ENCUENTRO


Punto de encuentro.

martes, 31 de mayo de 2011

ANTOLOGIA POETICA II

          INVENCION A DESHORAS
Te hubiera amado,

De todas maneras te hubiera amado,

En las notas de un piano abandonado,

En  la sonrisa de los niños,

En el viejo clavicordio de mis penas.

Te hubiera amado,

En la tibieza de la tarde,

En el piélago azul de la mañana,

En los ojos de  un camello  en Samarcanda,

En la fuerza de un rebelde sin causa,

En el aire que despluma madrugadas.

Te hubiera amado,

En la lluvia que insistente,

Naufraga en tu ventana,

En el rayo de luz,

Que tímido toca tus sandalias,

En  la esclavitud  a que sometes mi voluntad

Con tus miradas.

Te hubiera amado,

Con la pasión de un reo,

Y la virtud de uh ciego.

Te hubiera amado,

En una gota de rocío,

Pugnando entre las sombras;

En  ausencia de las leyes,

En presencia de  los reyes;

En la palabra sencilla

Que estremece los labios

En presencia de un rostro enamorado.

Te  hubiera amado,

A pesar de las espinas

Te hubiera amado,

En el arroyo de aguas  mansas,

O en la precipitud de las cascadas;

En la doliente flor que sin pesares,

Esparce su aroma a los mortales,

En el anagrama de un valiente encadenado,
Te hubiera amado,

En el parpadeo de un lucero,

En el jinete de luz,

Que se pasea por mi  alma,

Cuando pienso en ti

Y sin cesar me acuerdo,

Que soy un  mortal  olvidado

A las puertas del silencio,

Que todo es triste

Cuando pasas indiferente por mi senda.

Te hubiera amado,

Con paciencia de labriego.

Te hubiera amado,

En la feliz mañana

Que tiñe tus labios de claveles

Y pinta tu piel de porcelana.

En la hora de los fiordos.

Te hubiera amado,

En los secretos perfumados de misterio,

En la tristeza de Dios,


Cuando pierde sus almas,

En la triste arrogancia de los césares

En la dulce plegaria pugnando allá en la ermita,

En la duce humildad de los trigales.

Te hubiera amado,

En el tierno arrullo de una  madre,

En el ignoto transeúnte de  los cielos,

Cuando muere la tarde,

En la augusta placidez de los crepúsculos,

En el suave despertar  de las luciérnagas,

En los murmullo de la noche.

Te hubiera amado,

En a alcurnia de un príncipe en Siberia,

En la voz del carpintero perfumada de cedros,

En el deleite de  un almendro

Musitando frutecidas oraciones,

En las aguas que sueñan

Libélulas de fuego,

En el lector de faz sagrada,

En el sabio escultor


De antiguos pergaminos,

En la suave cadencia de una música lejana.

Te hubiera amado,

En los reinos de la princesa Tscherezada,

En la regia leyenda de Merlín,

O en la de Ulises en su regreso a Itaca.

Por ti, hubiera

Marchado de voluntario

Al país de los Sarracenos.

Hubiera ascendido a los santuarios

Donde hierve la fe

Y se pierde la voluntad,

En extraño sacrificio.

Te hubiera amado,

Aunque perdido todo:

Mi  honor mi bizarría

Inmolara mi vida en tus altares.

Te hubiera amado,

En esta lejanía de precipicios y agonías.

Fuiste en la altivez de un día

La bella adoración de mis anhelos.


Estoy frente al cadáver de los sueños

Donde vives,

Con la irrefutable condición

De las causas perdidas,

En el  anochecer

Que deja

La tristeza

De las

Almas

Solas.

Alonso Quintín Gutiérrez Rivero

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