CUANDO VUELVAS, SI ES QUE VUELVES
CUANDO VUELVAS, SI ES QUE VUELVES
Por: Alonso Quintín Gutiérrez Rivero
Colombia.
Cuando vuelvas, si es que vuelves,
recuerda:
no todo lo que aprendes,
resulta fiable a tus designios.
No se dan dos pasos de la misma manera.
El hombre es el resultado de sus propios pesares,
y de una que otra alegría.
Cuando vuelvas, si es que vuelves,
olvida mis consejos, aléjate de mí;
traza tu ruta, según tus secretas devociones.
Así hablaba un maestro a su discípulo.
Bajó la cabeza.
Por el cielo pasó una nube blanca.
Se acomodó un poco a su tristeza
y volvió a decir:
Cuando vuelvas, si es que vuelves,
olvida mis palabras,
muéstrate al mundo como eres,
sin sombras ni declives,
sin pensar siquiera,
en la leyes
que dicta la humana confusión.
Haz de cultivar en las arenas del divierto.
Recibirás ofensas a cambio de tus dones
… serás sabio en esa soledad
y en la altivéz del pensamiento
discípulo aventajado del dolor.
Cuando vuelvas, si es que vuelves,
no te duelan las injurias,
ni las burlas de incensatos mortales;
se vive a medias
entre la discha y la desdicha.
El hombre no es completo
sin el lastre de un fatal sufrimiento. Así de simple:
en la ecuación de la vida
nadie escapa a ese mortal abatimiento.
El discípulo miraba absorto
la muerte del ocaso
-Cuando vuelvas, si es que vuelves…
-No volveré, dijo el jovenzuelo.
- Cuando vuelvas, si es que vuelves…
no te sorprendas de olvidar mis lecciones.
-Nada entiendo, dijo el jóven.
-Mejor. Así aprenderás que el suplicio de sufrir
tiene su precio en el pensar.
-¿Pensar? Dijo el discípulo
-Si, pensar que se vuelve a la placidez de la cosas
al lugar de la partida,
cuando todo se nos va con indeclinable precisión
hacia el lugar de los recuerdos,
a la mudez del tiempo,
donde todos se pierden: reyes, patricios y plebeyos,
cuando vuelvas, si es que vuelves…
-Ya casi aoprendo su lección de nostalgia,
querido maestro.
-No, esa lección la traes del confín de los cielos
de tus arterias brota,
un manantial de luceros,
para iluminar la noche de los viajeros humanos.
-¿Por qué tanta tristeza, querido maestro?
-Tal vez no es tristeza,
es el abatimiento de ignorar
a dónde conduces tus pasos en las próximas horas.
-Nadie sabe esas cosas, querido maestro.
-No, pero presiento tus paso en la sombra,
adivinando,
tanteando,
como el perfume de los lirios
se adhiere a los pesares.
Tus pensamientos de hoy son los triunfos de mañana…
lo que aprendes hoy, después será nada,
como la lluvia se despedaza contra el suelo.
_Duele ese sueño de tisteza.
-No te engañes:
a veces la tristeza es la materialización
de alguna idea
perdida en el confín del universo.
Tú, ahora mismo eres la diáspora
de una estrella lejana.
-Entiendo menos, dijo el discípulo.
-Somos hijos del prodigio de los átomos.
Una eclosión de astros,
relampaguea en nuestras vidas
“Perfuma con sándalo el hacha que te hiere”
rezan los libros sagrados.
El maestro calló.
Una ave solitaria cruzó el firmamento.
Cuando levantó la mirada
le pareció que un vuelo de cenizas
teñía el horizonte de un añil extraño.
Miró a su alrededor
Y constató que hablaba consigo mismo;
Que su otro yo
viajaba en la lejanía
de un paraje desierto.
Miró su manos
Y constató
Que se desvanecían entre la lluvia y el viento
de una tarde
esculpida en el silencio.
Sus manos de niebla se perdían en el tiempo.
-Cuando vuelvas, si es que vuelves
repitieron los ecos
y su vieja tristeza
se perdió en lontananza.
Nadie sabe por qué hablaba así.
Al clarear el día
los niños jugaban al, uno, dos y tres,
en torno a la estatua del maestro.
Un joven apuesto
que regresaba de un viejo ostracismo,
leyó la iscripción:
“Cuando vuelvas, si es que vuelves”
-¿Qué quiere decir esto Dios mío?
Parecía que alguien le hablaba por dentro.
-Cuando vuelvas, si es que vuelves…
¿Era la voz del maestro?
O¿quizá su conciencia en constante suspenso?
Su ídolo estaba ahi,
pero alguien le hablaba con voz monolítica.
Le sembraba en el alma, una extraña tristeza.
Cuando vuelvas, si es que vuelves
Por el cielo pasaba una bandada de palomas.
En la devencijada historia del discípulo
parecía palpitar aquella frase…
Cuando vuelvas, si es que vuelves…
aventuró tres pasos hacia la estatua
y agitó una sonrisa.
Su otro yo lo miraba fijamente
desde los ojos de la estatua.
Entonces ya nos supo de qué lugar profano
Le venía el pensamiento.
Solo una voz que decía en lo profundo del aoma….
Cuando vuelvas, si es que vuelves.
En homenaje a los maestros de Pesca, un 15 de mayo del año 2006, leído en la biblioteca del claustro amado.
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