le propina un empellón). Nada en el héroe es gratuito: su honor, su bizarría, sus miedos y su asombro ante Dios, todo le es dado por la naturaleza, menos su imaginación que lo puede llevar a la muerte… y también a la victoria. (La libertad ahora asciende la escalinata y se retira a contemplar el mundo, que al parecer es la desolación del héroe)

ESCENA VII

(El héroe que ha permanecido inmóvil al pie de la escalinata se incorpora con lentitud. En otro lugar de la escena, Pedro Pascasio parece huir. La imagen denota esa actitud)

BOLÍVAR (Vestido de héroe normal, sin atuendos especiales).- ¿Qué fue de usted Pedro Pascasio Martínez Rojas?
PEDRO.- Fui robado, esquilmado, olvidado, perseguido y pobre hasta la muerte.
BOLÍVAR.- Un héroe sin destino.
PEDRO.-    ¿No fue ese también su destino?
BOLÍVAR.- Así es. Pueblo ingrato.
PEDRO.-    En algo nos parecemos.
BOLÍVAR.- En todo. Nada nos libera de la ignominia. No podemos olvidar que es odioso bromear a cerca de las desdichas.
PEDRO.-    Pero usted es el libertador.
BOLÍVAR.- Sin usted no sería el libertador.
PEDRO.-    La gratitud no siempre es elocuente.
BOLÍVAR.- Algunas consideraciones  son el sepulcro de las grandes causas. Pueblo sumiso. Obediente a sus bajos instintos.
PEDRO.-    Duerma en paz libertador.
BOLÍVAR.- Pedro Pascasio: a usted lo recordarán los siglos. Podrán hundirse las montañas, secarse el mar pero su nombre será perdurable en todas las generaciones.
PEDRO.-   ¿Quién soy para igualarme a mi señor?
BOLÍVAR.- El héroe, el único héroe de aquel 7 de agosto de 1819 en Boyacá. Su nombre se esculpirá en letras de oro en las páginas doradas de la historia.
PEDRO.-    La pobreza no sabe de heroísmo. Los hombres son ingratos. Verá qué pronto se olvidan de mí, porque no tuve aljabas de oro ni broches de plata, aquellos que me ofreció el general José María Barreiro, ese día memorable. (Saca la prenda y la lanza al vacío)
BOLÍVAR.- Su grandeza, es su humildad ¿No fue esa la enseñanza de Jesús?
PEDRO.-    Mi honor fue haberle servido a la patria y haberlo conocido a usted en la victoria.
BOLÍVAR.-  ¿Amigos?
PEDRO.-   Amigos.
MARÍA.- (Se oye el sonido de un ave cruzando el horizonte).- Otra vez el mismo sonido… la misma ave. Algo va a suceder ¿No le parece extraño Pedro Pascasio?
PEDRO.- Las aves siempre pasan por aquí, a la misma hora… son tan libres como el viento.
MARÍA.- ¿Libres?
PEDRO.- Sí madre. A veces me pregunto si Dios nos pensó antes de ser libres o adivinó nuestras penas.

(Se oye una marcha. Los dos avanzan por una calle de honor hecha por las bailarinas. Al final los espera la diosa de la libertad. El dios del fuego enciende el fuego eterno)






FIN.
CONSIDERACIONES FINALES

Una aproximación al trabajo escénico, significa una gran esfuerzo por hallar en la intuición el sentido profundo, la nostalgia del ser, la belleza innobrada, lo que no se ve y no se entiende; aquello que solo es posible con los ojos del espíritu, al fin y al cabo, el arte no es para entender. Entonces la dramaturgia es el poderoso enlace con el misterio que hace posible dar vida a las imágenes del sueño. Sí. El director de escena es un soñador, siempre a punto de abismo y controversia. Un emblema del espíritu que busca en la imperfección la perfección, algo así como un buscador de tesoros en medio del desierto. Un auriga en la batalla de sus miedos. Contendor de sí mismo. Explorador solitario.

Juan Antonio Hormigón expresa: “La dramaturgia se refiere a la esencia, función y estructura del drama y de los elementos que la integran ya sean internos (fábula, personajes, lenguaje) como externos (composición, formas de construcción, composición y leyes de duración de las escenas)”. En definitiva: es el arte de la composición. Significa coherencia de los elementos escénicos. Preguntarse, sobre qué se va representar. Qué se quiere llevar al público. Cómo será recibido. Es el sueño. El público está saturado de contradicciones, temores, ansias, deseos, pero sobre todo quiere, desea hallar belleza en el espectáculo, algo que toque su espíritu. Bueno, esa es la función de la estética y en el teatro, significa una gran responsabilidad. La dramaturgia significa “descubrir los significados complejos del texto” continúa Hormigón.

Otro problema a establecer, es la ideología. No se concibe al hombre sin ideología. Nos hallamos inmersos en el mundo y en una sociedad. Establecemos relaciones de inconformidad o no con ese mundo  esa sociedad. La mesura es el mejor consejero, sin apartarnos de la exaltación y la subyugación a  los altos ideales que atañen al ser humano. El deber del teatro es asistir y hacer la liturgia de la vida en sus más elevadas tonalidades.

El teatro aprende de la realidad. Observa los comportamientos. Traduce emociones. Interpreta al ser humano  en sus vicios, hipocresías y blasfemias y nos devuelve una esperanza, un trasluz de virtud que impera aún en la ruindad humana. No quiere decir esto que el teatro deba predicar una determinada postura política, pero sí un deber filosófico, que siempre ha de estar conectado con la grandeza del ser. La misma que logra descifrar en el esfuerzo de análisis para aproximarse a un tema determinado. “El teatro nos permite ofrecer una metáfora de la realidad para que espectador la descodifique” (Hormigón). Y Papín, invocado por Hormigón afirmaba: “ Escoged de las distintas opciones, de los distintos significados, de los textos y definid a partir de una estética y un estilo que vaya a configurar el espectáculo o la representación”.

Héroe sin destino, señala una época, unos ideales, unos comportamientos, frente al problema de la injusticia y la opresión y su confrontación a través del concepto de libertad, implícito en todo ser humano, sin que se logre con exactitud su leal definición. El texto es un pretexto para la imaginación y un reto en dos sentidos: la confluencia del sentimiento patrio en los personajes y nuestros propios sentimientos frente a esa realidad histórica. Así el actor le hallará sentido a su propio hacer, inducido por el director de escena, en quien recaen otros factores: su concepción filosófica del mundo, sus emociones, sus contradicciones, sueños y los planteamientos que quiere plantar en la escena.

Héroe sin nombre, es una obra planteada para el ritual. Claudio Girolano, de Chile nos dice: “el espacio ritual existe a priori, y el hombre tiene que encontrarlo”. El teatro está siempre a punto de encontrarse con el misterio. Hallar los fantasmas que nos rodean. Sumergirse, luchar y maravillarse con esas presencias. Al fin y al cabo el oficio del hombre es descubrir en su diario vivir la imperiosa necesidad de contactarse con el misterio. En el teatro devolvemos al hombre la honradez del asombro en las pequeñas cosas, en las más sutiles esperanzas. Debemos devolverle la memoria al pueblo. Es nuestro deber. Es el deber del artista.

El tema que nos ocupa, se convierte así en campo de acción y reflexión donde juega papel importante la imaginación sin desconocer que representamos seres humanos de carne y hueso, quienes se mueven también al impulso del asombro. Ha de ser tan asombroso que el héroe en el campo de batalla se encuentra en su ritual épico, con su obsesión y locura de libertad, traducida en el adversario a quien hay que vencer para consolidar su obsesión, su desesperada obsesión de libertad y aquí esa desesperación se convierte en una evocación suicida deambulando en el campo de honor… raptando sus reatos de estupor y convicción. Locura y pasión imposibles de insubordinar a la razón.

Pedro Pascasio, existió como personaje histórico, pero se volvió leyenda, consolidación épica y desaforada de un colectivo que no termina de asimilarlo. Su condición, infantil, su escasa formación intelectual, su marginalidad y humildad, no lo libraron de la grandeza de pensamiento y de la absoluta decisión luchar por la libertad, algo imposible de entender y menos aún imaginarlo en el momento crucial en que apresa a Barreiro. He aquí un reto para el teatro: edificar esa memoria y ritualizarla, en conjunción con el genio de Bolívar. La humildad de Pedro Pascasio, lo llevó a aprender, no se sabe por qué medio la importancia de la libertad y el desprecio por la esclavitud. Era un niño dueño de virtudes  insustituibles.  Consolidar el personaje es tarea de quien se le aproxime en medio de la aureola de misterio que lo rodea. Buscar el carácter del personaje, hasta hacerlo convincente a los ojos del espectador.

Así Héroe sin destino, quiere ser apenas un trazo, una pincelada en medio del misterio. Un toque de lo que pudo ser y de eso que pervive en el alma de los colombianos. Los sicoanalistas harán su propio discurso, el teatro debe hacer el suyo.

Alvaro Restrepo, coreógrafo y bailarín, plantea en “La epistemología de la danza-teatro” que la danza no es más que la tentativa del cuerpo para identificarse con su imagen y cada cuerpo tiene su momento para encontrar su propio baile. “El teatro recoge la evolución de una estética teatral sensorial, de un cuerpo que se hace elocuente en la recuperación profunda de sus verdades, de una biografía explícita y física, de calidad transgresora, de una producción de emociones pura y directa, sin modificaciones que se genera a través del cuerpo”, dice con razón Alvaro. “En mis trabajos siempre comienzo con imágenes, con sensaciones”. Para este autor el texto es un guion de imágenes. “Tengo el mismo interés por el movimiento, que por la palabra, la luz el sonido, las imágenes”. Nuestra obra invoca la paciencia del director para el planteamiento de una estética que incluya la danza teatro de conformidad con el planteamiento. Las alusiones a la música, obedecen a la obsesión por una estética global que pueda interpretar la epopeya, desde la realidad de los actores, pero siempre en ascenso al sagrado sitial de la perfección.

Alonso Quintín Gutiérrez Rivero

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