ENCUENTRO


Punto de encuentro.

miércoles, 1 de abril de 2015

CUNADO VUELVAS, SI ES QUE VUELVES



CUANDO VUELVAS, SI ES QUE VUELVES





CUANDO VUELVAS, SI ES QUE VUELVES

Por: Alonso Quintín Gutiérrez Rivero

Colombia.

 

Cuando  vuelvas, si es que vuelves,

recuerda:

no todo lo que aprendes,

resulta fiable a tus designios.

No se dan dos pasos de la misma manera.

El hombre es el resultado de sus propios pesares,

y de una que otra alegría.

 

Cuando vuelvas, si es que vuelves,

olvida mis consejos, aléjate de mí;

traza tu ruta, según tus secretas devociones.

 

Así hablaba un maestro a su discípulo.

Bajó la cabeza.

Por el cielo pasó una nube blanca.

Se acomodó un poco a su tristeza

y volvió a decir:

Cuando vuelvas, si es que vuelves,

olvida mis palabras,

muéstrate al mundo como eres,

sin sombras ni declives,

sin pensar siquiera,

en la leyes

que dicta la humana confusión.

Haz de cultivar en las arenas del divierto.

Recibirás ofensas a cambio de tus dones

… serás sabio en esa soledad

y en la altivéz del pensamiento

discípulo aventajado del dolor.

 

Cuando vuelvas, si es que vuelves,

no te duelan las injurias,

ni las burlas de incensatos mortales;

se vive a medias

entre la discha y la desdicha.

El hombre no es completo

sin el lastre de un fatal sufrimiento. Así de simple:

en la ecuación de la vida

nadie escapa a ese mortal abatimiento.

 

El discípulo miraba absorto

la muerte del ocaso

-Cuando vuelvas, si es que vuelves…

-No volveré, dijo el jovenzuelo.

- Cuando vuelvas, si es que vuelves…

no te sorprendas de olvidar mis lecciones.

-Nada entiendo, dijo el jóven.

-Mejor. Así aprenderás que el suplicio de sufrir

tiene su precio en el pensar.

-¿Pensar? Dijo el discípulo

-Si, pensar que se vuelve a la  placidez de la cosas

al lugar de la partida,

cuando todo se nos va con indeclinable precisión

hacia el lugar de los recuerdos,

a la mudez del tiempo,

donde todos se pierden: reyes, patricios y plebeyos,

cuando vuelvas, si es que vuelves…

-Ya casi aoprendo su lección de nostalgia,

querido maestro.

-No, esa lección la traes del confín de los cielos

de tus arterias brota,

un manantial de luceros,

para iluminar la noche de los viajeros humanos.

 

-¿Por qué tanta tristeza, querido maestro?

-Tal vez no es tristeza,

es el abatimiento de ignorar

a dónde conduces tus pasos en las próximas horas.

-Nadie sabe esas cosas, querido maestro.

-No, pero presiento tus paso en la sombra,

adivinando,

tanteando,

como el perfume de los lirios

se adhiere a los pesares.

Tus pensamientos de hoy son los triunfos de mañana…

lo que aprendes hoy, después será nada,

como la lluvia se despedaza contra el suelo.

 

_Duele  ese sueño de tisteza.

-No te engañes:

a veces la tristeza es la materialización

de alguna idea

perdida en el confín del universo.

Tú, ahora mismo eres la diáspora

de una estrella lejana.

 

-Entiendo menos, dijo el discípulo.

-Somos hijos del prodigio de los átomos.

Una eclosión de astros,

relampaguea en nuestras vidas

“Perfuma con sándalo el hacha que te hiere”

rezan los libros sagrados.

 

El maestro calló.

Una ave solitaria cruzó el firmamento.

Cuando levantó la mirada

le pareció que un vuelo de cenizas

teñía el horizonte de un añil extraño.

Miró a su alrededor

Y constató que hablaba consigo mismo;

Que su otro yo

viajaba en la lejanía

de un paraje desierto.

 

Miró su manos

Y constató

Que se desvanecían entre la lluvia y el viento

de una tarde

esculpida en el silencio.

Sus manos de niebla se perdían  en el tiempo.

 

-Cuando vuelvas, si es que vuelves

repitieron los ecos

y su vieja tristeza

se perdió en lontananza.

 

Nadie sabe por qué hablaba así.

 

Al clarear el día

los niños jugaban al, uno, dos y tres,

en torno a la estatua del maestro.

 

Un joven apuesto

que regresaba de un viejo ostracismo,

leyó la iscripción:

“Cuando vuelvas, si es que vuelves”

-¿Qué quiere decir esto Dios mío?

Parecía que alguien le hablaba por dentro.

-Cuando vuelvas, si es que vuelves…

¿Era la voz del maestro?

O¿quizá su conciencia en constante suspenso?

Su ídolo estaba ahi,

pero alguien le hablaba con voz monolítica.

Le sembraba en el alma, una extraña tristeza.

Cuando vuelvas, si es que vuelves

Por el cielo pasaba una bandada de palomas.

 

En la devencijada historia del discípulo

parecía palpitar aquella frase…

Cuando vuelvas, si es que vuelves…

aventuró tres pasos hacia la estatua

y agitó una sonrisa.

Su otro yo lo miraba fijamente

desde los ojos de la estatua.

 

Entonces ya nos supo de qué lugar profano

Le venía el pensamiento.

Solo una voz que decía en lo profundo del aoma….

Cuando vuelvas, si es que vuelves.

En homenaje a los maestros de Pesca, un 15 de mayo del año 2006, leído en la biblioteca del claustro amado.

No hay comentarios:

Publicar un comentario